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Marea pensionista Manifestación histórica en Bilbao: 115.000 personas apoyan la lucha de los pensionistas

Movilización gigantesca en la capital vizcaína, donde personas de todas las edades colapsaron el centro de la ciudad bajo consignas contra los recortes y en defensa de las pensiones dignas

Aspecto de la multitudinaria manifestación en Bilbao. | EFE

La historia parece repetirse. En los ochenta, miles de personas se movilizaban en Euskadi para pedir que no les dejaran sin trabajo. Eran los años de desindustrialización, el paro y la pobreza. Hoy, más de treinta años después, vuelven a salir a la calle. Ya no llevan los buzos de Altos Hornos o Euskalduna, pero tienen el mismo espíritu de lucha. Ayer peleaban por el futuro. Ahora les toca plantarse contra unas pensiones de miseria.

Este sábado, el centro de Bilbao ha quedado totalmente colapsado por una manifestación que ninguno de sus participantes olvidará. No en vano, esta ciudad acaba de vivir una de las movilizaciones más multitudinarias de su historia: según la Policía Municipal, 115.000 personas han tomado parte en la manifestación por unas pensiones dignas que se ha celebrado esta tarde.

Más allá de las cifras, hubo una evidencia innegable: cuando la cabecera de la marcha había llegado a la meta —situada en el Sagrado Corazón—, aún había gente en el punto de salida, fijado en el ayuntamiento de Bilbao. Se trató del recorrido inverso al que otra multitud realizó el pasado 8 de Marzo con motivo de la Huelga Feminista. En ambas ocasiones, la Gran Vía de la capital vizcaína ha ofrecido imágenes históricas.

"Esto va a ser impresionante. Acaba de empezar y ya cuesta moverse", afirmaba a Público María Luisa, una pensionista que había venido junto a una amiga desde la localidad de Mungia. Las calles del Casco Viejo que conducen al ayuntamiento le daban la razón: sin buscarlo ni preverlo, la multitud que atravesaba la zona antigua en dirección al punto de arranque de la movilización acabó protagonizando otra mini-manifestación improvisada.

El reloj marcaba las 17.00, y el cielo de Bilbao empezó a tirar granizo. Luego hubo varios minutos de lluvia intensa, pero prácticamente nadie se movió de su lugar. La tormenta dio un respiro a los miles y miles de manifestantes, que durante al menos dos horas tomaron por completo la principal avenida de la ciudad. "Hay mucha gente, y de todas las edades. Estamos notando el apoyo de la gente joven", afirmó Javi, uno de los tantísimos pensionistas que este sábado decidió salir a la calle. "Es una movilización sin precedentes", agregó Mari Carmen.

Olga hizo el recorrido junto a su hija, su yerno y sus nietos. "Unas amigas han estado al principio y luego se han marchado por la lluvia, pero yo he querido quedarme hasta el final", explicaba a Público mientras la manifestación avanzaba con enorme dificultad. No muy lejos, un hombre ya jubilado enarbolaba un cartel que criticaba a los "chorizos y ladrones" y pedía unas pensiones dignas.

En el manifiesto leído en el Sagrado Corazón, los pensionistas se declararon "hartos" de las mentiras del gobierno y de que les impongan "recortes de pensiones y reformas laborales dirigidas a reducir salarios", mientras la banca y las grandes corporaciones "multiplican escandalosamente sus beneficios y pretenden hacer negocio mediante planes privados de pensiones". También aportaron un dato estremecedor: en la Comunidad Autónoma Vasca hay 190.000 personas que "malviven con menos de 700 euros de pensión", mientras que en la Comunidad Foral Navarra existen otros 56 mil pensionistas en esa misma situación.

Minutos después de que terminara la movilización, el metro de la capital vizcaína también se vio totalmente desbordado de gente. "Hemos puesto las mismas frecuencias que tenemos de lunes a viernes, pero los vagones están repletos", comentó una trabajadora. De hecho, en las pantallas de las máquinas expendedoras de billetes había una serie de recomendaciones para utilizar este medio de transporte público ante un día que prometía quedar grabado en la memoria de la ciudad. Sin embargo, hasta los pronósticos más optimistas se quedaron cortos. Ni el granizo ni la lluvia les hizo retroceder. El 17-M será difícil de olvidar.

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