Los geólogos conocen como Pleistoceno a la era glacial del planeta Tierra. Le sigue un período cálido llamado Holoceno, donde ahora tiene lugar la vida. Sin embargo, numerosos investigadores proponen hablar ya de "Antropoceno" para referirse al impacto del ser humano en los ecosistemas del mundo.

Los recientes vertidos en la costa de Cádiz dan cuenta de un cambio de paradigma. Los catastróficos derrames de residuos han tenido graves consecuencias en la transformación de la fauna, la flora y los paisajes terrestres. Estos son algunos de los históricos desastres medioambientales que han tenido lugar en España.

La muerte del Mar Menor

La falta de oxígeno causada por un episodio de anoxia en el Mar Menor dejó en el verano de 2021 unas cinco toneladas de peces y crustáceos muertos. Las bolsas anóxicas son cuerpos de agua sin O2, a menudo consecuencia de las altas temperaturas, fenómenos meteorológicos o vertidos de sustancias tóxicas. La fauna marina no puede respirar y muere.

La negligente regulación del masificado turismo y de la intensiva industria agroalimentaria desencadenó el colapso de esta laguna, que no recibió una protección real por parte de las administraciones. National Geographic señala hasta 300.000 toneladas de nitratos acumulados en el acuífero tras años de vertidos.

Un siglo de radioactividad en el Flix

En lugar de Antropoceno, investigadores como David Moore prefieren hablar de "Capitaloceno" para hablar de la nueva era geológica. El Capitaloceno alude a un proceso contradictorio de explotación y apropiación de la tierra basado en aspectos económicos como el trabajo social, explica Moore en El capitalismo en la red de la vida. Es decir, el responsable de la crisis climática no es el ser humano como individuo, sino el capitalismo como sistema.

Un claro ejemplo es la antigua empresa Erkimia, después conocida como Ercros, que a lo largo de un siglo vertió 800.000 metros cúbicos de lodos radiactivos en el embalse de Flix (Tarragona), situado en el río Ebro, según informó Acuamed en 2020. El embalse abastece a casi un millón de personas, que se vieron afectadas por la contaminación.

Un informe de Greenpeace señala hasta 300.000 toneladas de residuos tóxicos vertidos con impunidad. Entre las sustancias desechadas se encuentran el mercurio, el plomo y el arsénico. Además, una avería en la fábrica en 1996 produjo la mayor fuga de cloro registrada en Europa, con una nube tóxica de seis toneladas.

La catástrofe del Prestige

El desastre del Prestige es una de las mayores catástrofes ecológicas. Un buque con este nombre operaba bajo la bandera de las Bahamas cerca de las costas galegas, cargado con 77.000 toneladas de petróleo crudo. El 13 de noviembre de 2002 comenzó a derramar hidrocarburos y seis días más tarde se partió en dos.

Unas 63.200 toneladas de fuel-oil pesado afectaron hasta 2.000 kilómetros de la costa portuguesa, española y francesa, incluyendo zonas de importancia ecológica especial como las Rias Baixas. El buque Prestige era monocasco, es decir, tenía una sola pared. Tras la tragedia marítima, España prohibió la navegación de este tipo de embarcaciones en sus costas.

El desastre de Doñana

La catástrofe de Doñana también se conoce como el 'desastre de Aznalcóllar', ya que tuvo lugar en este municipio sevillano el 25 de abril de 1998. Una rotura en la balsa de residuos mineros provocó una riada de seis millones de metros cúbicos con lodos tóxicos y aguas ácidas. Los residuos corrieron por el cauce de los ríos Guadiamar y Agrio hasta el parque natural y nacional de Doñana.

La fuga de la balsa, propiedad de la empresa sueca Boliden, transportó residuos de zinc, cadmio, azufre y plomo y afectó a más de 4.600 hectáreas. De acuerdo con el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el impacto contaminante de Doñana fue 100 veces superior al del Prestige.