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EE.UU Washington DC, capital del crimen

Los expertos y la policía aseguran que la criminalidad está aumentando debido a la desigualdad económica y a la facilidad de hacerse ilegalmente con un arma. La capital de EE.UU contabilizó el año pasado 163 asesinatos, la cifra más alta en diez años.

la policía detiene a un hombre que lanzó unos petardos tras el tiroteo qen el que murieron 13 personas / EFE
La policía detiene a un hombre tras el tiroteo en el que murieron 13 personas / EFE

Washington DC: la capital de Estados Unidos, la ciudad de la Casa Blanca, el Capitolio, las agencias federales y los lobbies, es también la capital del crimen. En 2019 la ciudad registró la cifra más alta de homicidios de los últimos diez años: 163 muertes, prácticamente uno cada dos días. Es cierto que Washington está todavía muy lejos de las más de 300 y a veces 400 muertes al año que sufría a finales de los 80 y primeros 90, cuando se la bautizó precisamente como la capital del asesinato, pero los números llevan diez años subiendo sin freno.

La policía y los expertos son claros: las causas de este incremento ya no son, como sucedió hace tres décadas, la llegada masiva de las drogas (como el crack o la cocaína) ni la acción de bandas criminales organizadas sino las desigualdades sociales y la facilidad cada vez más alarmante de hacerse con un arma sin el control establecido por la ley.

Las desigualdades sociales y la facilidad de hacerse con un arma sin el control establecido por la ley

De las 20 ciudades más pobladas del país, todas ellas con más de 700.000 habitantes, Washington (que ocupa precisamente el puesto vigésimo) es la que tiene la ratio más elevada de asesinatos: en 2019 la ciudad registró 2,32 homicidios por cada 10.000 personas, por delante de ciudades como Filadelfia (2,25), Chicago (1,81), Dallas (1,56), Houston (1,13), Los Ángeles (0,63), San Francisco (0,46), Nueva York (0,38) o Seattle (0,36).

Aunque la capital está lejos de los números que padeció a finales de los 80 y primeros 90 (en 1986 alcanzó su récord histórico con 482 homicidios), los números están volviendo a aumentar: Washington comenzó un moderado descenso en el número de asesinatos a finales de los 90 y a partir de ahí los fueron cayeron con determinación hasta que en 2012 se contabilizaron sólo 88 asesinatos. Era la primera vez desde 1963 que el Distrito bajaba de los cien.

Yvonne Crasso, sujetando la foto de su hermana Nina Bradley que fue asesinada en 2012, en una manifestación en contra de la violencia de armas en Washington, EEUU. REUTERS/Jonathan Ernst
Yvonne Crasso, sujetando la foto de su hermana Nina Bradley que fue asesinada en un tiroteo en 2012, en una manifestación en contra de la violencia de armas en Washington, EEUU. REUTERS/Jonathan Ernst

Sin embargo, desde entonces los datos no han hecho más que repuntar y en 2019 casi se duplicó esa cifra (un 85 por ciento más, en concreto). Y 2020 no ha empezado mucho mejor: hasta la primera semana de marzo ya se habían contabilizado 29 homicidios en la ciudad, un ritmo que implicaría acabar 2020 con 166, por encima del año pasado. Uno de los últimos sucedió apenas a 15 minutos a pie de la Casa Blanca.

Ocurrió en el número 700 de la calle H. Esta vía alberga multitud de restaurantes y comercios y es la zona donde se ubica el estadio de los Washington Wizzards de la NBA y la Galería Nacional de Retratos, donde se exhiben los retratos de todos los presidentes norteamericanos. A las 17.00 horas del jueves 13 de febrero, Terence Dantzler, de 29 años, fue asaltado por un joven de 20 años, que le pegó un tiro en la cabeza. Dantzler estaba desempleado y vivía con su padre en Marshall, Virginia (a unos 80 kilómetros de Washington). Estaba en la ciudad visitando a un primo.

Desigualdad social y facilidad de armas más potentes

Si en los 80 la ciudad rompió todo tipo de récords en cuanto a asesinatos debido a la llegada a sus calles del crack y las bandas urbanas, 30 años después los números están repuntando debido a las desigualdades y las tensiones sociales, a la facilidad pasmosa para hacerse ilegalmente con un arma y al hecho de que éstas tienen cada vez más potencia, según indica el Departamento de Policía del Distrito.

El jefe de la policía del DC, Peter Newsham reconoció que el número de asesinatos en la ciudad "es demasiado alto"

En la comparecencia ante los medios a final de 2019 para hacer balance, el jefe de la policía del DC, Peter Newsham reconoció que el número de asesinatos en la ciudad "es demasiado alto", si bien, quiso tranquilizar, "la gran mayoría se produce entre personas que se conocen entre ellas. No es normal que sean aleatorios y muchos de ellos implican a personas que están viviendo con un estilo de vida de alto riesgo", señaló.

Newham lamentó la enorme cantidad de armas sin control que circula por la capital. En 2019, la policía requisó más de 2.050, es decir, unas seis diarias. Dicha cifra superó a las 1.928 recuperadas el año anterior. El asesinato de Dantzler, de hecho, sucedió con una pistola que no estaba registrada, es decir, que su propietario había obtenido ilegalmente y sin el control establecido por la legislación del Distrito.

Un sondeo llevado a cabo por el Washington Post en noviembre del año pasado reveló que casi la mitad de los vecinos de los barrios más pobres de Washington afirmaron que ellos o alguien a quien conocían habían sido amenazados con un arma o habían sido tiroteados en los últimos cinco años.

Baltimore, Filadelfia y Washington: el triángulo del crimen

Si se quiere ampliar la horquilla y se toman las ciudades del país con más de 600.000 habitantes (30 en total), Washington ocuparía la cuarta plaza detrás de la tristemente imbatible Baltimore (348 asesinatos en 2019, su segunda cifra más alta de la historia), Detroit (272) y Memphis (191).

En Baltimore hubo el año pasado 5,78 asesinatos por cada 10.000 personas. Los 348 homicidios que sufrió en 2019 es la segunda cifra más alta de la historia de la ciudad, a sólo cinco muertes de las 353 de 1993. El índice de homicidios de Baltimore equivale prácticamente al de los países más violentos del mundo (exceptuando los que están en situación de guerra) como Honduras o El Salvador.

Sin embargo, la importancia de esas ciudades está muy lejos de poder comprarse con la capital del país y sede del Senado, el Congreso, la Casa Blanca, el FBI, la CIA, el Pentágono y el largo etcétera de organismos nacionales y sedes centrales de entidades y empresas privadas.

Varias personas participan en una vigilia en memoria de las víctimas del tiroteo en San Bernardino, California (EEUU). EFE/Eugene Garcia
Varias personas participan en una vigilia en memoria de las víctimas del tiroteo en San Bernardino, California (EEUU). EFE/Eugene Garcia

En Baltimore el sueño americano se rompió hace mucho (como bien retrató The Wire), lo mismo puede decirse de Detroit (donde la industria del automóvil se derrumbó y la ciudad ha perdido la mitad de su población en los últimos 50 años) y otro tanto de Memphis, una ciudad sureña en la que la presencia de bandas ha llegado a ser calificada de "epidemia" (en los 80 hubo un desplazamiento de bandas desde Chicago a Memphis).

De hecho, en cuanto a personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza (de forma general en Estados Unidos: unos 25.000 dólares al año para una familia de cuatro personas), Detroit registra un 35 por ciento, Baltimore un 33 por ciento, Memphis el 25 por ciento mientras que Washington tiene el 17 por ciento (la media española es del 21,5 por ciento, según publicó el INE el año pasado).

Luego, ¿qué ocurre en Washington que no pase en Baltimore, Detroit o Memphis? Un informe con entrevistas a diversos expertos sobre violencia y asuntos sociales de la ciudad publicado el pasado mes de enero por el medio local The Washington City Paper, señaló que "hay personas en Washington que se enfrentan a una asombrosa falta de oportunidades, que ven una nueva y brillante ciudad, pero en la que no tienen sitio".

Memphis, una ciudad sureña en la que la presencia de bandas ha llegado a ser calificada de "epidemia"

El teniente de alcalde de Seguridad Pública y Justicia de Washington, Kevin Donahue, asegura, de hecho, a The Washington City Paper que "por lo general, [el uso de armas en un crimen] implicaba a personas que se conocían entre ellas, con un fácil acceso a las armas y con un historial de uso.

Ahora empieza a ver individuos con muchas necesidades y con una carencia enorme de oportunidades, individuos que han tenido muchos traumas en su vida, que se sienten desconectados de la vitalidad económica de la ciudad".

Washington es, según un informe publicado la semana pasada por la web de inversiones Investopedia, la cuarta ciudad más cara de Estados Unidos, tras Nueva York, San Francisco y Honolulú, la capital de Hawái, y en ella las desigualdades se disparan.

El coste de vida en la capital de Estados Unidos es, según este estudio, un 60 por ciento mayor que en el resto del país. El precio medio de la vivienda supera los 575.000 dólares y el precio medio de un alquiler asciende a 2.450 euros. Y estas cifras no hacen más que subir. Sobre todo en los últimos diez años, justo cuando la violencia comenzó a repuntar.

Así que el cóctel entre desigualdad, los efectos de la crisis económica sobre la clase trabajadora y la facilidad de encontrar un arma está resultando letal. Según informó la Oficina Federal del Censo el pasado mes de septiembre, la desigualdad de ingresos en Estados Unidos ha alcanzado su nivel más alto desde que dicho organismo empezó a medir este indicador hace más de medio siglo, y esto a pesar de que la tasa de desempleo en Estados Unidos está en mínimo históricos (en torno al 3 por ciento).

Vigilia por las víctimas de la masacre de Orlando en San Diego, California, EEUU.- REUTERS / Mike Blake
Vigilia por las víctimas de la masacre de Orlando en San Diego, California, EEUU.- REUTERS / Mike Blake

La brecha, según revelaban los datos hechos públicos por el Censo, era más marcada no sólo en las áreas más pobres del país (como Puerto Rico o Luisiana) sino también en las zonas ricas en ambas costas, es decir, ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Washington.

Sirva la sanidad como ejemplo de esa desigualdad: a pesar de que Estados Unidos tiene un 3 por ciento de paro actualmente, casi 30 millones de estadounidenses, entre ellos más de cuatro millones de menores de edad, no tienen ningún tipo de cobertura sanitaria (el 9 por ciento de la población) y otros 40 millones tienen una cobertura limitada (basada en copagos o franquicias).

En un país donde la sanidad pública es muy limitada (apenas hay ciertas coberturas para los pobres y los jubilados) y los seguros médicos son muy costosos, sencillamente uno de cada cinco ciudadanos no puede pagarse una póliza médica.

Uno de cada cinco ciudadanos estadounidensessno puede pagarse una póliza médica

De las ciudades del país con más de 600.000 habitantes, tres de las cinco primeras se hallan en una trayectoria de 240 kilómetros: Washington es la que se halla más al sur de todas (163 asesinatos en 2019); a una hora en coche se llega a Baltimore (348 homicidios ese año) y dos horas más y estamos en Filadelfia, la quinta más sangrienta en ese triste ranking (356 asesinatos el año pasado).

En 18 años de guerra con Afganistán, han perdido la vida unos 2.450 soldados estadounidenses. Durante 2019, fueron asesinadas 332 personas en toda España. Frente a esas cifras, sólo en estas tres ciudades vecinas, que suman 2,9 millones de habitantes, menos que Madrid, 867 personas fueron asesinadas el año pasado. Son cifras propias de un conflicto.

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