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Violencia machista ya se dice en El Salvador

NEREA GALDÓS

Guadalupe (nombre ficticio) vive en una casa humilde cerca de la zona metropolitana de San Salvador (El Salvador) junto con su esposo desde que se casaron en 1987. En esa época, él era militar, y ella se dedicaba a las tareas del hogar Él siempre fue violento, pero ella ya se había acostumbrado a sus reacciones y las sufría en silencio. Ahora, él es vigilante de seguridad, por lo que pasa muchas horas en el trabajo y cuando llega a casa exige silencio absoluto para descansar. Ella sigue trabajando en casa, y se ha comprado una pequeña máquina de coser para ganar algún dinero extra para sobrellevar los gastos domésticos con mayor facilidad. Sin embargo, no puede coser cuando él está en casa porque si se despierta por el ruido, su única reacción es propinarle una paliza 'para que entienda que él tiene que descansar'.

El de Guadalupe no es un caso aislado en El Salvador. No en vano, muchas mujeres salvadoreñas son la principal fuente de ingresos de sus familias y en muchos casos, además, sufren agresiones machista. En El Salvador la violencia de género se manifiesta de diferentes formas y en lugares dispares. Las mujeres salvadoreñas sufren una constante represión por parte de los hombres y muchas viven sometidas durante toda la vida. En la actualidad, el país vive una realidad de violencia generalizada que parece no tener fin. Además de las huellas aún presentes que ha dejado la Guerra Civil, la disputa por el poder entre dos bandas callejeras —la Mara Salvatrucha y el Barrio 18— tiene al país en vilo y la violencia ha llegado a todos los rincones. Como en todo conflicto, las mujeres son especialmente vulnerables en este contexto y las cifras de abusos de distinta índole contra ellas que se reportan cada día lo demuestran.

En el año 2011, El Salvador encabezó las listas mundiales de feminicidios con 647 mujeres asesinadas por la condición de serlo. La cifra resulta más alarmante, si cabe, si se tiene en cuenta que el país sólo tiene 6.251.495 habitantes, de los cuales entorno al 53% son mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando la tasa de homicidios supera las diez muertes por cada 100.000 habitantes, podemos hablar de una epidemia. Pues bien, la tasa de feminicidios en El Salvador en 2011 se eleva hasta 21 asesinatos por cada 100.000 mujeres. El doble de alarmante.  

En 2005, la psicóloga social Laura Navarro llegó al país para realizar su tesis doctoral sobre la salud física y mental de las mujeres maltratadas por sus parejas. Fue entonces cuando haciendo entrevistas en profundidad a unas 300 mujeres maltratadas pudo observar la dolorosa gravedad del problema de violencia y abuso que muchas de ellas vivían en el seno de sus hogares y los espacios públicos en El Salvador. Sin embargo, esta situación estaba naturalizada e invisibilizada por los gobiernos y la sociedad en su conjunto.

'Conocer esta realidad fue tan doloroso, que durante meses me costó conciliar el sueño. Sin embargo, cuando se lo contaba a otras personas o quería denunciar esta situación en las clases o en otros foros, rara vez me creían o le daban la importancia y la gravedad que esta situación requería', lamenta Navarro. La Encuesta Nacional de Salud Familiar de 2008 fue la primera en destapar esta situación reportando que aproximadamente la mitad de las mujeres en El Salvador ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja, pero según explica Navarro, 'aparte de las cifras de denuncias y feminicidios, no se ha llevado a cabo ningún otro estudio con el objetivo de ofrecer estadísticas precisas sobre este grave problema social'. 

La necesidad de hacer visible esta realidad, hizo posible que se creara un grupo de investigación para llevar a cabo un estudio de población sobre violencia de género en el país. Este equipo, formado por investigadores de la Cátedra de Género de la Universidad Tecnológica de El Salvador y la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, está llevando a cabo esta investigación siguiendo la misma metodología que ya aplicó la OMS en su Estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia doméstica. El estudio está financiado por la Universidad Tecnológica de El Salvador y el Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Granada (CICODE), así como varias de las agencias de las Naciones Unidas (UNFPA y UNICEF) y cuenta con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la OMS y el Ministerio de Salud de El Salvador.

La voz de ellas

El estudio pretende obtener datos lo más aproximados posibles a los índices reales de maltrato y agresiones sexuales que sufren las mujeres salvadoreñas en la actualidad o que han sufrido a lo largo de sus vidas, así como su estado de salud física y mental. Para ello, 1300 mujeres de entre 15 y 64 años han sido entrevistadas en las 14 regiones del país, tanto en área urbana como rural, para obtener una muestra representativa de la población salvadoreña femenina. Según han informado las encuestadoras después de hablar con las mujeres en sus casas, muchas de ellas han reconocido sentirse mejor después de hablar del tema con alguien. Además, varias mujeres han tomado conciencia de que estaban siendo víctimas de violencia y la mayoría de ellas ha manifestado agrado por sentir que 'al fin alguien se interesa por las mujeres maltratadas'. Las personas involucradas en el trabajo de campo han subrayado que 'hay tanta violencia en las zonas rurales y humildes como en las de clase más alta; no tiene tanto que ver la condición socioeconómica como otros factores culturales y sociales'.

Las que no tuvieron voz

Aunque se pretende obtener datos representativos, el equipo investigador reconoce haber tenido ciertas limitaciones porque varias mujeres han preferido no colaborar en el estudio por miedo y otras no pudieron hacerlo porque fue imposible llegar a ellas. Los esposos, hijos u otros varones que se encontraban en la casa evitaban a toda costa que las mujeres hablaran con nadie.

También debe considerarse el hecho de que no se ha tenido acceso a los barrios más peligrosos y es probable que en esos lugares las mujeres sufran más violencia que en barrios más tranquilos. Sin embargo, ha sido imposible dar voz a esas mujeres, por la seguridad e integridad del equipo investigador, formado por 24 entrevistadoras, dos psicólogas y dos coordinadoras. Aunque el objetivo del estudio era conocer la tasa de violencia de género, también se han encontrado casos de violencia infantil y se ha podido informar a las autoridades de ello para que éstos puedan proceder en el caso.

Evelyn (nombre ficticio) lleva unos meses con su chico. Una noche, él le pidió tener relaciones sexuales y ella se negó, pero él nunca acepta una negativa. Fue tal la cólera, que la violó. Ella tuvo que ir al centro de salud a que le atendiera el médico, y cuando éste le preguntó qué le había pasado, ella le respondió que se había resbalado en la ducha con una pastilla de jabón porque no quería involucrar a su pareja. El médico aceptó la historia sin tomar ninguna medida y no le extrañó la versión de la joven. Ni los médicos ni las autoridades se sorprenden ante estos hechos y la mayoría de casos no se denuncian. El caso de Evelyn tampoco es un hecho aislado.

Mujeres como Guadalupe y Evelyn tienen el derecho a ser escuchadas y asistidas y, sobre todo, a vivir una vida libre de violencia. Sin embargo, la mayoría sufre en silencio. Este estudio, cuyos datos cuantitativos empezarán a darse a conocer a partir del mes de abril, pretende llamar la atención ante las autoridades nacionales y la comunidad internacional para que se incida en las políticas de prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, así como mejorar la atención y la asistencia a las víctimas. Además, se busca impulsar un trato igualitario a todas las personas, independientemente de su condición de sexo, tal y como lo expresa la Ley Especial Integral para una vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) en El Salvador.

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