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La pandemia ha provocado innumerables dramas. Las distancias se han agrandado, el paro se ha disparado y las muertes por culpa del coronavirus siguen creciendo, día a día, desde hace ya un año. En ese contexto, desde el ámbito sanitario advierten sobre la necesidad de reforzar y apuntalar la atención en salud mental: se trata, destacan los expertos, de una cadena que urge romper. Porque romper, en este caso, puede ser sinónimo de salvar.
No en vano, los planes de prevención de suicidios cobran una atención especial. La parlamentaria de EH Bildu Rebeka Ubera quiso conocer cómo va el de Euskadi, donde en junio de 2019 se anunció públicamente el lanzamiento de una Estrategia de Prevención de Suicidios. El objetivo, avanzaron entonces desde la Consejería de Sanidad de Euskadi, no era otro que "avanzar en una doble dirección: la detección precoz de las conductas de riesgo suicida para actuar con celeridad y de forma coordinada; y la visibilización social del suicidio derrumbando estigmas y tabúes, y cuidando a las personas supervivientes".
Ubera recordaba en su iniciativa que el plan contemplaba "elaborar un informe anual de seguimiento" dirigido a describir "la actividad realizada durante ese periodo, los resultados obtenidos y las acciones y resultados previstos para el siguiente año". En su respuesta, el Gobierno Vasco señaló que "la crisis de la pandemia por COVID -19 ha influido, y aún lo sigue haciendo, en la puesta en marcha de las actuaciones, distorsionando la realización de las acciones señaladas y priorizadas dentro dicha estrategia".
El Ejecutivo que dirige Iñigo Urkullu argumentó que "la razón de esta modificación de la hoja de ruta establecida ha tenido que ver con el hecho de que los agentes implicados se han ocupado de acciones relacionadas con el control de la pandemia y con la derivación de recursos, concretamente del sistema sanitario y social, hacia la implementación de medidas generales para el control de la crisis". Por tales razones, señaló, "no se han podido cumplir totalmente los objetivos propuestos, entre los que se encuentra la elaboración del informe solicitado".
La asociación vasca Biziraun, integrada por personas afectadas por el suicidio de un ser querido, conoce de cerca esa estrategia del Gobierno Vasco que se ha visto afectada por la pandemia. Fuentes de esa organización señalaron a Público que, entre otras medidas, habían solicitado la puesta en marcha de un teléfono exclusivo de atención, algo que fue desestimado porque se entendía que la "puerta de entrada" debía ser el ya existente teléfono del consejo sanitario, un servicio que "por motivos obvios está saturado".
"Siendo conscientes de la difícil realidad que vivimos, a comienzos del pasado julio nos pusimos en contacto con las personas que coordinan la estrategia planteándoles una propuesta de colaboración para atender a las personas que, desgraciadamente, están perdiendo a sus seres queridos por suicidio. Esta propuesta, por un motivo o por otro, no se ha llegado a materializar", señalaron desde Biziraun.
Esta asociación se mantiene activa "sin recibir ningún apoyo institucional", pese a que tal respaldo figura precisamente entre las medidas del plan de prevención de suicidios que "ya tenían que estar implementadas". En cambio, Biziraun funciona "por el altruismo, la generosidad y la solidaridad de las personas que la integran, porque son conocedoras en primera persona de la ruptura emocional que genera este tipo de pérdidas y de la falta de atención por parte de las instituciones públicas".
"Hacen falta recursos"
El psicólogo clínico Javier Jiménez, presidente y miembro fundador de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención de la Conducta Suicida (AIPIS), muestra sus dudas sobre la efectividad real de este tipo de planes institucionales, "al ser una mera declaración de buenas intenciones" que, señala, no siempre son dotados "de los medios necesarios para llevarlos a cabo". "Cuando sale cualquier consejero a decir que se ha aprobado un plan de prevención y los medios me preguntan al respecto, yo les pido que averigüen cuál es el presupuesto del que se ha dotado ese programa", subraya. Público ha formulado esa consulta a la Consejería de Sanidad del Gobierno Vasco, pero hasta el momento no ha habido una respuesta.
En esa línea, Jiménez indica que "unas cuantas comunidades han comprado programas de prevención, pero luego hace falta que existan recursos para ejecutarlos y ver también cuál es su grado de cumplimiento. En otras palabras: no me digas para cuántos es el curso, sino cuántos han ido al curso", señala este experto.
Andoni Ansean, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, ha trabajado en la elaboración de varios planes autonómicos. "Todo el mundo entiende que la pandemia en general, y sobre todo en el ámbito sanitario, ha afectado de una manera brutal en 2020", apuntó. "Hoy está trastocado todo. ¿Eso ha supuesto que se hayan tenido que paralizar todos los planes? El coronavirus a día de hoy puede servir de explicación para muchas cosas que se han hecho y para otras que se han dejado de hacer", resume.
Entre otros planes autonómicos integrales, Anseán elaboró el que a día de hoy está vigente en Galicia. Sin embargo, desde la Consellería de Sanidad de la Xunta de Galicia prefirieron no explicar cómo ha avanzado esa iniciativa hasta ahora, sino que remitieron una nota de prensa de diciembre pasado en la que se anunciaba el Plan de Salud Mental de Galicia poscovid-19, el cual tendrá un presupuesto de 83 millones de euros y, según señalaron desde dicha área, "se recoge la actividad relacionada con prevención del suicidio".
Rosa Cerqueiro, portavoz del Movimiento Galego da Saúde Mental, sí tiene presente el plan de prevención de suicidio que se aprobó en 2016. "Para que un plan sea más que una declaración de intenciones, tiene que haber un cronograma y también debe existir un presupuesto, porque las intenciones son gratuitas. Nuestro plan en Galicia no tiene un solo euro, es todo papel", afirmó.
Protocolos y planes
En Catalunya existe a día de hoy un protocolo de actuación para "facilitar la vinculación de las personas que han realizado una tentativa de suicidio" con el centro de atención. "Por lo que estamos viendo y nos trasladan los usuarios, aún no se están incorporando todas las personas que lo necesitarían en este protocolo: aún hay mucha gente que después de una tentativa no ha sido ingresada o no se le están ofreciendo recursos de apoyo o un seguimiento telefónico, tal como está comprometido", afirma la portavoz de la Asociación Catalana para la Prevención del Suicidio, Clara Rubio.
"Es un protocolo, no un plan", comentó a Público Carles Alustey, portavoz de Después del Suicidio - Asociación de Supervivientes (DSAS). Señala precisamente que en territorio catalán se lleva trabajando desde finales de 2019 en en un plan de prevención de carácter autonómico, con la intención de que "saliera adelante lo antes posible".
Alustey se refiere al denominado Plan Nacional de Prevención del Suicidio en Catalunya. "Sabemos que está completamente redactado, pero no lo han aprobado aún. Llevamos más de un año pendientes. Lo que ha ocurrido es que no lo han aprobado antes de las elecciones; tan urgente no les parecía", afirma.
"El plan prevé que se comprometa un presupuesto para llevarlo a cabo", destacan desde la Generalitat
Fuentes del Departamento de Sanidad de la Generalitat señalaron a Público que ese plan "ya está listo a la espera de la aprobación por parte del Gobierno" y remarcaron que "contiene unas 300 acciones" vinculadas a la prevención, pedagogía sobre el suicidio, formación o atención de supervivientes, además de abordar el papel de los medios de comunicación. "El plan prevé que se comprometa un presupuesto para llevarlo a cabo", añadieron. Del mismo modo, desde la Generalitat defendieron la validez del protocolo que mantienen desde hace más de cinco años, al tiempo que remarcaron que se trató de una iniciativa pionera en el ámbito del Estado.
"El circuito es muy escaso"
El Principado de Asturias también cuenta con un protocolo sanitario en el área de prevención de suicidios que, según los colectivos que trabajan sobre el terreno, resulta insuficiente. "El circuito es muy escaso. No hay recursos ni un seguimiento más allá de seis meses en casos muy concretos", señala Alba López, una de las fundadoras de Abrazos Verdes, la primera asociación creada en ese territorio para trabajar en la prevención. A día de hoy cuentan con dos grupos terapéuticos que se reúnen de forma online y en los que participan una veintena de personas, tanto del Principado como de otros lugares del Estado.
"Asturias es una de las comunidades que menos recursos ofrece a este tema. De hecho, uno de los motivos que nos llevó a crear esta asociación es que no había nada", relata López. En ese sentido, fuentes de Sanidad del Principado aseguraron que las actuaciones que contempla el protocolo "no se han visto afectadas" por la pandemia, al tiempo que subrayaron que desde el Gobierno autonómico se ha impulsado un plan denominado Psicovid, dirigido a facilitar que el personal sanitario "detecte precozmente los síntomas de malestar psíquico relacionados con la pandemia".
"Varios programas no tienen mucha consistencia o están arrancando"
"La mayoría de las comunidades tienen planes muy recientes, poco consolidados. Precisamente por eso, y también porque hasta ahora no se ha dado suficiente importancia a este tema, han quedado ahí, y eso es un error", afirma por su parte Magdalena Pérez, responsable a nivel nacional del Área de Prevención de Suicidios del Teléfono de la Esperanza. "Varios programas no tienen mucha consistencia o están arrancando. En muchas comunidades los planes de suicidio se han quedado parados", indicó. Pérez conoce de primera mano el caso de La Rioja, uno de los lugares donde, precisamente, ha habido afecciones en el desarrollo del plan. En los próximos días habrá una reunión dirigida a reactivarlo.
Primera causa de muerte
De acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio se mantuvo como la primera causa de muerte en los cinco primeros meses de 2020, aunque con una disminución respecto al año anterior de un 8,8%. Según coincidieron en señalar distintos expertos, el confinamiento contribuyó a reducir los suicidios, aunque nadie sabe a ciencia cierta qué podrá ocurrir en los próximos meses.
Sabemos que hay una gran inquietud por una cuarta ola, que sería también una cuarta ola de problemas emocionales en una población que lleva muchos meses con una enorme tensión en los puestos de trabajo o por la continuidad de los negocios. En ese contexto, la puesta en marcha de este tipo de planes de prevención sería de lo más oportuno", afirma Alustey.
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