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Urgencias La Paz Del estrés al desmayo por ansiedad: se agrava la situación de las enfermeras en las urgencias de la Paz

En los últimos dos meses, tres trabajadoras han tenido que ser atendidas por sus compañeros debido a problemas cardíacos o neorulógicos graves y varios más han causado baja debido al estrés y la ansiedad que viven a diario sin que se hayan tomado medidas desde que lo denunciaron, hace ya más de un año.

Una sala de las urgencias del Hospital La Paz de Madrid, desbordada de pacientes.- @URGENCIASLAPAZ

“Estamos agotados física y psicológicamente. En un mes y medio hemos tenido que atender a tres compañeras en su lugar de trabajo por crisis graves, en plenas urgencias. Hemos conseguido aguantar un poco el ritmo desde el año pasado, pero desde hace algunos meses también hay varias compañeras que han ido cogiendo la baja por ansiedad y estrés. No pasa de repente, se va sumando todo, granito a granito, hasta que explota”. Esta es la situación que describe una enfermera que lleva más de tres años trabajando en las urgencias del Hospital Universitario La Paz de Madrid. La situación no es nueva pero, según relatan a Público varios trabajadores que prefieren mantener el anonimato y diferentes sindicatos del hospital, el estrés y la ansiedad que ya padecían hace poco más de un año se está agravando sin que se hayan puesto soluciones.

De las crisis de ansiedad, el estrés y los llantos se está pasando a episodios más graves, denuncian los empleados de un hospitals cuyas urgencias atienden a una media de 600 pacientes al día. Por ejemplo, el pasado 3 de enero, una trabajadora del servicio tuvo que ser atendida en el box de reanimación por un problema cardíaco “desencadenado por el alto nivel de estrés en su entorno de trabajo”, explica Guillén del Barrio, enfermero y delegado sindical del Movimiento Asambleario de Trabajadores de la Sanidad (MATS) en el hospital. Una circunstancia que han confirmado a este diario otros sindicatos de enfermería como Satse y otros tres trabajadores entrevistados por Público. “Sufrió una arritmia y estuvo monitorizada”, apunta la enfermera ya mencionada.

Hace menos de un mes, añade Del Barrio, otra trabajadora fue también atendida en este box “en mitad de su turno por una sospecha de incidente neurológico grave que resultó ser causado por la ansiedad”. Una de sus compañeras, con más de una década de experiencia en urgencias de este hospital, apunta a Público que el personal de neurología que la asistió habla de un episodio similar a un “ictus” desencadenado por ansiedad.

“Hace poco, otra compañera sufrió un síncope, se desmayó en mitad del servicio y también hubo que atenderla en el box de reanimación”, relata esta enfermera. “Yo nunca había visto en mi vida lo que está pasando ahora, y llevo trabajando aquí desde que terminé la carrera. No había estos problemas antes. Tampoco había visto a gente tan joven y tan quemada con un trabajo que les encanta y donde se aprende mucho. Tampoco había sabido de tantas bajas por ansiedad y estrés”, apunta esta profesional de las urgencias.

Según el MATS y el Satse, al menos cuatro enfermeras y tres auxiliares de enfermería están o han estado de baja este invierno por ansiedad, sin contar a las otras tres trabajadoras asistidas en su turno de trabajo. “Varias de ellas han pedido el traslado, algunas de las que están de baja también quieren irse, otras han pedido una adaptación del puesto de trabajo al comité de salud laboral y otras, aunque quieran irse, sus contratos precarios no lo permiten”, relata Del Barrio. Fuentes del departamento de comunicación del hospital no niegan estas circunstancias, aunque no dan información más concreta por protección de datos. Sin embargo, afirman que “todos los puestos están cubiertos”. “Urgencias siempre es un servicio estresante pero se está reforzando con personal y medios”, aclaran las mismas fuentes.

"El espacio físico está abarrotado, no caben las camas, no caben las camillas. Es un caos constante"

La situación no se debe sólo a una causa, apuntan los sindicatos y los trabajadores, sino a un cúmulo de circunstancias que hace tiempo convirtieron las urgencias de este hospital, inaugurado en los 60, en un “caos constante”. “No ha cambiado nada el edificio en todos estos años. Ya no es sólo el número de pacientes que tenemos a cargo en determinados momentos. Es que el espacio físico está abarrotado, no caben las camas, no caben las camillas, hay pacientes en sillones, en sillas de ruedas, todos apelotonados en las salas”, explica un enfermero del servicio. “Yo llevo pocos años, pero otros compañeros que llevan más de 20 dicen que llevan denunciado esto años y que nada ha cambiado”, destaca. “Acabamos el turno agotados”, sostiene.

Tanto MATS como Satse advierten de que la situación no va a mejorar, ya que se están produciendo colapsos en las urgencias desde hace semanas y falta el pico de la epidemia de gripe, prevista para esta semana o la próxima. “Este año se ha retrasado y ya estamos así. Pero el estrés y la ansiedad no se dan sólo durante los picos. Hay un problema de salud laboral debido al agotamiento por sobreesfuerzo. Te dejas la salud para sacar adelante a tus pacientes y llega un momento en el que te rompes, aunque la urgencia no esté colapsada”, resume el delegado del MATS.

Una de las enfermeras entrevistadas no tiene dudas sobre la carga de trabajo que soporta: “He trabajado en las urgencias de otros tres hospitales madrileños y en ninguna he tenido tantos pacientes a cargo y esta sensación de falta de aire constante”.

El pasado año, casi 200 trabajadores de las urgencias de este centro realizaron un test de estrés impulsado por los representantes de sus trabajadores ante la falta de información facilitada por el centro sobre este asunto. Recurrieron al estudio FPSICO 3.1, elaborado por el Ministerio de Empleo y los resultados arrojaron más preocupación: la inmensa mayoría padecían un riesgo “muy elevado” en su carga de trabajo y en su participación en la toma de decisiones. “Denunciamos ante la Inspección de Trabajo y ésta ordenó que se realizasen los test de forma oficial y regulada, pero aún no sabemos nada”, señala Del Barrio.

Cierra de camas

El cierre de camas en las plantas del hospital es otro de los factores de estrés y “sobreesfuerzo” que denuncian los trabajadores. Según esgrime el MATS, con datos de la memoria anual del hospital, La Paz ha cerrado tres plantas y ha perdido 72 camas. La dirección del centro sostiene que, recientemente, han habilitado 24 camas en planta dotadas del personal de enfermería y facultativo necesario para hacer frente a la epidemia gripal. Del Barrio lo confirma, pero niega que sea suficiente. “Es un parche más. Alivia, pero el problema estructural no se resuelve. En verano se volverán a cerrar camas y tendremos situaciones parecidas”, advierte. “El problema es que sólo hacen esto cuando empieza a contarse en los medios la situación”, critica una enfermera.

"Para muchos de nosotros es un castigo ir a trabajar. Literalmente"

"Si no hay camas libres en planta no podemos sacar a los pacientes de urgencias. A veces pasan días en una sala con otros 30 pacientes, y son salas pensadas para muchos menos. Hay días que tenemos a 50 pacientes en algunas salas con dos o tres enfermeras a cargo. A eso súmale los familiares que les acompañan. Hay mucha tensión porque están enfermos y están incómodos, y somos el personal de enfermería los que tenemos que enfrentarnos a eso directamente. Eso también estresa muchísimo”, relata una de las enfermeras entrevistadas. “Para muchos de nosotros es un castigo ir a trabajar. Literalmente. Si te toca la sala 3, de pacientes agudos, sabes que vas a tener a gente en sillones y camillas porque no hay camas. Ya entras a trabajar devastado psicológicamente”, confiesa la enfermera, que junto a los otros dos trabajadores, hablan de falta de medios humanos y materiales y de una infraestructura obsoleta. “Es que nos faltan hasta tensiómetros, termómetros y otros materiales que vamos buscando de sala en sala”, relata.

A la espera del nuevo hospital

Ante los colapsos constantes, una enfermedad crónica de este servicio de urgencias, que ya se denunció el pasado invierno, y relatos cómo estos, la Consejería de Sanidad y el propio hospital anunciaron que se había puesto en marcha el proyecto para diseñar y licitar una remodelación de las urgencias por valor de casi 14 millones de euros. Sin embargo, la entonces presidenta regional, Cristina Cifuentes, anunció poco después un nuevo proyecto que consistía en prácticamente hacer un hospital nuevo. “La remodelación de las urgencias se ha abandonado porque, estudiando los plazos, se terminaría casi a la vez que el nuevo proyecto de remodelación del hospital”, apuntan desde la dirección del centro, que considera que no tiene sentido invertir en remodelar algo que dejaría de usarse poco después.

“Cifuentes dijo que las obras empezarían en enero, pero ahora mismo ni siquiera está contratada la empresa que va a hacer los planos ni mucho menos la empresa constructora”, denuncia Del Barrio. Desde la dirección del centro tampoco pueden poner fechas concretas sobre la mesa, más allá del “plan funcional” para el que se están manteniendo reuniones y que estará listo “en pocas semanas”. Sí señalan que, el año pasado, ya se habilitó una nueva sala polivalente con capacidad para 13 pacientes en urgencias. Una sala que, según los trabajadores entrevistados, “casi siempre duplica su capacidad como mínimo”.

Para Del Barrio, el problema es “generalizado”, y la lucha por mejorar este servicio “esencial” en uno de los mejores hospitales de España “no es sólo sindical, también debe ser social”. No es cuestión de “poner más enfermeras con contratos eventuales si no hay donde ingresar los pacientes de urgencias”, reseña. Los profesionales coinciden en la necesidad de “publicitar más y reforzar muchísimo” la atención primaria, ya que “si los centros de salud no dan citas rápido para dolencias leves, acaban viniendo a nuestras urgencias con dolencias ya graves. Eso está pasando ahora mismo y lo estamos notando desde hace tiempo”, sentencia una de las enfermeras.

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