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ANÁLISIS- Agencias de rating: ¿nuevo poder en política europea?

Reuters

Por Peter Apps

Hace un año, eran uno de los grandes culpables en la crisis financiera. Ahora, las tres agencias de calificación de deuda están emergiendo como los nuevos grandes poderes en la política europea, influyendo en las políticas de unos Estados que se enfrentan a déficit fiscales récord.

Una advertencia, un cambio en las perspectivas del rating o, en el peor de los casos, una rebaja en la calificación de Fitch, Moody's o Standard and Poor's eleva el coste de los préstamos de un Estado y proporciona munición fácil a los partidos en la oposición.

"Han asumido una importancia colosal porque no hay nadie más con la imparcialidad necesaria para calificar a las economías desarrolladas", dijo Steve Schifferes, catedrático de periodismo financiero en la City University de Londres.

"Es irónico, porque se les culpó hace bien poco de la crisis económica".

Las agencias de rating dieron una nota de 'AAA', la más alta posible, a los paquetes de deuda hipotecaria estadounidense. Cuando el mercado de vivienda norteamericano se derrumbó, los impagos se extendieron por todo el sistema financiero, destruyendo bancos y desencadenando una recesión mundial.

Pero los tiempos han cambiado. Las agencias de rating están decididas a no volver a ser acusadas de pasar por alto riesgos crediticios y hasta una sencilla nota negativa de uno de sus analistas puede arrastrar a la baja una divisa e impulsar en sentido contrario las rentabilidades en el mercado de bonos.

Grecia ha pasado estos dos últimos días tratando de tranquilizar a los inversores tras una rebaja de Fitch. Su primer ministro prometió hacer lo que fuera necesario para recuperar la credibilidad. Mientras los mercados griegos sufrían las consecuencias de la rebaja, las instituciones políticas europeas no daban muestras de apoyo financiero.

La amenaza de una medida similar planeaba sobre el presupuesto extremadamente austero que presentó este miércoles Irlanda, así como sobre el informe previo a los presupuestos elaborado por el Gobierno británico, que, pese a su neutralidad en materia fiscal, prometía amplios recortes del gasto público.

El mismo día, Standard and Poor's lanzó un aviso al Gobierno español, que se ha embarcado en un gigantesco programa de obras públicas para frenar el avance del paro, al darle una perspectiva negativa a la calificación para la deuda española y pedir rebajas en el gasto.

"Los políticos están mucho más preocupados por lo que dicen las agencias de lo que lo estaban antes", David Lea, analista de Control Risks Western Europe.

La perspectiva negativa significa que hay una entre tres posibilidades de que se produzca una rebaja en un plazo de dos años.

En enero S&P rebajó el rating a la deuda pública española a 'AA+' desde 'AAA'.

La calificación crediticia AAA para el Reino Unido también se encuentra en el punto de mira. S&P la puso en perspectiva negativa en mayo y aunque Moody's y Fitch mantuvieron la perspectiva en estable, realizaron una serie de comentarios en los que pedían mayor austeridad.

ESPERANDO ELECCIONES EN REINO UNIDO

"Es enormemente importante que Reino Unido mantenga una calificación alta si puede por la simple razón de que el coste de esa deuda aumentará si baja la calificación", dijo Howard Wheeldon.

El Partido Conservador en la oposición ha mencionado frecuentemente la medida de S&P en discursos y comunicados para subrayar su compromiso de hacer estrictos recortes de gasto.

Cualquier rebaja antes de las esperadas elecciones generales de mayo de 2010 podría ser un duro revés para el Gobierno del primer ministro británico, Gordon Brown.

Una rebaja tras las elecciones podría minar la credibilidad de la probable nueva administración conservadora.

"Lo que intento es asegurar que Reino Unido mantenga sus calificaciones de crédito", dijo el viernes a Reuters el portavoz de economía del Partido Conservador, George Osborne.

Por ahora las agencias parecen resistirse a cualquier movimiento significativo en Gran Bretaña hasta después de las elecciones, diciendo que el informe previo de presupuestos no cambia materialmente su perspectiva.

Las calificaciones a estados soberanos han sido tradicionalmente mucho más móviles en los mercados emergentes, donde muchos países han visto cambiar sus calificaciones en el último año.

Sin embargo, puede decirse que han sido menos cruciales para el sentimiento del inversor de lo que son ahora para las economías occidentales, porque los inversores han observado los acuerdos de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) como una referencia para la solvencia.

Las decisiones del FMI de retrasar tramos de ayuda multilateral han afectado a activos ucranios, letones o rumanos más intensamante que los cambios de calificaciones.

Pero para la Europa occidental, no hay tal árbitro independiente, lo que da a las agencias más poder e influencia.

Los críticos han acusado a las agencias de un conflicto de intereses en el que eran pagadas por los emisores para calificar los paquetes de hipotecas de alto riesgo que casi deshicieron la economía global. Este no es el caso de las calificaciones para países como Reino Unido o Grecia.

Algunos países pequeños como los emergentes de África pagan por una calificación crediticia, pero los países más grandes generalmente no lo hacen.

Eso deja a un puñado de analistas de calificación soberana -- generalmente menos pagados que sus homólogos en el sector bancario-- a los mandos del destino de naciones.

Otra crítica es la relativa falta de competencia y, hasta hace poco, la ausencia de regulación. Existen sólo tres grandes agencias y sus métodos no están sujetos al mismo escrutinio que se aplica a la solvencia de otros.

"No es que necesariamente sepan más que otros analistas", dijo Schifferes. "Pero dado que la calificación crediticia es una cosa en la que es fácil fijarse, tienen mucho más poder. No es muy democrático".

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