Dolores Giménez (58 años) nació en la Trinitat Nova, en Barcelona. Amante del baile y del flamenco desde que nació, a los 4 años se subió por primera vez a un escenario. "La danza siempre ha estado en mi vida, siempre estaba bailando", explica Giménez.  A pesar de que su familia estaba en contra, a los 22 años se fue a Madrid a buscarse la vida en el mundo del flamenco. Tras mucho esfuerzo y trabajo, lo consiguió. Inauguró el centro cultural Lavapiés con su espectáculo flamenco, actuó en el tablao Corral de la Pacheca y creó en Vallecas la Asociación Cultural Flamenca Carmen Amaya para trabajar con jóvenes en riesgo de exclusión social. 

"Muchos de los que empezaron con nosotros en la asociación ahora son profesionales de la guitarra, del cante, y del baile", relata Giménez. Al ver el proyecto funcionar, muchas mujeres amas de casa también se sumaron a él. "Yo las escuchaba cantar y les decía: ¿por qué no te vienes a la escuela y te pones a hacer lo que te gusta de verdad?", explica.

Con la asociación también querían rendirle homenaje a la cantaora y bailaora catalana Carmen Amaya, una de las primeras mujeres que bailó con pantalones. "Creíamos que no se le daba el valor suficiente y nosotros queríamos que fuera un personaje muy conocido en España", reivindica, Giménez.

Durante todos estos años, ha trabajado de directora, de bailaora, de cantaora y de coreógrafa con algunos de los y las artistas más relevantes del mundo del flamenco. Además, se sumó al grupo de fusión Ojos de Brujo.

Actualmente, lo que "más le entusiasma es empoderar a las mujeres a través del flamenco". Por ello, se ha convertido en maestra en el Centro de Arte Flamenco y Danza Española Amor de Dios, en Madrid. "Las niñas, las más jóvenes, las más mayores... Quiero que aprendan a quererse", reivindica Giménez. A través del baile, aprovecha para potenciar la autoestima de las mujeres. "Yo les decía: sube la barbilla para arriba junto a omóplatos y camina así...Y ya no solo en las clases, sino en la vida cotidiana", afirma.

Giménez ha roto el techo de cristal y todos los moldes. Cuando vivía en Barcelona, fue directora del centro de jóvenes de su barrio, entre otros. Ahora, su lucha es referente para las chicas más jóvenes de su entorno. "Hace poco llegué al barrio, a la Trini, y era como si hubiera llegado Alejandro Sanz a Moratalaz", relata, feliz. "Los jóvenes de aquella época hicimos muchas cosas, y yo era la única mujer gitana", concluye.