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"Las majors son receptivas ante la nueva ley del cine"

El conseller de Cultura catalán invita al sector del cine 'a adaptarse a un nuevo mundo'

DAVID MIRÓ / LÍDIA PENELO

El conseller catalán recibe a Público en un despacho presidido por dos cuadros de Miquel Barceló. Está convencido de que él si podrá convencer a todos los sectores del cine de las bondades de un proyecto de ley que obliga a doblar al catalán la mitad de las cintas extranjeras y que apuesta de forma decidida por la versión original.

¿Ya ha presentado el documentoa las majors?

Sí. Hemos tenido reuniones ya con todo el mundo, y hemos encontrado un marco positivo y favorable. Los diversos agentes han expresado sus expectativas y también sus preocupaciones. Pero en general cuando explicamos el proyecto hay una actitud receptiva.

¿Incluso entre las majors?

Sí, sí. Con todos.

Pero hay importantes distribuidoras que están presionando a los exhibidores

Nuestra percepción en las reuniones no ha sido esa. La primera ronda postdocumento ha sido muy positiva. Nos ha proporcionado información y, a partir de ahora, toca trabajar.

Las reacciones los primeros días no fueron buenas

Porque, al principio, se centró demasiado en el tema lingüístico. Y eso era normal, porque es el más llamativo y porque expresa la anomalía de la situación actual: la excepcionalidad del cine en materia de capacidad de elección de lengua. Pero el segundo día ya se centró en el tema de la subtitulación, que es más importante.

¿Hay suficiente demanda de cine doblado en catalán?

En el tema de lengua, la opinión pública y la publicada se ha mostrado muy favorable. Podemos elegir lengua en el teatro, en la tele, en la radio, en Internet ¿por qué no en el cine?

Sí, pero usted no es el primeroque lo ha intentado

Pero ahora la situación es muy diferente. En estos momentos el sector de la exhibición en sala pierde entre un 6% y un 10% de espectadores al año. Y eso lleva al desastre. La mayor parte de equipamientos culturales disponen ya de pantallas de alta definición. Algo tienen que hacer las salas para competir.

¿Qué persigue la Ley del Cinede Catalunya?

Queremos tener un sector del cine fuerte, una industria audiovisual potente. Hay países que lo tienen, a través de los paquetes que compran las televisiones. Nosotros no tenemos el volumen de un canal estatal, pero sí somos fuertes en producción.

¿Como piensa convencer a las distribuidoras americanas?

Les decimos que se tienen que adaptar a un nuevo mundo, donde ya no vale trabajar sólo para cuatro grandes mercados en cinco o seis lenguas. Queremos un mundo más global, pero con coexistencia de lenguas. Y Catalunya es un marco avanzado donde eso funciona muy bien, y podemos ser los primeros en ponerlo en marcha. La crisis ya la tienen sin nuestra intervención, algo tienen que hacer, y si lo hacen empezando por Catalunya, tendrán nuestra ayuda.

¿Y las majors son sensiblesa ese discurso?

Ha habido un intercambio de opiniones con un tono correcto y cordial. Reconocen que la cuestión es compleja y hemos manifestado que la intención es tirar adelante con el máximo consenso, pero hay unos puntos que no son negociables porque son de calidad democrática.

El tema será, como siempre, quién paga la factura del doblaje.

Tener películas dobladas a las dos lenguas tiene un coste, y veremos cómo lo resolveremos.

Los exhibidores insisten en que la gente no va a ver cine en catalán.

La hipótesis de que si mejoras la oferta bajará el público es buena para no cambiar nada. Si el cine ha de continuar funcionando en sala, hay que ir a buscar al público y ofrecerle lo que quiere. Hay un segmento de público que no va a las salas porque no encuentra lo que quiere.

¿Demasiado cine americano?

Imaginemos que a la hora de hacer turismo la gente sólo visitara una parte del planeta. No lo encontraríamos normal. Pues en el cine pasa eso. Creemos que hay que ampliar la oferta al máximo de culturas diferentes posibles y habilitar salas para que se pueda ver ese cine.

¿Considera que la gestión cultural está suficientemente valorada?

No. Todavía se tiene una concepción antigua de la cultura como fuente de cultivo personal y de distracción. Pero no se acaba de entender que está en el centro de las nuevas políticas sociales. Todo el mundo entiende que si en el cinturón de Barcelona hay muchos jubilados se deben construir ambulatorios y centros cívicos. Pero si resulta que tienes 2.000 jóvenes sin escolarizar y sin trabajo, no hay tanta conciencia de que esta gente necesite talleres de creación artística o bibliotecas.

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