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Paro y droga en Cádiz La Línea, entre la crisis de ayer y la de hoy

Frontera con Gibraltar y a poco más de catorce kilómetros del principal productor de hachís del mundo, Marruecos, el narcotráfico viene haciendo mella en una población ya devastada por la desigualdad y el desempleo antes del coronavirus. Ayuntamiento, movimientos sociales y ciudadanía acusan al Estado de un histórico abandono institucional.

Las responsables de la coordinadora antidroga Despierta muestran cuadros de las primeras manifestaciones de la organización. / ALFONSO TORRES
Las responsables de la coordinadora antidroga Despierta, con carteles de manifestaciones. / ALFONSO TORRES

Miles de empleos destruidos. Un 30% de la población en riesgo de exclusión social. Las organizaciones benéficas trabajando a destajo. Las instituciones sin recursos. Bien podría ser la descripción de los efectos del parón económico consecuencia del confinamiento forzoso. Sin embargo, esta ciudad del sur de Europa contempla como la pandemia ensancha la brecha de desigualdad que ya era profunda antes de que la covid-19 lo cambiase todo.

"La Línea de los narcos", "Un mix de Tijuana y Ciudad Juárez", "La pequeña Colombia". Desde que en febrero de 2018 un grupo de narcos asaltasen el hospital de La Línea de la Concepción (Cádiz) los titulares y apelativos que se le han dado a esta meridional población, fronteriza con Gibraltar, la retratan como capital del narcotráfico. Aunque este relato a la colombiana dista bastante de la realidad cotidiana de los vecinos linenses.

"El peor crimen que ocurre a nuestro alrededor no es el gatillo que arma la mano de los vendedores de pesadilla. El peor crimen es el paro, la desesperanza, la falta de servicios básicos, los jóvenes huyendo, la caída del llamado estado del bienestar que aquí siempre fue, desde hace décadas, el del malestar ¿Cómo convencer a un niño de hoy que es mejor que estudie a que sueñe con ganar en una sola noche más euros que su profesor en un mes?". Fueron algunas de las palabras pronunciadas por el escritor algecireño Juan José Téllez el 27 de febrero, 20 días después del asalto, cuando una masiva y unánime concentración en la plaza principal de la ciudad reclamó seguridad y futuro para el municipio y el Campo de Gibraltar.

Lo primero se obtuvo, lo segundo parece que no tanto. Así al menos lo critica Conchi Álvarez, presidenta de la histórica coordinadora Despierta, que lleva 30 años luchando contra la droga en la ciudad. "En cuestión de seguridad, las actuaciones policiales muy bien pero La Línea no solo necesita eso, necesitamos una nueva perspectiva de futuro". Y lo concreta en inversiones, empleo y educación.

En la misma línea se pronuncia Juan Antonio Álvarez, presidente de la federación vecinal linense, que califica la actuación del Estado ante el problema del narco de "unidimensional". El activista vecinal reclama que la represión policial se acompañe también de políticas sociales, de lo contrario "sería una torpeza tremenda porque el esfuerzo hecho se tira por la borda en tres días" e informa de que hay personas a la espera de que "la cosa amaine para volver al trapicheo".

Esa ausencia de políticas sociales sirve a la presidenta de Despierta para lanzar un duro reproche al Estado. "La administración ha hecho un poco la vista gorda porque si no tienen un verdadero problema social, porque aquí no hay industria. El Gobierno aprieta aprieta y luego suelta. Si no son responsables de los conflictos que surjan y ellos no quieren meter aquí dinero".

La Línea, ciudad autónoma

Justamente "meter dinero" es lo que viene reclamando la Mesa de Trabajo desde los años 90. Un espacio unitario donde partidos locales, sindicatos y colectivos sociales aúnan esfuerzos por el reconocimiento de la singularidad del municipio por su condición fronteriza con Gibraltar. Juan Antonio Álvarez, que también ejerce como su portavoz, exige al Estado un plan especial real para la ciudad y lamenta que hasta ahora solo han recibido "listas de cosas que se van a hacer pero sin presupuesto y sin calendario".

"Se nos debería visualizar como una población muy peculiar" explica Zuleica Molina, concejala de Asuntos Sociales del consistorio linense. "Al igual que Ceuta y Melilla" afirma. De ahí que el partido de gobierno, La Línea 100x100, venga reclamando en los últimos años que la singularidad del municipio se materialice en la condición de ciudad autónoma, separándose así de Andalucía como hicieran las dos ciudades africanas en 1995.

Unas reclamaciones fruto de una degradación que es previa al auge del narcotráfico, como coinciden en señalar Ayuntamiento y movimiento social. Una situación socioeconómica adversa de la que el Estado es consciente. Eso al menos se desprende de las polémicas declaraciones del ministro de Exteriores Alfonso Dastis en septiembre de 2017. "Uno puede comprender a Gibraltar, mire lo que tenemos al otro lado de la Verja. ¿Usted cree que quieren ser como esa otra gente?".

Ciertamente lo que hay al otro lado de la Verja es un paro registrado del 32,8% en febrero de este año, frente al 1% de Gibraltar, y una exclusión social del 37% (según los últimos datos de 2015). El paro juvenil alcanza el 70% en algunos barrios. Unos altos niveles de desempleo y desigualdad que han servido de caldo de cultivo perfecto para los tráficos ilícitos y han provocado también sinhogarismo, fuga de cerebros y guetificación de varios barrios.

La pandemía ha agravado, si cabe, esta realidad. El paro crecía 3 puntos entre febrero y marzo. El número de parados alcanzaba los 9.379. Sin embargo el mes antes solo estaba 700 personas por debajo. Para Juan Antonio Álvarez la crisis social abierta por el coronavirus corta los hilos que permitían subsistir, más allá de los tráficos ilícitos, a muchos en la ciudad. "Descubre la fragilidad de la situación de muchísimas personas, pone en evidencia que dependían de la economía sumergida, de contratos precarios, y que de golpe se ven abocados a la ayuda de la beneficencia. Nos descubre una realidad grande y grave, que pasaba desapercibida, y es que tantísima gente vivía pendiente de un hilo".

El paso fronterizo con Gibraltar, principal fábrica de La Línea, vacío tras el confinamiento decretado también en el Peñón. / ALFONSO TORRES
El paso fronterizo con Gibraltar, principal fábrica de La Línea, vacío tras el confinamiento. / ALFONSO TORRES

Antes del parón económico, el paro ya era la gran preocupación de los linenses. "El principal problema de paro está en las personas sin nada de estudios, es el grueso de la población parada de La Línea" explica Zuleica Molina. Entre la población parada, un 47% no tiene los estudios primarios completados. Coincide en ello la activista social Juana Vega, que apunta al desempleo como la raíz de todos los demás problemas. "Los problemas se basan en una falta total de oportunidades de trabajar. Eso provoca que la gente busque otras formas de subsistir, y crea un problema de educación, de cultura, de no valorar el esfuerzo, de desidia. Ese es el principio".

Alternativas para los jóvenes

Molina lo ilustra con una cruda realidad. "Tenemos a menores haciendo de punto. Llevan despiertos desde las 6 de la mañana en la playa. La policía está detectando este problema. De hecho ha habido una retirada de custodia reciente", explica. El narcotráfico impacta de este modo entre los más jóvenes. "Genera dinero fácil, que el niño no quiera estudiar. Ir de 8 a 3 al instituto no es igual de fácil que ir a la playa y generarte un sueldo", lamenta la concejala de Asuntos Sociales, que añade que recuperar sociolaboralmente a esta población es una tarea ardua.

En Despierta avalan lo que afirma Molina y aseguran que está en riesgo perder otra generación. "Ya hemos perdido tres", asegura Conchi Álvarez. Marisol Lucuix, trabajadora de la entidad, explica que "es muy fácil meterte, te lo ofrecen, a los chavalitos de 14 años. Mi marido es profesor de secundaria y alumnos suyos han tenido juicios con el tabaco". "Tienen claro todo, hasta donde son impunes por ser menores, la cantidad que pueden llevar. Es que gano más que tú maestro, afirman". La presidenta de Despierta lamenta la falta de alternativas para esos jóvenes. "Es muy difícil que no elijan una vida con buenos emolumentos y riesgos asumibles, porque asumen que van a pasar por la cárcel incluso, si al lado no hay nada, si no puedes ofrecerles otra cosa". El Ayuntamiento linense atendió en el curso 18/19 a 653 menores por absentismo, entre casos activos, prevención y seguimiento.

Empleo escaso y precario

El empleo en La Línea es escaso y precario. El informe del Observatorio de Empleo Argos arroja datos reveladores. Las principales contrataciones para los hombres son como camareros, conductores, vendedores o albañiles. A las mujeres se las contrata como cuidadoras, vendedoras, camareras y limpiadoras. "El yacimiento de empleo está donde está, en el sector servicios y en atención a dependendientes" afirma Zuleica Molina. Sin embargo, 5.000 de los más de 9.000 parados linenses se dan en este sector.

Pero destaca que no solo con oportunidades se resuelve el problema y señala la educación y concienciación como pilares básicos para acabar con la llamada narcocultura. "Hay una parte de la población instalada en una apatía y abandono totales", lamenta la concejala, que explica así la escasa tensión social ante problemas económicos tan graves. "No se reclaman las necesidades porque hay falta de ambiciones. Se vive en la supervivencia diaria, vamos a vivir hoy y ya mañana veremos".

Esa supervivencia diaria, en muchos casos, depende directamente de servicios sociales y organizaciones benéficas. Juani Vega es voluntaria en Cáritas, en su iniciativa Café y calor. "Veo a muchas personas y de diferentes tipos. Las personas que no tienen relaciones familiares, abocadas a estar en la calle, sin afecto. Muy destrozadas. Las personas con algún tipo de drogadicción, alcoholismo. Yo comprendo que las familias no puedan mas. Y luego la gente de paso, que llega y durante un tiempo viene. Pero sobre todo personas que no esperan nada de la vida, que no tienen esperanza, que creen que están en el sitio que les toca" relata.

Adictos y sin hogar: una población invisible

El Centro de Encuentro y Acompañamiento (CEA), dependiente del Consistorio, atendió a 442 personas en 2019, la mayoría de ellas sin hogar, y en muchos casos con problemas de adicción. "Es una población invisible, no por ella misma sino por la sociedad, porque nos incomoda", lamenta su director, Antonio Escobar. "Existen vasos comunicantes entre la drogodependencia y la exclusión", apunta Lucuix de Despierta.

Una línea, entre la exclusión y la adicción, que cualquier personas puede cruzar. "El año pasado tenía casa, familia, trabajo. Ahora estaba en la calle. Le dijimos que tenia posibilidades para trabajar. Pero si tú estas en la calle, tienes frío, un tetrabrik te cuesta un euro, alcohol, te olvidas. Esa línea también te lleva hacia la adicción. La soledad, encontrarte perdido", explica Lucuix recordando un caso concreto. "No hay mas consumo porque haya más trafico, nosotros solo somos la autopista a Europa", señala la trabajadora de Despierta.

Unos problemas para los que tampoco existen recursos suficientes, denuncian los actores sociales. Escobar lamenta que "los planes de choque están muy ligados a intencionalidades políticas". "¿Qué importa realmente? ¿Perseguir al narcotraficante y dotar a la ciudad de dispositivos policiales o, paralelamente, una intervención real, desde abajo, que los niños cuando salgan de la escuela no vean el trapicheo como una salida real? Eso da mucho trabajo, es mucho más largo en el tiempo y la mentalidad política es más corta".

Estrategias específicas

El director del CEA denuncia las prácticas "paracaídas" de las administraciones y reclama que para sacar a personas de la exclusión es necesario un trabajo "de manera permanente, coherente y largo en el tiempo". "Necesitamos diseñar estrategias específicas para esta realidad. Igual no valen las mismas aquí que las de Guadalajara, por nuestra condición fronteriza, del narcotráfico".

Pese a la gravedad de los problemas y la escasez de los recursos, en Despierta también relatan historias de esperanza. De recuperación. "Una alegría reciente fue que en noviembre del año pasado cinco usuarios nuestros vinieron para decirnos que le había cambiado la vida. Tenían trabajo, casa, uno incluso había montado su propio negocio" cuenta Marisol Lucuix. Pese a las dificultades y la reincidencia de muchos casos, Lucuix señala la necesidad de persistir. "En esto, aunque sea sacar a uno solo, merece la pena. Aunque sea necesario intentarlo 50 veces, porque puede llegar el momento en que sí. Intentamos no cerrar la puerta nunca".

Como esas personas, La Línea espera también su nueva oportunidad para salir de la crisis de ayer y de hoy.

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