madrid
A los cientos de miles de desahucios por impago de las hipotecas derivados de la crisis les han seguido los burofaxes que anuncian grandes aumentos de los precios del alquiler o el fin de los contratos. Entre tanto, miles de viviendas públicas y sociales fueron vendidas a precios de saldo, con sus inquilinos dentro, a grandes fondos de inversión internacional que ahora se apresuran a vender una vez que se ha “recuperado” el mercado inmobiliario; o a aumentar la renta hasta el llamado “precio de mercado”. Después llegaron los rentables pisos de alquiler turístico y vacacional que se quedaron con los centros de las grandes urbes, encarecieron las zonas y obligaron a los vecinos a salir de sus barrios, un poco más hacia la periferia urbana, desplazando a su vez a quienes sus ingresos nunca les permitieron vivir en el centro. Un buen día, el mayor casero de España tenía un nombre americano, Blackstone, que sólo compite en número de propiedades con los bancos que se quedaron con las casas de los desahuciados mientras eran rescatados con dinero público; los activos tóxicos de la burbuja inmobiliaria acabaron en un “banco malo”, la Sareb, que se desprende de ellos vendiendo barato a estos fondos buitre, capaces de marcar subidas de precios a las que se apuntan los rentistas de toda la vida, millonarios o modestos, para aumentar sus beneficios.
“El resultado: el precio del alquiler en sus máximos históricos y una nueva oleada de desahucios por impago de las rentas mensuales que está superando en cifras lo que habíamos visto hasta el momento”. Es una de las conclusiones comunes de 50 colectivos defensores del derecho a la vivienda de Catalunya que este fin de semana, tras un año de puesta en común y análisis del panorama inmobiliario, se dan cita en Barcelona en el I Congrés d'Habitatge de Catalunya. El objetivo es buscar una hoja de ruta común y pasar a la ofensiva en la lucha por la vivienda, un derecho constitucional y humano que se encuentra más en entredicho, si cabe, que durante la gran recesión.
A raíz de todos estos conflictos con sus particulares actores han ido surgiendo colectivos, plataformas, asociaciones o movimientos que han tratado de frenar —con sus propios cuerpos si es preciso— la deriva que les deja sin casa por motivos diferentes, que han agrupado a los afectados por el mismo problema para hacer frente colectivamente a la situación. “Desde la creación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, hace ya más de una década, la situación de la vivienda ha ido cambiando y se han generado actores a medida que los cambios iban golpeando”, explica Clàudia Ruscalleda, portavoz del congreso para el que se han inscrito más de 500 personas y al también acudirán representantes de colectivos provivienda de otras ciudades del país.
“Sea la hipoteca, el alquiler, la dificultad para que te hagan un contrato, la falta de vivienda social… todo tiene como base común la vivienda, que es transversal y que afecta a una población precarizada: jóvenes que no pueden independizarse, mujeres y migrantes, sobre todo”, resume.
"Hay que ir más allá de poner tiritas a esta situación que es una auténtica hemorragia"
El panorama de colectivos es variopinto, plural, heterogéneo y, a veces, atomizado entorno a un problema concreto, explica Ruscalleda: la PAH, colectivos antidesahucios, sindicatos de vivienda de barrios y pueblos, sindicatos de inquilinos, asambleas locales... “Este congreso no trata de meterlos a todos bajo un mismo paraguas, pero sí de fortalecerlos, de reunirlos por primera vez en un espacio para debatir y sacar adelante un programa en base a las reivindicaciones que nos unen”, apunta. “No podemos estar parando desahucios todos los días, hay 14 diarios en Catalunya. Hay que salir de la defensa ante estas situaciones y pasar a la ofensiva respetando que es un movimiento diverso y plural pero unido”, sentencia.
Los fondos buitre, en la diana
Durante el cónclave discutirán sobre reivindicaciones, elaborarán un programa común, pondrán sobre la mesa herramientas, datos y propuestas con la vista puesta, sobre todo, en combatir “al gran agente que actualmente arrasa con todo, perjudica el bienestar de la gente y la expulsa de casas”, dice la portavoz, refiriéndose a los fondos de inversión internacionales, aunque también a los llamados “multipropietarios”, persona físicas que acumulan más de cinco viviendas en la ciudad y se apuntan a la inflación que marcan los grandes tenedores.
“Hay una ofensiva contra nosotros, contra la gente sencilla y trabajadora, por parte de los fondos buitre y los bancos. Nosotros tenemos que dotarnos de un marco y un programa común, ir más allá de poner tiritas a esta situación que es una auténtica hemorragia. En eso consiste la ofensiva”, argumenta Ruscalleda.
Entre las fórmulas para contener la sangría, dice, son diversas, desde plantear huelgas de alquileres a generar conflictos colectivos, cajas de resistencia y más organización por bloques de pisos, identificando claramente a los propietarios, ocupación y recuperación de viviendas vacías de grandes propietarios, más movilización y más movimiento, enumera. “No son nuevas, se trata de ponerlas en común y practicarlas con más fuerza y unidad”, resume.
“El terreno de juego hoy en día se determinará en función de si somos capaces de traducir el instinto de supervivencia de la gente en organización y acción colectiva, y no en un “sálvese quien pueda” de soluciones individuales, más o menos desesperadas. Eso pretende el movimiento de lucha por la vivienda”, advierte el programa común que debatirán y marcará los próximos pasos de los colectivos en Catalunya.
Según la organización, acudirán como invitados representantes de colectivos de Madrid, Valencia o Euskadi, aunque no tendrán voto en las decisiones. “Queremos que este sea un espacio de referencia de todo el movimiento por la vivienda en Catalunya y que se tome nota en otras partes del Estado”, concluye Rusacalleda. El domingo expondrán sus nuevos pasos.
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