HUELVA
Actualizado:Salam Aleikum. La poderosa sonoridad de la lengua árabe tomó, bajo el implacable sol del mediodía, la Plaza de las Monjas, en el centro de Huelva: "Yo soy Salma, de Marruecos, una de las temporeras que ha venido para la campaña de la fresa. Cuando nos dieron la oportunidad de venir, nos pusimos muy contentas con las condiciones que nos daban en el Anapec (el servicio de empleo de Marruecos). Nos daban la casa. Ganaríamos entre 30 y 40 euros".
Para que nadie pueda reconocerla, Salma lleva un pañuelo negro que le cubre la cara, una gorra en la cabeza y gafas de sol. Habla en su lengua materna, con voz fuerte, como de capitán de barco, mientras Najat, una compañera jornalera, que lleva ya 13 años en Huelva, en el arándano, va traduciendo.
"Pero nos han tratado como animales y estábamos deseando morirnos antes de empezar a trabajar. Nos hemos llevado diez días en la casa sin trabajar. El jefe me cobraba tres euros por el sitio en que vivía. Teníamos que pagar 40 euros para ir al médico. Si no, nada. Supuestamente teníamos quince días de prueba y ellas no lo sabían. Las puede echar y ellas sin saberlo. Las trataba como a esclavas. No podían hablar ir al servicio. Estaban todo el rato trabajando", indica la trabajadora.
Al pie, las escuchaban unas 2.500 personas, que andaban desperdigadas entre las breves sombras que se podían encontrar en la plaza después de tres horas de lenta caminata bajo el sol vertical de junio. Habían acompañado el camino de Salma y de Najat, desde el Palacio de Deportes de Huelva hasta el centro de la ciudad, un recorrido de tres kilómetros, en una manifestación contra los abusos de cualquier clase en el trabajo en la fresa, ya sean sexuales o laborales.
En la manifestación ha destacado el lema: "Fresas, sí, pero con derechos"
Los sindicatos convocantes, SAT, CNT y CGT, cedieron todo el protagonismo a las mujeres, a las ONG y a los colectivos feministas y la manifestación se convirtió en una fiesta y en toda una muestra de sororidad hacia las temporeras marroquíes de la fresa en la que se cantaron lemas y se podían leer pancartas como estas: "Fresas, sí, pero con derechos. No a la ley de extranjería. Patriarcado y capital, alianza criminal. La fresa así no interesa" o "Hermana. Yo sí te creo. El silencio de unas es el grito de todas".
"Era un sueño", remató Salma su intervención, "pero ese sueño se ha esfumado. Nuestras familias esperaban que mandáramos dinero para vivir y resulta que estamos sin dinero aquí y allí igual. Hemos estado maltratadas". Y aquí en este punto, Salma se emocionó. "Son muchas cosas las que quiere decir pero no sabe por dónde empezar", dijo Najat, su traductora.
El mito de Casandra, de nuevo
Recoger la fresa es un trabajo duro, que reta al cuerpo. Hay que arrancar el fruto uno a uno. Doblar la espalda durante horas. Los tendones de las piernas y los músculos se ponen rígidos. Cada año, miles de mujeres marroquíes llegan a Huelva, entre febrero y abril, para, en el microclima de los invernaderos, hacer ese gesto, repetirlo una y otra vez, planta a planta, hilera tras hilera, segundo tras segundo, minuto tras minuto, día tras día, hasta los meses de junio y aun, en algunos casos, julio, según vaya la cosecha.
En Huelva se produce más del 90% de la fresa de España, que se exporta a Europa, a Francia y a Alemania sobre todo. Es un negocio que mueve unos 500 millones de euros cada año, que practica una agricultura intensiva, criticada por las organizaciones ecologistas, por la fuerte demanda de agua que requiere, y que configura a la provincia de Huelva como una verdadera potencia agroindustrial. El sector está desde hace dos meses en el ojo del huracán después de que una revista alemana, correctiv.org, publicase un trabajado reportaje de dos reporteras en el que se denunciaban las condiciones en las que trabajan las temporeras marroquíes en la fresa.
"Ninguna mujer puede quedarse de
brazos cruzados. No queremos este tipo
de abusos en
nuestra tierra"
La publicación de la historia, y el consiguiente goteo de denuncias, ha generado negación en numerosos sectores y se le ha tratado de quitar credibilidad a las jornaleras. En el mito griego, Casandra tenía el don de la profecía y el dios Apolo la maldijo, después de que ella le rechazara, para que nadie creyera en sus vaticinios, entre los cuales estuvo que el caballo de Troya era una trampa. Al igual que a Casandra y a tantas mujeres a lo largo de la historia, al principio, e, incluso, ahora, en algunos sectores, a las temporeras marroquíes se les niega la veracidad de sus testimonios.
Todos los que estaban en la manifestación sí las creen. "Ninguna mujer puede quedarse de brazos cruzados. No queremos este tipo de abusos en nuestra tierra. Que se cumplan los derechos. Que se respeten los derechos humanos en Andalucía. Que cualquier trabajadora tenga dignidad", responde Libertad Benítez, diputada autonómica de Podemos.
Cientos de personas se manifiestan en Huelva por "la situación de impunidad" de las temporeras tras denunciar abusos https://t.co/zt3YYku2CD pic.twitter.com/0MtTS8b9q7
— Europa Press (@europapress) 17 de junio de 2018
Pastora Filigrana, abogada, dice lo siguiente al respecto: "Estamos aquí por los derechos laborales. Hace años que no se cumplen los derechos laborales ni el salario ni las horas ni los alojamientos y sabemos que no tienen vehículos para hacer ejercer sus derechos. Porque ¿Qué hace una mujer cuándo no se cumplen sus derechos? ¿Qué puede hacer? Nada. No hay recursos. No hay atención ni inspecciones. Hay 28 mujeres que han denunciado ya acoso y abusos sexuales. Y existen otros relatos. Existe también una sentencia firme de la Audiencia Provincial de Huelva, que condena a tres empresarios. Pero con que solo existiera un caso, uno solo. Tiene que haber distintos tipos de protocolos. Y no dejarlas en el silencio de la finca, en un contexto de intimidad".
"Nos negamos que venga nadie a trabajar así. Los españoles no se quieren apuntar. Y buscamos mujeres que no se pueden defender"
Alicia B. Navascués resume la posición de Mujeres 24H, colectivo feminista de Huelva que ha investigado la realidad de las temporeras. A la manifestación también han asistido los grupos Café Feminista y Colombine. “Hay condiciones laborales indignas, impropias del siglo XXI. Son mujeres contratadas en Marruecos, de ámbitos rurales, que solo saben árabe. El sistema de contratación es perverso. Están en una situación de absoluta vulnerabilidad. No tienen herramientas para denunciar. Las fincas estañan a kilómetros de las ciudades. Hay una punta de acoso inadmisible y una precariedad laboral indigna. Nos negamos que venga nadie a trabajar así. Los españoles no se quieren apuntar. Y buscamos mujeres que no se pueden defender”.
Abdallah camina a la vera de la serpiente multicolor en que se ha convertido la protesta con un carrito, cubierto con una mosquitera, en el que duerme, ajeno al calor, a la protesta, a todo, un bebé. Lleva ya 18 años en Huelva. Ahora tiene un comercio y la nacionalidad española. Empezó en la fresa, durmiendo con otros cuatro, uno arriba y otros al lado, en las fincas. El vivió en su momento las precarias condiciones del campo y resume en una sola frase la situación: “Claro que hay explotación. Si las traen y solo saben su idioma y vienen aquí y no saben ni dónde están”.
En la Plaza de las Monjas, después de la intervención de Salma, se fueron sucediendo los discursos. CNT tendió su mano a todas las que se atrevan a denunciar, el SAT reivindicó que la tierra debe de ser de quien la trabaja, la CGT cedió su minuto a los colectivos feministas, que cerraron la jornada: “Existen unas condiciones laborales impropias de un país del siglo XXI. No son casos aislados. Las trabajadoras han sido elegidas por ser mujeres. Se busca una mano de obra menos conflictiva, menos reivindicativa. La fresa fundamenta su rentabilidad en los bajos costes laborales. El sector del fruto rojo se sustenta en condiciones laborales que la sociedad de Huelva no quiere para sí misma. Sin dignidad no hay riqueza. Así no queremos la fresa”.
Esta campaña fresera está prácticamente concluida. El nuevo convenio del campo para la provincia de Huelva se está negociando. A finales de mes se va a empezar a hablar también en Madrid del contingente del año próximo. Es una oportunidad para cambiar las cosas, analizan fuentes sindicales, de las ONG, de la administración y también de los agricultores. Hay mucho trabajo que hacer para cambiar un clima que facilita la vida de quien quiere cometer un abuso y que ha obligado incluso al Ejecutivo marroquí a tomar medidas y a trabajar en un sistema de acompañamiento a las temporeras.
"Debería haber inspecciones en todas las fincas. Todas esas mujeres deberían de tener un papel con un teléfono al que llamar. Personas independientes deberían exigir a todas las empresas que entreguen la documentación de los contratos, para comprobar si esas condiciones coinciden con los contratos españoles. Pedimos que no se firme el actual convenio del campo. Estamos con el peor convenio de todos. Antes de aprobarse, deberían de reunirse mesas con mujeres y que se hagan con enfoque de género. Estamos demostrando que hay un problema muy gordo. Y, claro, hay empresarios que hacen las cosas. Pero ellos deberían ser los primeros en querer resolver estas cuestiones. Huelva es provincia hortofrutícola a costa de la explotación de las mujeres", dice Mujeres 24H.
“De manera urgente, se pueden ubicar agentes de igualdad, mediadores interculturales, inspecciones en las fincas y habilitar un teléfono específico para ellas. Que estas cosas no sucedan ya, pone de relieve, que no existe una voluntad política para hacerlo”, afirma la abogada Filigrana.
Madrid y Barcelona, también entre reclamaciones
Las trabajadoras temporeras de la fresa también se han manifestado en Madrid para pedir mejoras laborales y una perspectiva de género dentro de su convenio laboral. Aquí puedes ver la intervención de una portavoz ante los medios.
En Barcelona también han salido a las calles por los derechos de las trabajadoras de la fresa. Varios colectivos de mujeres y personas migrantes han organizado la movilización contra el acoso y la explotación denunciados por estas trabajadoras.
Los manifestantes han expresado con pancartas y gritos su rechazo a las deportaciones de temporeras, han reclamado el cierre de los CIE, la desaparición de las vallas en las fuentes, la derogación de la Ley de Extranjería y una normativa que permita mantener una vida digna a las personas migrantes.
Durante esta semana y por mismo domingo había convocatorias de apoyo a las temporeras marroquíes en ciudades andaluzas como Almería, Granada y Tarifa, y en diferentes poblaciones del resto del Estado, como Cáceres, Badajoz, Mérida, Eltx, Cartagena, Madrid, Salamanca, Bilbao y A Coruña.
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