Tienes que ir a la Nauti Gifts', insiste un periodista. '¿A una tienda de artículos naughty (guarro en inglés)?', pregunta este reportero. 'Depende de cómo lo mires. Tú, simplemente ve'. Escalando hacia la Santiago de Chile más acomodada, el Nauti no tiene nada de sex shop. Es la tienda fetiche de los adoradores del ex dictador Augusto Pinochet. Un santuario pinochetista en toda regla, como los hay cientos en Chile, comenzando por su dueña.
Con cara de pocos amigos y sin dar su nombre, la dueña del Nauti escupe sus respuestas como ladridos. La rodean todo tipo de fetiches militares, desde cuadros y bustos de Pinochet a encendedores de plata con el símbolo del Ejército. Sobre su cabeza se eleva el escudo de Chile, que reza 'por la razón o por la fuerza', una especie de preanuncio sangriento de los padres de la patria.
La mujer, de unos 50 años, esposa de un militar retirado, asegura que 'todo lo que se dice sobre el general es mentira'. No reconoce la dictadura y considera que 'con Pinochet estábamos mejor'. La mujer explota de malhumor al explicar: 'Yo no voto a ninguno de los de la derecha porque son unos traidores y unos cobardes que apoyan esta mentira de democracia'. Critica su 'silencio' ante la 'persecución' que sufren los 'agentes del orden'.
Chile está plagado de símbolos de la dictadura. Como si se tratara de una casa, aunque se cambien los muebles y las fotografías de lugar, la presencia de Pinochet late en algunos de sus habitantes.
Por más que el ex presidente Ricardo Lagos haya borrado la firma de Pinochet de la Constitución, la Carta Magna sigue estando hecha a la medida del ex dictador y de quienes le apoyaron. Pinochet vive hoy en la Academia de Guerra del Ejército, a la que donó 29.000 libros. Aunque la Carretera Austral que une Puerto Montt con Puerto Yungay ya no lleve su nombre, todos la llaman Carretera Augusto Pinochet. Un pueblo lleva el nombre de su mujer, Lucía Hiriart. Cientos de edificios o instituciones nacidas entre 1973 y 1990 tienen una plaqueta que reza 'Inaugurado por el Presidente Augusto Pinochet Ugarte'.
Pero el mayor templo es, sin dudas, la Fundación Pinochet. Su actual presidente, Luis Cortés Villa, muestra un vídeo a una veintena de estudiantes estadounidenses que vienen de realizar una visita por el centro de detención clandestino de Villa Grimaldi. En el ambiente huele a naftalina, como si el dictador, omnipresente en cada pared, siguiera vivo. Su legado, razón de ser de la Fundación, intenta serlo en cada esquina.
El vídeo y las respuestas de Cortés Villa parecen no alcanzar para desmontar 'las mentiras que se dijeron', explica Patricio Segovia, ex asistente del dictador chileno, quien muestra unas 300 placas con los nombres de militares que murieron a manos de 'los subversivos marxistas'.
Entre estas cuatro paredes, la historia tiene una sola versión, tan indiscutible como el yugo que hizo desaparecer a 3.197 personas y torturó a más de 27.000. Segovia desmiente cifras, deslinda responsabilidades, niega cuentas bancarias millonarias, y se ríe mecánicamente: 'Pueden decir lo que quieran, pero al entierro de Pinochet fueron miles de personas. El monumento más grande que dejó mi general es que vive adentro nuestro, la gente lo sigue queriendo'.
El castellano ha incorporado a su uso cotidiano la palabra freak, que describe algo anormal o monstruoso, para agregarle, desde lo gracioso o despectivo, un nuevo significado. Esta última acepción, Chile versión 2008, tornó al dictador Pinochet -firme y decidido, para sus adoradores- en una caricatura siniestra devorada por su versión pop.
El 16 de octubre de 1998 -el día en el que el juez Baltasar Garzón ordenó su detención, que duró 530 días- fue la fecha clave para tornar la tragedia en humor. Al mismo tiempo nació The Clinic, la revista contracultural e iconoclasta chilena. Durante años, Pinochet apareció en casi todas las portadas. Vestido como un narco en una ronda de reconocimiento tras descubrirse sus cuentas ocultas en el Banco Riggs, recién fallecido bajo el título Liz Taylor, o con su rostro enmarcado en el retrato más conocido del Che Guevara obtenido por el fotógrafo Alberto Korda con la leyenda 'Che Tu Madre', que expresa el insulto 'Coño de tu madre'.
Desde que se inauguró la tienda del Clinic hace tres años, esas camisetas se venden como pan caliente. Pero no solo hay espacio para reírse de Pinochet. Hay bragas con el martillo y la hoz comunista, un retrato de Carlos Bagni del Palacio de La Moneda en llamas y, en el subsuelo, la cereza del postre: la venta de libros. Allí, algún desorientado puede comprar Cartas a un joven español, del ex presidente español José María Aznar, o Benedicto XVI y el último cónclave, del periodista Alfredo Urdaci.
'Antes del procedimiento judicial contra Pinochet, los responsables de abusos contra los derechos humanos se sentían a salvo bajo la protección de leyes de amnistía, disposiciones de prescripción o concesiones de inmunidad. Diez años después, delitos como la tortura, la desaparición forzada o las ejecuciones extrajudiciales ya no se consideran un problema político que debe ser resuelto por los diplomáticos', manifestó ayer Esteban Beltrán, director de la Sección Española de Amnistía Internacional (AI), en recuerdo de la orden dictada por el juez Baltasar Garzón que puso fin a la impunidad internacional del dictador chileno.
En estos diez años, AI ha presentado 17 demandas contra dirigentes políticos. De ellas, once han sido admitidas a trámite, sea en fase de instrucción o con auto de procesamiento: Chile, Argentina (extradición de 40 personas y caso Cavallo), Guatemala, China (Tibet y Falun Gong), Sahara, caso Couso, Ruanda, nazismo y Palestina/ Israel. Pese a la brecha abierta por Garzón, AI sigue considerando que queda mucho camino por recorrer. La Corte Penal Internacional y otros tribunales internacionales ven limitadas sus funciones. En opinión de AI, los estados, como agentes de la comunidad internacional, deben hacer valer el régimen de derecho internacional para 'perseguir e investigar los crímenes contra la humanidad'.
CORRECCIÓN: Amnistía Internacional no ha sido parte demandante en ninguno de los 17 procesos a los que hace referencia esta noticia. En un comunicado, esta organización precisa: 'En la última década, hasta donde llega el conocimiento de Amnistía Internacional, se han presentado en nuestro país 17 demandas judiciales basadas en jurisdicción universal. De ellas, once han sido admitidas a trámite, sea en fase de instrucción o con auto de procesamiento: Chile (Pinochet y otros), Argentina (solicitud de extradición de 40 personas y caso Cavallo), Guatemala, China (Tibet y Falun Gong), Sahara Occidental, caso Couso, Ruanda, campos de concentración nazis y Palestina / Israel. En un caso -Scilingo, Argentina-, se ha llegado a celebrar un juicio oral que ha terminado en un sentencia condenatoria.'
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