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"Nos fumigan": radiografía de los 'chemtrails', la conspiración sobre avionetas que disuelven nubes y fomentan la sequía

La sequía y la retransmisión de ideas negacionistas en espacios de máxima audiencia han dado alas a la teoría de los 'chemtrails'. A pesar de que los expertos de la Aemet han desmentido que se puede impedir la lluvia, el discurso negacionista ha llegado al Congreso de la mano de un diputado.

Imagen de archivo de un avión que deja una estela de condensación en el cielo.
Imagen de archivo de un avión que deja una estela de condensación en el cielo. Tiziana Fabi / AFP

Un foro donde apenas hay palabras, solo fotografías aparentemente normales del cielo decoradas por el rastro de vapor de aviones. "Manipulan el clima. Manipulan la economía. Manipulan los medicamentos. Manipulan alimentos. Manipulan a las personas", escribe un usuario justo después de que otro publicase un vídeo de un avión dejando una gigantesca estela de humo. En el chat de este grupo de Telegram, Chemtrails-La Quinta Columna, hay cerca de 4.000 personas que comparten una inquietud: "Nos están fumigando". Hay, a su juicio, un plan global para disolver las nubes, modificar el clima e impedir que llueva. Todo ello con un impacto en la salud humana provocado por el supuesto vertido de sustancias químicas desde las aeronaves

El discurso de los chemtrails (que es como se llaman las teorías de las estelas químicas de los aviones) ha cogido fuerza en las últimas semanas. Tanto, que el asunto ha llegado a las Cortes después de que Pablo Cambronero, exdiputado de Ciudadanos que ahora está en el Grupo Mixto, presentase una pregunta parlamentaria dirigida al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para conocer si desde el Ejecutivo se estaba "modificando el tiempo" con productos químicos rociados desde aviones.

Al ruido se sumó, una vez más, Iker Jiménez que hace varias semanas dedicó un programa entero a "analizar" estas teorías desde una postura supuestamente escéptica, pero con la difusión ante su audiencia de ideas que ya han sido desmentidas por la ciencia. "No tiene ningún tipo de fundamento. No se pueden disolver las nubes", explica Juan Esteban Palenzuela, meteorólogo de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). "Lo que vemos en el cielo son estelas de condensación formadas por vapor de agua y los gases emitidos por los motores. Para poder disolver las nubes haría falta una cantidad de combustibles y sustancias químicas enormes que no cabrían en ningún depósito de avión", expone.

En el programa de Jiménez, un expiloto da alas a las dudas sobre la normalidad de las estelas sin aportar datos. "Lo que estamos viendo en el cielo no es normal", cuenta. "Esto no son estelas de aviones, son unas estelas distintas, muy densas y que no se disipan en el tiempo que se puede disipar una estela de un reactor. Se ve que deja unos depósitos tóxicos", incide.

El discurso se acompaña (al igual que ocurre en los grupos de Telegram o vídeos de TikTok) de artículos científicos sobre sembrado de nubes que son retorcidos para aludir a una conspiración. Los medios, como en todo, desempeñan un papel crucial y la lista de titulares cuestionables es larga: China juega a ser Dios y lo logra: altera clima y baja la polución, confirma estudio, enuncia un titular de Forbes; China pone en marcha un plan para manipular las nubes y lluvias del país, en La VanguardiaLa Aemet habla de "modificación artificial del tiempo" en más de 50 países, en Antena3.

"El sembrado de nubes es algo que existe, pero que nada tiene que ver con modificar o alterar el clima", explica Esteban Palenzuela. "No tiene nada que ver con hacer desaparecer las nubes o impedir que llueva. De hecho, los experimentos que se han podido hacer van encaminados a generar lluvia o adelantarla, plantando, por así decirlo, gotitas de agua en las nubes que aceleren la precipitación o que, por contraste de temperaturas, intenten conseguir que el granizo caiga en formato líquido y no produzca daños en las cosechas. En cualquier caso es algo que apenas ha tenido éxito", agrega. "Lo que ha ocurrido con todo esto es que se han utilizado las informaciones de manera parcial, se cuentan medias verdades y se da rienda suelta a este relato", argumenta el experto.

El difuso objetivo de los 'chemtrails'

Los argumentos negacionistas acerca del rociado químico, sin embargo, son variados. En Telegram o en conocidos blogs negacionistas como Rambla Libre se pueden encontrar argumentos variados a cerca del presunto interés de las élites globales de borrar las nubes. El razonamiento más extendido, vinculado además con el ideario de la extrema derecha, es el del supuesto negocio climático. Sin aportar demasiados detalles, en los debates que se generan en estos canales, se habla del deseo de generar sequías para difundir con mayor éxito la existencia del cambio climático. 

"Mandar lluvias a Marruecos y hacer unas huertas más baratas para Europa", dice un usuario de Telegram de La Quinta Columna. Esa es otra de las tesis extendidas que, además, no se contrapone con la anterior. Hay también otras opiniones que ya se escucharon durante el proceso de vacunación contra la covid-19: las sustancias que presuntamente liberan las avionetas, además de ser nocivas, sirven para controlar a las masas.

La idea central, además, es que las estelas que se aprecian en los cielos son diferentes a las que se veían antes: persisten más en el tiempo y sin más abundantes. Sin embargo, como explica el meteorólogo de la Aemet Benito Fuentes, esto se debe a la conjunción de varios factores. El tráfico aéreo ha aumentado exponencialmente en los últimos años y, además, los combustibles son más eficientes, por lo que el vapor de agua sale a una temperatura menor, lo que favorece que las estelas duren más en el tiempo.

Embadurnar la conspiración de un halo de ciencia

El uso de la ciencia para dar validez al relato conspiranoico no es nuevo. Durante la pandemia, los grupos antivacunas operaban de manera similar, compartiendo titulares o párrafos descontextualizados de artículos científicos. "Lamentablemente no hemos inventado nada en España. Esto es algo que ya hemos visto con el negacionismo del cambio climático. Por ejemplo, un argumento muy extendido es el de decir que la NASA niega la crisis climática aludiendo a un extracto de un artículo científico que dice una obviedad, que el sol ha sido la mayor influencia del clima de la Tierra desde la formación del planeta. Se coge ese extracto y se utiliza para decir que la quema de combustibles fósiles no tiene implicaciones en la crisis climática", expone Andreu Escrivà, ambientólogo y divulgador científico. 

"Los conspiracionistas nacen porque hay una carencia endémica de conocimientos científicos"

"Ellos cogen trozos de conocimiento establecido y los retuercen para adaptarlos a sus ideas preestablecidas. Crean un marco y desde ese marco lanzan mensajes muy nocivos para general un clima de desconfianza. Una vez generas dudas, puedes colar el mensaje. Para ellos es importante que lo revistan de una pátina de ciencia porque saben que eso les da legitimidad y es algo muy peligroso", manifiesta Escrivá. "Hay en este caso, como ocurre con el cambio climático, un problema preocupante a la hora de propagar estos discursos, que tiene que ver con la falta de cultura científica de las sociedades occidentales. Los conspiracionistas nacen porque hay una carencia endémica de conocimientos científicos y eso nos hace muy vulnerables".

Noelia Adánez, doctora en Ciencias Políticas y socióloga, centra su atención, precisamente, en el marco del discurso de los chemtrails y cómo este comparte objetivos y argumentos con el resto de negacionismos que, en los últimos años, han cogido impulso en España. "Habrá personas que claramente creerán que nos fumigan y que están disolviendo las nubes, pero lo importante no es rebatir eso, sino entender que todo parte desde la necesidad de generar una disrupción sobre la forma en la que se entiende el mundo", apunta. "Podemos pensar que hay gente muy loca difundiendo estas ideas, pero detrás hay mucho más. Hay un interés de romper con una estabilidad consolidada en las últimas tres décadas; con cuestionar el corazón de nuestra sociedad, es decir, la democracia, el estado de bienestar y de derecho, el conocimiento científico o la ética pública", analiza la politóloga. "No importa el contenido del discurso, sino el marco y lo que se quiere hacer con ello".

Imagen de archivo de un avión que deja una estela de condensación en el cielo.
Imagen de archivo de un avión que deja una estela de condensación en el cielo. Aamir Qureshi / AFP

Del victimismo al heroísmo: Galileo también dudó

"Que esos servidores, no periodistas aunque lo sean, me den lecciones de lo que tengo que tocar o no es grave. Ustedes se reían de las mascarillas hasta bien entrado febrero y casi marzo, que aquí no pasaba nada hasta que el Gobierno nos cerró. ¿Y ahora me dicen que no toque los chemtrails? ¿bajo qué rigor y criterio?". Son las palabras de Iker Jiménez tras las polémicas suscitadas por haber dado espacio al negacionismo en su programa. Apoyándose en el derecho a dudar de todo, se presenta como un héroe y sostiene de manera ambigua que, curiosamente, tras su programa las estelas han cesado. "Que ya no hay chemtrails. Eso me dicen ustedes (...). 'Habéis hecho el programa de Horizonte y ya no hay chemtrails', me dicen. ¿Eso implica que a los que ponen las estelas les importa lo que digamos en el programa? No lo sé".

"Se usa la falacia de Galileo. Es decir, esta gente piensa realmente que son como Galileo solo por sentirse perseguidos y cuestionar a la ciencia, a pesar de que él sí se apoyaba en pruebas empíricas. Tu puedes dudar, claro que sí, pero tienes que aportar pruebas y ellos siempre escogen cosas que no se pueden comprobar o refutar, generan dudas y se aprovechan de la historia y de muchos ejemplos de personas  científicas a las que se ha perseguido en el pasado, omitiendo que era por condicionamientos religiosos o políticos. En este caso es lo mismo que decir que hay un pucherazo electoral. No se trata de demostrarlo, sino de generar dudas", sostiene Escrivà.

Cómo contraprogramar al negacionismo

La línea argumental se blindan a través del derecho a dudar y el cuestionamiento a la ciencia se ampara en la libertad de expresión y de debate. La Clave Cultural, un canal de Youtube con más de 21.000 suscriptores, difundió el pasado mes de marzo un programa estructurado en forma de debate en el que dos personas sin formación científica ni meteorológica –una "naturópata" y un reconocido negacionista (Nauzet Morgade)– se ubicaban al mismo nivel, para defender la teoría de los chemtrails, que dos científicos que aportaban datos para desmentir la disolución de nubes y la presunta fumigación masiva en España.

La opción de debatir o contraargumentar al negacionismo –sea climático, histórico o científico– es un arma de doble filo. Para Adánez, rebatir sobre las cuestiones e ideas que se manejan en estos foros es un "error". "Creo que lo acertado es señalar el papel epistémico que juega esta gente a la hora de romper los consensos existentes. Hay que cuestionar unos marcos que se crean desde un lugar que carece de autoridad, que se construye desde la fé, el desconocimiento y desde lo emocional", dice la politóloga. "No puedes ponerte a contraprogramar a Iker Jiménez, lo que hay que hacer es contrarrestar sus espacios desde la ficción. No es la primera vez que ocurre en la historia. En épocas ultraconservadoras como el macartismo, donde los medios habían perdido la credibilidad, se cuestionaba la hegemonía cultural desde el cine o desde la literatura", desarrolla.

Para Escrivà, contraponer argumentos científicos a teorías de la conspiración no es una opción, aunque tiene dudas acerca de poder ignorar o caer en el menosprecio. "Me preocupa que se les pueda dar demasiada importancia, pero al mismo tiempo creo que hay que tener cuidado con minusvalorar el impacto que pueden tener estas teorías. No me refiero a la gente que ya está convencida, porque al final parten del fanatismo, sino a la gente a la que les puede sembrar dudas con vídeos de Instagram o con un mensaje en cadena por Whatsapp. En España teníamos la sensación de estar galvanizados y que estas teorías eran sólo de los yanquis, que son muy incultos, pero ahora tenemos un partido de extrema derecha que defiende el negacionismo científico de manera abierta y que da pábulo a teorías conspiracionistas. Hay que encontrar una forma de contrarrestar estos mensajes desde una respuesta científica coherente que, sobre todo, tranquilice a la gente a la que se intenta captar y sembrar dudas", zanja. 

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