madrid
Carbamatos, organofosforados, molusquicidas, estricninas y rodenticidas. No es la lista de la compra de Walter White, son algunas de las sustancias venenosas que desde hace 25 años se han utilizado de manera ilegal en España, provocando la muerte de 21.260 animales salvajes, la mayoría de ellos especies amenazadas por la extinción. La cifra, que ha sido revelada en un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza y SEO/BirdLife, se basa en la evolución de los datos autonómicos sobre el uso de cebos, que arrojan un total de 9.700 episodios de envenenamiento que han causado efectos negativos en la fauna española.
Si bien es cierto que los datos son elevados, la realidad muestra que las medidas de prevención y vigilancia implementadas por las diversas administraciones están teniendo efectos en la cifra de casos registrados. Así, la incidencia de estas sustancias químicas orientadas a eliminar depredadores ha descendido casi un 70% en la última década, tal y como han indicado los representantes de las dos organizaciones que han elaborado el informe. Se ha pasado de 634 episodios registrados en 2008 a los 200 en el año 2017. No en vano, los conservacionistas señalan que los datos que se manejan de manera pública podrían ser mucho más elevados, y estiman que cerca del 15% de los casos no terminan de detectarse debido a la escasez de recursos en determinadas zonas de España.
El uso de cebos tóxicos, una práctica prohibida porque no permite controlar la población de una forma selectiva, tiene como objetivo acabar con parte de los animales depredadores de la zona, sea por ganaderos que tratan de proteger sus rebaños o por cazadores que pretenden alterar el ecosistema para tener acceso a un mayor número de piezas contra las que disparar. Esto hace que la mayor parte de las víctimas sean especies concretas que ya se encontraban amenazadas o en riesgo de extinción.
Las aves rapaces, especies carroñeras que descienden de los cielos para alimentarse, son las más afectadas por el uso del veneno, ya que suponen el 35% del total de las muertes registradas en el informe de WWF y SEO/BirdLife. El Buitre Leonado es el ave más afectado, con 1.757 ejemplares muertos, seguido del Milano Real, con 1.479, y del Buitre Negro, que ha sufrido la pérdida de 624 miembros de la población española durante los últimos 25 años por causa de estos cebos. Además, en las listas destaca la presencia de especies catalogadas en riesgo o en peligro de extinción como el Quebrantahuesos o el Águila Imperial Ibérica.
Los mamíferos domésticos, principalmente perros y gatos, son el segundo grupo más afectado por los daños colaterales del veneno y suponen el 21% del total de las muertes. Esto se debe, según explican las organizaciones ecologistas, a episodios de envenenamiento ubicados en parques de entornos urbanos, cuyas causas se alejan de las actividades cinegéticas y ganaderas. El caso del perro, afectado por cebos en ciudades o en entornos rurales, resulta llamativo, ya que se han contabilizado 3.543 muertes en el periodo de estudio del informe.
Los carnívoros terrestres son el tercer grupo más afectado por la colocación de sustancias de estos químicos, y suponen el 9% del total de las muertes. En este punto, aparecen especies en peligro de extinción como el Oso Pardo, cuya recuperación se está viendo ralentizada en las últimas décadas, o el Lobo Ibérico, que ha registrado 133 envenenamientos en los últimos 25 años.
La publicación recoge también los denominados "puntos negros del veneno", es decir, las provincias españoles donde se han registrado mayores casos de envenenamiento en los últimos años. Toledo, una provincia con una fuerte tradición cinegética, contabiliza 806 episodios de envenenamiento en los últimos 25 años. Granada es otro de los lugares marcados por el uso ilegal de estas sustancias tóxicas, en tanto que ha contabilizado 683 episodios. Le siguen Sevilla, con 598 casos, y Valladolid, que ha localizado 588. Por comunidades autónomas, el ranking es el siguiente: Andalucía (2.484 episodios / 3.797 animales muertos), Castilla y León (2.056 episodios / 4.749 animales muertos), Castilla-La Mancha (1.368 episodios / 4.075 animales muertos) y Catalunya ( 702 episodios / 1.380 animales muertos).
En cualquier caso, la mayor presencia de casos de envenenamiento de fauna silvestre no quiere decir que sea los lugares donde realmente se atenta más contra la biodiversidad, sino donde más esfuerzos se realizan para detectar los cebos e investigar las muertes. Así lo entienden desde el Fondo Mundial para la Naturaleza, que recalca la necesidad de que la Administración intensifique los mecanismos de vigilancia para conocer con mayor precisión la gravedad de los hechos.
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