Rocío se quedó embarazada con 16 años. Cuando las pruebas de embarazo le confirmaron sus presagios tuvo claro que quería abortar. Explica que éste fue su primer acto de 'verdadera responsabilidad', y a sus 23 años considera que sigue siendo la decisión más importante que ha tenido que tomar en su vida

A pesar de que sabía que la opinión de su familia era favorable al aborto, tuvo que ser la madre de su novio la que informara a su propia madre. Ésta fue la encargada de buscar una clínica privada para realizar el aborto, algo que le dejó secuelas durante mucho tiempo. 'Siempre he estado a favor del aborto, y lo seguiré estando', explica Rocío, que hasta ese momento nunca había pisado un quirófano. Recuerda que la intervención le resultó 'algo muy desagradable'.

El apoyo de su madre vino acompañado de una reprimenda. 'Me dijo que esto no podía volver a ocurrir, y me reprochó que no tenía edad para tener relaciones sexuales', recuerda. El aborto y la riña materna le dejarían mella durante varios años.

Rocío comenzó a temer mantener relaciones sexuales con su pareja y cuando veía a un bebé sufría ataques de ansiedad. Por ello, cree que si una menor tiene que abortar sus padres deberían tener conocimiento porque 'abortar con 16 años sin el apoyo de tus padres, que no consentimiento, es una locura'.

Su experiencia, que califica como 'traumática', le sirve para poder opinar sobre la materia con pleno conocimiento. 'Un aborto debe ir acompañado de un posterior seguimiento sicológico y ginecológico', explica, y pide a los antiabortistas que dejen a cada persona decidir sobre su cuerpo y su vida.

Una vez, en su clase se originó un debate en torno al aborto. 'Una compañera comenzó a decir que el aborto era un asesinato, un crimen'. Rocío se levantó, la miró a los ojos y le dijo: 'Entonces te sientas al lado de una asesina'. Y salió llorando del aula. 'Si no están a favor del aborto que no lo hagan, pero que dejen tomar a cada mujer su decisión'.