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La cartelera propone porno contra la miseria

'¿Hacemos una porno?' y la ganadora del premio a mejor director en Cannes, 'Tres monos' , entre otras, aterrizan en las pantallas españolas

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¿HACEMOS UNA PORNO?,por Rubén Romero

Hace un par de años se estrenó Vaya par de productores (Stephen Surjik, 2007), una película con el mismo punto de partida que la que nos ocupa: dos perdedores deciden hacer una película porno para salir de su miseria. Sin llegar al nivel de desparrame de la vitriólica Orgazmo (Trey Parker, 1997), que también trató el tema juntándolo con la religión, Vaya par... no era gran cosa, pero visto lo visto, le da sopas con ondas a la propuesta de Kevin Smith. Con el tiempo, el niño milagro de los hermanos y productores Weinstein ha ido perdiendo brío: nunca fue un gran cineasta, aunque sí un guionista ocurrente, capaz de conjugar gamberrismo escatológico (el muerto empalmado de Clerks, la pitonisa con tres pechos de Mallrats) y cultura popular (la omnipresencia de Star Wars o los cameos de Stan Lee) con cierto encanto.

En plena popularización del postmodernismo, él estaba ahí para darnos los referentes que precisaba aquel invento comercial llamado generación X; parecía destinado a remozar la comedia adolescente ochentera de John Hughes, aplicándole sexo, palabras malsonantes y trabajos basura. Todo eso ha pasado a mejor vida. Smith ha envejecido mal y lo peor de todo es que no es capaz de aceptarlo. Pretende revivir el espíritu Sundance, pero los noventa quedan muy lejos, Kurt Cobain se ha muerto y Evan Dando ha dejado las drogas. Para recuperar prestigio comercial tras el desastre de ‘Clerks 2', lanza esta comedia romántica en la línea del Apatow de Virgen a los 40 o Lío embarazoso (el varón como un ente infantiloide incapaz de enfrentarse a la mujer), pero como anda fuera de juego, tampoco sabe que eso ya no, que ahora el que mola es el burrancano de Todd Philips, el de la próxima ‘Resacón en Las Vegas'.

Pone un título provocador y enseña tetas, culos y penes, pero ahí se acaba todo la obscenidad del filme: sus diálogos son bastante más castos que los de ‘Física o química' y el final es de un moralizante empalagoso que no protagonizaría ni Sandra Bullock. Ver ¿Hacemos una porno? es lo más parecido al trauma ‘facebookero': de repente te agrega el/la ex compañero/a por quien bebías los vientos en el instituto y de quien llevas años sin saber nada y compruebas horrorizado, al ver su foto, los estragos que el tiempo inmisericorde le ha producido... Aunque tal vez lo peor de esa sensación sea caer en la cuenta de que quizás la otra persona también piensa lo mismo de tí.

CUESTIÓN DE TAMAÑO

No hay nada más que ver el casting para darse cuenta de lo perdido que anda Kevin Smith: mientras Steven Soderbergh contrata a la estrella porno del momento, Sasha Grey, para su The Girlfriend Experience, Smith tira de viejas (adorables, pero viejas) glorias del cine para adultos como Traci Lords y Katie Morgan. Para parecer moderno, Smith ficha a Seth Rogen, un habitual de la factoría Apatow y pone a Jason Mewes (Jay, el inseparable compañero de Bob ‘El Silencioso') a enseñar su cacharro, como si de una comparativa fálica con el integral de Jason Segel en ‘Paso de ti' (también de Apatow). 

PARQUE VÍA, por Eulàlia Iglesias

La casa para quien la habita. Podría ser una pintada okupa o una reformulación del clásico lema revolucionario para la actual situación de la vivienda. Pero el sentimiento que desprende Parque Vía, película centrada en Beto (Nolberto Coria), el guardián solitario de una mansión deshabitada, tiene más que ver con la experiencia individual que con la reivindicación social.

Enrique Rivero nos introduce en su primera película con un largo plano secuencia que recorre al mismo tiempo la gran torre que sirve de escenario casi exclusivo del filme y la cotidianeidad de su único inquilino. Protagonista humano y protagonista arquitectónica aparecen ya desde el principio inextricablemente unidos. Porque Parque Vía es ante todo una historia íntima: la que vive Beto con la casa que cuida, convertida por su propia voluntad en la jaula de oro que lo aísla de un mundo exterior del que sólo recibe noticias de violencia por los medios de comunicación, su único vínculo con el mundo además de la propietaria de la casa y una prostituta confidente.

Para Beto, la aburrida rutina del día a día es la liturgia que sigue otorgando sentido a toda su vida y la casa que vigila, su templo. Como otros cineastas mexicanos de su generación -Carlos Reygadas o Amat Escalante-, Rivero apuesta por intérpretes no profesionales, una puesta en escena austera y desdramatizada, unos protagonistas en apariencia, sólo en apariencia, sin demasiado interés, un ritmo moroso y un retrato tangencial de su país, para acabar ofreciendo un filme apasionante sobre el amor y el instinto de supervivencia. Con un sentido de la ironía que contrarresta la gravedad de la propuesta, ‘Parque Vía' también es una de las películas más redondas e interesantes surgidas del nuevo cine mexicano. Habrá que seguir la la pista a Rivero, que prepara ya el guión de su segunda película. 

LA MÚSICA

El cant dels ocells, la melodía popular que hizo famosa Pau CasaLS con su violoncelo, ha dado nombre a la última película de Albert Serra, que la utiliza en su filme en un sentido literal y metafóricamente epifánico. Resulta curioso escuchar la misma canción en Parque Vía, aquí interpretada por otro violoncelista y provocando un efecto diferente al espectador. Un momento shock que también relaciona el cine de Rivero con el de esa nueva ola de cineastas mexicanos.

TRES MONOS, por Gonzalo de Pedro

Un crimen involuntario cometido en plena noche por un político en campaña electoral. Una salvación improvisada: que su chófer cargue con la culpa del crimen y la consiguiente pena de cárcel. Y una traición posterior: el político enamora a la mujer del chófer para después rechazarla sin piedad. El entramado de culpas, heridas sin cerrar y secretos a voces con las que Nuri Bilge Ceylan construye su sexta película siempre sobre una Turquía ruinosa y de cielos plomizos, ¿será la metáfora de un país herido y culpable? Probablemente, no, porque Bilge Ceylan pone todas sus fuerzas, no en la metáfora ni en el drama íntimo, sino en los efectos de posproducción necesarios para conseguir la estética que busca, un aspecto visual que se superpone y ahoga la película. Tres monos cautivó en Cannes 2008, donde se hizo con el premio a mejor director. 

DIRECCIÓN

Si las películas fueran espejos, podríamos clasificarlas en función de lo que en ellas se refleja. Algunas recogerían reflejos del mundo, ecos de la vida; otras, reflejos del propio rodaje. En los fotogramas de Tres monos sólo encontraríamos el rostro ensimismado de su director -más conocido por ‘Lejano', que compitió en Cannes en 2002- como un narciso que sonríe al contemplar su reflejo en el agua. Empeñado en convertirse en el gran manierista del cine contemporáneo y deslumbrado por la belleza negra de sus imágenes, Bilge Ceylan se ha convertido en un director ciego, capaz de filmar películas de espaldas al mundo, que sólo se miran a sí mismas.

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