MAdrid
“Tantas veces me mataron, Tantas veces me morí/
Sin embargo estoy aquí. Resucitando”
María Elena Walsh
Pese a lo que muchos pudieran pensar (y desear), el movimiento feminista del 8 de marzo no acabó la semana pasada, sino que son muchas las actividades que se siguen llevando a cabo y los retos que tiene la lucha por la igualdad el resto de días del año. Es el caso de la exposición titulada Mujeres libres (1936-1939), precursoras de un mundo nuevo, que se ha inaugurado este sábado en la Fundación Anselmo Lorenzo de Madrid y que tiene como objetivo visibilizar la actividad de estas mujeres autónomas en el movimiento libertario, cuando se cumplen 80 años de su primer congreso. Paneles explicativos, archivo fotográfico, guiones de radio rescatados, recreaciones sonoras, poemas, números originales de las revistas, material audiovisual y la bandera recreada —gracias a las actas de las asambleas—, dan la bienvenida al espectador que se adentra a conocer quiénes eran estas mujeres que lograron cambiar la mentalidad machista de los años 30.
“Mujeres Libres (MMLL) son un punto de referencia para todas nosotras. No es que estemos mirando siempre hacia atrás, es que no hay nada más moderno que sus reivindicaciones”, indica la Secretaria de Cultura de CNT, Sonia Turón, presente en la inauguración. No es difícil comprobar su comentario, ya que se pueden hojear algunos de los artículos de la revista homónima para ver que podrían haber sido escritos hoy día si no nos fijamos en la fecha de publicación. Preguntada sobre por qué ahora, por qué recordar esta agrupación, la comisaria de la exposición, Sonia Lojo, responde: “Ahora es el mejor momento para hacerlo. Teníamos una deuda con esta organización, tanto por parte del sindicato CNT como desde la fundación. Hacemos un trabajo de divulgación, pero no lo habíamos hecho con nuestras mujeres hasta ahora”.
"Se habían colectivizados los medios de producción y trabajar suponía hacerlo por la sociedad", explica Turón.
MMLL se fundó en 1936, con el estallido de la Guerra Civil, y llegó a movilizar en esos tiempos convulsos a miles de mujeres. Sus precursoras —Amparo Poch y Gascón, Mercedes Comaposada y Lucía Sánchez Saornil— entendieron que, si querían contribuir a la lucha social de sus compañeros de partido, deberían organizarse de forma autónoma primero para capacitarse y tener herramientas propias. En los años 30, el índice de analfabetismo entre las mujeres era muy elevado y la formación que tenían en los trabajos era muy inferior a la de sus compañeros varones. Porque reivindicaciones como la de un salario igualitario se encontraban con una barrera muy grande. De ahí que las primeras actividades de mujeres libres fuera aprender a leer y escribir y la formación profesional —como la Escuela de Chóferes, por ejemplo—. “El empleo era fundamental para la liberación de la mujer, para no depender de nadie y como factor social. Se habían colectivizados los medios de producción y trabajar suponía hacerlo por la sociedad”, explica Turón, quien comenta que de ahí que muchas de sus reivindicaciones fueran similares a lo que exige la sociedad ahora: acabar con la brecha salarial, acceso a cualquier empleo, conciliación laboral —con guarderías en fábricas y centros de trabajo—, etcétera.
La educación era tan importante como la formación, más allá de acabar con el analfabetismo entre las mujeres. Mujeres Libres realizaba conferencias, talleres y charlas en Ateneos y centros, con el fin de que ellas tuvieran también suficientes conocimientos de la Historia y de la Política para intervenir en igualdad de condiciones a los hombres en asambleas y toma de decisiones. Además, no cerraba este impulso de la escuela racionalista a las afiliadas, ya que ellas querían que todas las mujeres y los niños se beneficiaran de ello. “Ellas trabajaban por la liberación humana y para encontrar su propia voz”, explica Lojo, que insiste que el carácter no mixto del grupo —otro concepto que puede parecer actual, pero que ya usaban las Mujeres Libres— era para “poder demostrarse a ellas y a sus compañeros que podían poner en pie una revista y un movimiento por sus derechos ellas solas”.
Otro de los asuntos que tocaban era la sexualidad de la mujer, en todos los sentidos. Mujeres Libres se posicionó e hizo suyas reivindicaciones como el amor libre (contra los matrimonios, ya fueran concertados, forzosos, religiosos o civiles); sobre el aborto o las medidas anticonceptivas; o sobre la prostitución. Sobre este asunto elaboraron un discurso racionalista, en el que entendían que nadie debería depender económicamente de esa actividad y que acabaría desapareciendo por la reeducación de hombres y mujeres. “Ellas entendían que mientras no se pudiera acabar con esta explotación, no podían mirar para otro lado y dejar a las prostitutas de lado. Por eso impulsaron los liberatorios, para atender a estas mujeres, defender sus derechos y tratarlas como seres humanos”, indica Turón. Otro de los temas que trataban era la maternidad, que entendían que siempre debería ser voluntaria y que, en caso de decidir ser madre, se hiciera en las mejores circunstancias. Lo que ahora se llama sororidad, ya la practicaban las Mujeres Libres con los cuidados y la crianza.
Doblemente olvidadas: por anarquistas y por mujeres
La exposición, que recorrerá varios puntos en España este año, se ha hecho gracias a la poca documentación que se conserva —entre otros, en la Fundación Anselmo Lorenzo— y al medio centenar de referencias bibliográficas sobre ellas o donde ellas aparecen. “Está todo por investigar sobre su trabajo. Desde su día a día a su organización. No se conoce el número real de afiliadas —se consideran 28.000 pero podrían ser más— ni las agrupaciones que había —hasta ahora se han contabilizado 147, pero puede haber más—, ni cuantas tiradas tenían de la revista homónima que elaboraba”, explica la comisaria de la muestra, que despeja que uno de los objetivos es hacer una llamada para recuperar papeles y fotografías que muchas personas puedan tener. “Muchas familias guardaron los documentos de CNT, pero no de las abuelas o las madres que participaron en MMLL”, comentan en la inauguración.
“Muchas familias guardaron los documentos de CNT, pero no de las abuelas o las madres que participaron en MMLL”
La invisibilización de esta agrupación se debe a dos factores decisivos: pertenecer al movimiento libertario —ya que muchas de ellas militaban en CNT, FAI o las Juventudes Libertarias a la vez que en MMLL— y a ser mujeres. “No solo nos exterminaron físicamente, sino también documentalmente”, comenta la Secretaria de Cultura anarcosindicalista. Mientras que sí se han conservando grandes documentos de hitos o personalidades relevantes, queda mucho por saber de la militancia de base de esos años. Además, insiste Turón, “las cosas constructivas del movimiento libertario rara vez se dan a conocer. Se trata de una organización que en poco tiempo hicieron mucho y para algunos es muy peligrosos que eso se pueda volver a repetir”.
Como muchas otras cosas, la desmemoria solo benefició a los vencedores. Actualmente, no se sabe qué ocurrió con muchas de ellas. Se conocen casos que acabaron en el exilio o la clandestinidad —como el de sus fundadoras, por ejemplo—, pero sin duda muchas sufrieron la represión de la guerra y la posguerra de forma directa por ser militantes antifascistas. Cárcel, violencia sexual, marginación social o el silencio. “Anímicamente hablando y emocionalmente, tuvo que ser horrible", reflexiona Lojo, "porque creyeron y vivieron que la igualdad entre hombres y mujeres era posible. Y cuando llegó el Franquismo, esa dictadura feroz, las relegó a ser poco menos que seres humanos de segunda”.
¿Qué queda de ese espíritu reivindicativo del sindicato con mayor presencia femenina entre sus filas? “El salto atrás ha sido brutal. Las formas de llegar al sindicalismo han vuelto a partir de cero, poniendo las cosas difíciles para muchas. Volvemos a que la actividad sindical sean a horas donde muchas no pueden acercarse a la reunión porque tienen trabajo en casa. Además, puede que las decisiones formales se tomen en asambleas, pero muchas veces se deciden en el bar y ahí es donde no están muchas mujeres, ya sea porque en su momento no estaba bien vista su presencia en estos lugares o por no poder acudir por tener que hacerse cargo de los cuidados”. Turón, prosigue: “Si ellas pudieron hacer tanto, en tan solo tres años, en plena guerra, dejan claras un par de cosas que con este 8 de marzo se han hecho visibles: que la igualdad no tiene que dejar de ser una prioridad por la situación social que haya y que la capacidad de organización es enorme. Siempre estuvo ahí, pero invisibilizada".
La exposición “Mujeres Libres (1936-1939), precursoras de un mundo nuevo" puede verse hasta el 15 de abril en la Fundación Anselmo Lorenzo (calle Peñuelas, 41. Madrid).
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