La semana después de la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos comienza con un notable repunte del número de personas migrantes llegadas a Canarias, la ruta migratoria más activa, pero que lleva dos años registrando descensos tras el visto bueno del Gobierno español al plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental.

Entre el 1 y el 7 de febrero han llegado al archipiélago 624 personas , según los reportes diarios de Salvamento Marítimo, que la madrugada del lunes al martes rescató a 155 personas a bordo de dos lanchas neumáticas al sureste de Lanzarote. Es decir, que solo en los primeros siete días de febrero han arribado más personas migrantes a las islas que en todo el mes de enero, que acabó con 556 personas rescatadas de 14 embarcaciones.

Una cifra que sorprende después de un comienzo de año y final de 2022 con una reducción significativa en el tránsito de esta ruta que ha durando, por el momento, hasta después de la cumbre hispano marroquí, en la que el control migratorio era uno de los asuntos clave y la gran baza con la que Marruecos suele presionar a España y a la UE.

Este fin de semana, el primero después de la cumbre, ha sido el primer pico con varias llegadas a Canarias del año, y se ha producido más tarde de lo habitual en años anteriores. De hecho, este enero ha sido el que menos llegadas ha registrado en los último tres años —los más críticos desde la crisis de los cayucos de 2005 y 2006, con un descenso del 82,3% respecto al de 2022, cuando llegaron casi 3.200 personas.

El aumento del tráfico de pateras en esta ruta comenzó en 2019, pero eclosionó con mucha fuerza en 2020 y 2021, generando graves problemas en la gestión de la acogida en Canarias que obligaron al Gobierno a improvisar una serie de centros de recepción en varias islas.

El cierre de esta ruta, la más peligrosa del mundo según Naciones Unidas, ha sido la mayor preocupación del Gobierno en el plano migratorio desde 2021, y solo empezó a estabilizarse después de que Pedro Sánchez visitara Marruecos para sellar la paz diplomática el pasado abril.

En septiembre ya se vieron los primeros resultados claros de esta reconciliación. Marruecos reforzó la vigilancia en sus costas y en las del Sáhara ocupado; descendieron las llegadas de pateras, aumentaron las salidas interceptadas por Marina Real marroquí y 2022 acabó con un descenso de la llegada de migrantes a las islas de casi el 25%. En 2021, año de la crisis en la que Marruecos permitió el cruce masivo de más de 10.000 personas por su frontera con Ceuta, la ruta canaria solo había descendido un 4% respecto a 2020, y las llegadas superaban las 20.000. 

Hasta la celebración de la cumbre, Marruecos ha seguido manteniendo a raya la salida de embarcaciones tanto en el Estrecho y el Mar de Alborán como en su costa atlántica. El Gobierno ha sacado pecho en varias ocasiones de esta reducción, en teoría, fruto de las nuevas relaciones entre ambos países. En la reunión de Rabat de la pasada semana, ambos ministerios del Interior reforzaron su cooperación en la lucha contra el tráfico de personas y en el control de los flujos migratorios.

Con la ruta más caliente bajo control, España quería avanzar hacia el siguiente paso para recuperar totalmente la situación previa a la quiebra de relaciones. Eso pasaba por que Marruecos volviera a aceptar a migrantes deportados, algo habitual hasta el estallido de la pandemia en 2020. Como era de esperar, no hubo ningún anuncio sobre este punto al cierre de RAN, aunque Interior confía en que la maquinaria de las devoluciones y expulsiones al país vecino se vuelva a activar a lo largo de este año.

Por el momento, la realidad pasa por cierta inestabilidad en la ruta canaria solo una semana después de la reunión en la que Mohamed VI ni siquiera recibió al presidente español y a sus 12 ministros.