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Socorristas de Badalona forman una ONG para atender a los refugiados que llegan por mar a la isla de Lesbos

“Hemos visto cómo una refugiada siria daba a luz después de que la rescatáramos de la embarcación”, dice Oriol Canals, miembro de Pro-activa Open Arms.

Muchos de los botes están cargados en exceso, lo que dificulta su desembarco. Pro-Activa

MADRID.- La empresa Pro-Activa Servicies Aquátics se creó en Badalona como una "empresa de servicios integrales marítimos, experta en seguridad acuática". Pero ha vivido una transformación para dar lugar a Pro-Activa Open Arms, "una ONG dedicada a salvar vidas en el mar, desplazada a Lesbos para ayudar a los refugiados que llegan a las costas griegas”.

El cambio se consumó en septiembre, cuando Óscar Camps, director de Pro-Activa Open Arms, se lanzó con su equipo a las playas de Lesbos a colaborar de forma desinteresada en el desembarco de los refugiados. "Todo empezó con unas fotos que aparecieron en redes sociales de cuatro niños ahogados en una playa. Pensamos: si nosotros nos dedicamos a esto y lo hacemos en nuestras playas, ¿por qué allí se están muriendo y nadie les ayuda?", afirma Camps.

Con más de 15 años de experiencia en salvamento marítimo, Óscar decidió emprender el viaje con 15.000 euros de su bolsillo y un material que se reducía a varios trajes de neopreno, aletas y tubos de rescate. Esta empresa ha pasado de atender bañistas en las playas españolas, a tener -incluso- que presenciar "el parto de una refugiada siria después de ser rescatada de su embarcación".

El primer viaje a Lesbos iba a ser un viaje de reconocimiento del terreno, pero viendo la incesante llegada de botes no les permitió otra cosa que no fuera comenzar a colaborar en la ayuda a los cientos de refugiados que cada día llegaban. [VER FOTOGALERÍA]

El equipo de Pro-Activa Open Arms

A día de hoy, el equipo de Pro-Activa Open Arms en el norte de Lesbos se compone de ocho socorristas, divididos en dos grupos de cuatro que se rotan cada dos semanas. La idea de la asociación es en un breve plazo de tiempo, conformar grupos de seis socorristas, y ampliar el material con dos lanchas acuáticas de rescate y dos vehículos 4x4.

Uno de los socorristas desplazados a Lesbos se llama Oriol Canals, cuenta con más de diez años de experiencia en salvamento marítimo. Oriol explica como es el día a día en Lesbos: "Trabajamos a remolque de las mafias. Por la mañana suelen llegar a nuestra zona unas 20 embarcaciones de media, y por la tarde mandan hasta 4 botes, todos ellos con unos 50 refugiados cada uno. La situación es dramática”.

“La ayuda institucional en la zona norte de la isla griega no existe” por lo que las diversas ONG's se coordinan para hacer más efectivas sus actividades. Según reconoce Canals, "hay reuniones semanales entre todas las asociaciones para la organización". Destaca también la labor de varios lugareños, como el caso de Erik, un inglés afincado en Lesbos hace años, que "abre las puertas de su casa para utilizarla como centro logístico cerca de la costa".

"A veces tenemos que entrar 200 metros en el agua para llevar a cabo algún rescate"

La labor específica de Pro-Activa en la zona es hacer lo más seguro posible los desembarcos de los botes, así como rescatar a aquellas lanchas que, por el peso excesivo que soportan, vuelcan en sus primeras maniobras de desembarco. "Hay veces que tenemos que entrar más de 200 metros en el agua. A lo lejos, alguna embarcación parece naranja, pero es el color de los chalecos salvavidas, la lancha apenas se ve. Mar adentro son los guardacostas los que se ocupan de las embarcaciones".

Fuera del agua, son los médicos, paramédicos, enfermeras y resto de voluntarios, los que se ocupan de la atención sanitaria primaria de los refugiados. El pasado martes, el grupo de socorristas de Pro-Activa que se encuentran en Lesbos, presenció como “una mujer embarazada daba a luz, con la ayuda de médicos y voluntarios, nada más ser rescatada del bote en el que viajaba”.

El camino de los refugiados

Una vez atendidos tras abandonar su embarcación, los centenares de refugiados cogen un autobús que les llevará a los dos campos de refugiados que han sido montados en la isla de Lesbos, uno en la zona este y otro en la zona oeste. Una vez allí, los refugiados pasar entre una y tres noches, antes de coger un ferry que les traslade a Atenas, donde buscarán una manera de desplazarse a Europa en busca de una oportunidad.

Oriol Canals denuncia los pocos escrúpulos de las mafias que se aprovechan de la desesperación de los refugiados. “Cada refugiados paga por una plaza en el bote entre 1000 y 1500 euros, cuando el ferry de Turquía a Lesbos cuesta 15 euros. Las mafias se enriquecen a razón de un millón de dólares por día, mientras juegan con la vida de miles de personas”.

La desesperación de los refugiados está latente en cada uno de los rescates. Pro-Activa.

Canals no se explica cómo esta situación se permite desde las élites políticas europeas y les apremia “a actuar con celeridad ante los miles de desplazamientos diarios”. Por otro lado, les pide memoria histórica: “Mi abuelo era republicano y durante la Guerra Civil tuvo que marcharse a un campo de refugiados a Francia. No podemos olvidar la Historia, nosotros fuimos refugiados y seguramente en algún otro momento de la historia lo seremos, no podemos dejar que se trafique con vidas humanas”.

Canals reconoce además, que “lo más duro para el equipo de Pro-Activa es ver que el éxodo, junto a la trata de personas, no cesa” y que desde Turquía llegan a la zona norte de Lesbos más de 20 embarcaciones al día. Sus recursos económicos se acaban “se haría muy duro tener que volver con todo el trabajo que queda por hacer allí”.

Por ello han abierto una campaña de donaciones, para poder colaborar con su causa en su página web. Según han calculado, necesitan alrededor de 15.000 euros mensuales para permanecer en la isla. De momento han recaudado más de 20.000 euros, los que les permitirá permanecer en Lesbos hasta mediados de noviembre, aunque no se ponen límites. Canals afirma “que aunque no sea en persona, miles de familias están agradeciendo cada donativo”, y reconoce que “una vez más el movimiento ciudadano, va por delante de las administraciones”.

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