madrid
La primavera ha llegado de manera oficial este 20 de marzo a las 22:58 horas. Oficial, porque a nivel climático, el invierno en España ha estado marcado más por el calor que por el frío. Y es que, en líneas generales, las navidades, la cuesta de enero y los carnavales se han vivido sin abrigos y con sol. Mucho sol. Así lo muestran los datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que informan que este trimestre invernal ha tenido las temperaturas máximas en promedio más altas desde que hay registros. Unas cifras medias que estarían casi 2ºC por encima de la media del periodo 1981-2010.
Si este invierno ha sido el tercero más caluroso del siglo XXI, con máximas históricas, la primavera puede que siga sus pasos. Aunque es imposible establecer predicciones científicas que lo certifiquen, según los expertos de la Agencia Estatal de Meteorología, todo apunta a que los meses que preceden al verano mantendrán la tendencia climática.
Las estimaciones que realiza la Agencia adscrita a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente apuntan a que las probabilidades de que la primavera sea más cálida de lo normal son del 80%, en la mayoría de las zonas de la península ibérica, Baleares y Canarias. Solamente el noroeste tiene unas previsiones más ajustadas a la normalidad climática del entorno.
"No parece que la primavera vaya a dar la vuelta a las anomalías vividas en el invierno", opina Delia Gutiérrez, portavoz de la Aemet, que advierte de que lo normal es que durante esta estación haya unas temperaturas superiores a la media y unas precipitaciones por debajo de los promedios establecidos.
"Si estos cambios terminan convirtiéndose en tendencia, España va a tener graves problemas con el agua. Va a llover menos, es algo que está dentro de lo probable, y esto provocará un aumento de los tiempos de sequías. Pero esto es algo que veremos de una forma progresiva y no abrupta", añade Íñigo Aguirre, físico y experto en meteorología.
Un invierno inusual: calor, incendios y sequía
Este ha sido "un invierno cálido, con una temperatura media fuera del promedio normal", resume Rubén del Campo, otro de los portavoces de la Aemet, para explicar que las máximas medias se han situado en los 14,4ºC. Unos grados de propios de una estación de entretiempo que tienen poco que ver con la concepción social del invierno español. Sin embargo, añade el experto, está "anomalía" meteorológica también ha estado marcada por unas mínimas que se sitúan 0,4ºC por debajo de la media. Un hecho que deja un invierno con una de las mayores "amplitudes térmicas".
Desde la Aemet, insisten en que las mangas cortas de este invierno son resultado de unas temperaturas atípicas sujetas, en parte, al anticiclón que ha cubierto España durante prácticamente los tres meses de la estación. En ese sentido, la radiación solar ha superado los promedios históricos, en tanto que ha habido un 32% más de horas de sol de lo normal. En cualquier caso, Gutiérrez, explica que esta situación de calidez y radiación solar también se ha visto en el resto del continente, exceptuando algunas zonas del mediterráneo oriental, que han estado marcadas por una normalidad climática.
"Las hectáreas quemadas son unas ocho veces superiores a lo normal en estas fechas y equivale a lo quemado en julio"
El exceso de sol ha venido acompañado de una insólita falta de lluvias. De hecho, los valores medios de precipitaciones se han quedado un 51% por debajo de los promedios, lo que sitúa a este invierno como el segundo más seco del siglo XXI y el quinto desde que hay registros. "Solo ha llovido por encima de lo normal en puntos de la vertiente cantábrica", informa el experto de la Aemet.
Del Campo relaciona los termómetros excepcionales y los cielos despejados con el aumento catastrófico de los incendios. "Las hectáreas quemadas son unas ocho veces superiores a lo normal en estas fechas y equivalen a lo quemado en julio. El número de focos, además, ya es más amplio que el que suele haber en todo un año", explica el experto, que se apoya en los datos del European Forest Information System (EFFIS).
Un clima marcado por el calentamiento global
Este invierno inusual, de convertirse en tendencia, explican, podría relacionarse de manera científica y directa con los efectos del calentamiento climático. "En las temperaturas sí que se aprecia un ascenso marcado", detalla Del Campo, para advertir que "la aportación de gases de efecto invernadero tiene mucho que ver con esto".
"Las afirmaciones de los expertos del Panel sobre el clima de la ONU de que el ser humano ha adelantado el cambio climático se sostienen. Los años van a ir siendo más cálidos y las temperaturas van a ir subiendo", comenta a este periódico Aguirre, que advierte, sin embargo, que "esto es sólo una previsión".
Estos cambios en el clima, relacionados estrechamente al calentamiento global, se reflejan en una mayor calidez de las temperaturas, pero también en la distribución de las precipitaciones, las cuales están cada vez más concentradas en pequeños espacios temporales. Un hecho que aumenta las posibilidades de temporales, trombas e inundaciones.
La mayor espacialidad de las precipitaciones y el predominio anticiclónico aumentará los riesgos de contaminación, tal y como ya se vio el pasado mes de febrero. Esto, a su vez, según informan desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) provoca que las enfermedades respiratorias sean más virulentas, en tanto que el 3% de la mortalidad anual de España tiene que ver con estos procesos de contaminación.
Los expertos consultados por Público advierten que para poder hacer afirmaciones científicas que vinculen este calentamiento se necesita constatar una tendencia de treinta años. Sin embargo, los datos cada vez son más certeros. Así, el aumento de las temperaturas y la falta de lluvias podría tener efectos devastadores.
En ese sentido, el informe Así nos afecta el cambio climático pone el foco en la vulnerabilidad del España de cara a la crisis climática que vivimos. Según este trabajo en las últimas tres décadas se ha producido un incremento de 1,5º de las temperaturas medias españolas y, de continuar esta tendencia, en 2095 podrían subir hasta en 6,4º.
"Estamos en un punto dónde la solución viene en forma de paliativos. Arreglarlo no lo vamos a arreglar ya, pero si podemos hacer que duela menos", opina Aguirre. El experto pone el foco en los problemas económicos esconden las subidas de las temperaturas, que amenazan la estabilidad de la agricultura de la península.
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