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La 'troupe' sin fronteras de Sam Mendes

The Bridge Project, la compañía que une a actores americanos y británicos, llega mañana al Teatro Español

S. BRITO

Sam Mendes lo tiene claro: una cosa es el director teatral y otra el realizador que ganó un Oscar con American Beauty. 'Suelo estar en contra de las adaptaciones teatrales al cine. El teatro alimenta mi alma, el cine es más nómada', reconoció ayer en Madrid. Por eso, no se le pasa por la cabeza adaptar al cine ninguno de los dos textos que trae a partir de mañana al Teatro Español: El jardín de las cerezas, de Anton Chéjov y Cuento de invierno, de William Shakespeare, 'dos comedias tardías sobre la pérdida'.

El director británico, más conocido por su carrera como realizador de cine que por su mucho más amplia faceta de director de escena, aterrizó ayer en Madrid con la flamante troupe que le acompaña en la primera etapa de 'su última locura': The Bridge Project, una compañía transatlántica con actores estadounidenses y británicos y doble sede en la Brooklyn Academy of Music y el Old Vic de Londres.

Ethan Hawke, Simon Russell Beale, Rebecca Hall y Sinead Cusack tomaron el patio central del Teatro Español de Madrid con el brillo y la actitud de los que se saben sobrados de talento. Sentados en butacas de terciopelo rojo, lucieron convencidos de que su carné de identidad no tiene validez en el mundo del teatro: 'No hay diferencia si eres americano o británico, cuando pones a dos actores juntos eso da igual', recalcó Rebecca Hall, más conocida por su papel en Vicky Cristina Barcelona.

A pesar del plantel de caras conocidas, Mendes quiso dejar claro que 'no se trata de un teatro de celebridades, algo que puede ser muy peligroso. No me interesa que sean famosos, me fijo en actores que he visto en el escenario antes y en los que confío'.

Tampoco se trata de una cruzada entre el talento americano o el británico, aunque no duda que los intérpretes americanos no llevan consigo el peso de la tradición de Shakespeare. Ethan Hawke lo explicó sin complejos: 'Cuando me enfrento a Shakespeare, tengo una sensación de juego y de descubrimiento derivada de mi falta de educación'. Ahora bien, sobre lo que no duda Mendes es sobre su modelo de producción. 'El teatro debería imitar a la ópera en el sentido de las grandes coproducciones internacionales'.

Lejos de provocar rivilidades, The Bridge Project es hijo de la complicidad de dos hombres: Sam Mendes y el director artístico del teatro Old Vic, el actor Kevin Spacey. El primero británico, pero residente en Nueva York, y el segundo americano pero afincado en Londres. Juntos idearon un proyecto que uniera a actores americanos y británicos en una misma compañía y en torno a un repertorio de clásicos. Un lujo de compañía que haría paradas en una selección limitada de ciudades.

Con la complicidad de la Brooklyn Academy of Music, cuajaron este Proyecto puente, que representará cada año, entre 2009 y 2011, un programa doble, que en sus dos primeras etapas estará centrado en comedias de Chéjov y Shakespeare. El próximo año Mendes dirigirá Tres hermanas, del ruso, y Como gustéis, del inglés.

'Elegí El jardín de las cerezas y Cuento de invierno porque son dos obras que comparten la nostalgia y la reflexión sobre el paso del tiempo. Ambas suceden en lugares parecidos, en el campo, y ambas fuerzan las fronteras del naturalismo hacia el simbolismo y la espiritualidad'. Si el actor Simon Russell Beale define a Mendes como uno de los grandes directores de Shakespeare del mundo, para Mendes, Chéjov es, con El jardín de los cerezos, 'el inventor del teatro del siglo XX, el precursor de Becket y del teatro del absurdo'.

Toda una afirmación que tiene ecos de Franny y Zooey, de J.D. Salinger, Buddy le preguntaba a Zooey si había visto un montaje realmente hermoso de El jardín de los cerezos. 'No me digas que sí. Nadie lo ha visto', le decía severo. Si hacemos caso a Salinger pocas esperanzas tendríamos de que Mendes pueda estar a la altura de la última obra que firmó Chejov. El propio Mendes lo reconoció: 'Este es un Jardín de los cerezos, no El jardín de los cerezos, y lo mismo sucede con Cuento de invierno. Son dos obras tan perfectas que es muy difícil acercarse a la perfección'.

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