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Actualizado:La violencia de género va mucho más allá de las violaciones o palizas. Éstas son formas de violencia muy aceptadas y censuradas socialmente, pero otros tipos de agresiones, más cotidianas y silenciosas, están altamente invisibilizadas. Y esa invisibilización se multiplica si a quien se pregunta es un hombre. Según la última encuesta sobre las violencias sexuales en Catalunya, el doble de hombres que de mujeres considera que obligar a tener relaciones sexuales o humillar no es violencia machista. Y este sesgo en la percepción se incrementa si hablamos de no dejar a la pareja que hable con otros hombres o controlar qué hace y dónde está en cada momento.
"Estos resultados son muy preocupantes. Si queremos conseguir erradicar las violencias machistas, debemos interpelar a los hombres. Claro que no todos son agresores, pero pueden serlo en según qué contextos", asegura la teniente de alcaldía y directora del área de feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona, Laura Pérez Castaño, que recuerda que más del 90% de las agresiones se dan en el ámbito de la pareja. "Las violencias son muy amplias y tienen que ver en cómo se han construido los roles de la masculinidad hegemónica, que premia comportamientos impositivos y considera que el cuerpo de la mujer está a su servicio", apunta.
Es para deconstruir estas masculinidades y comportamientos aprendidos que el consistorio barcelonés abrió las puertas, poco antes del 25N, del centro Plural, un espacio pensado para fomentar una perspectiva diversa, positiva y respetuosa de las masculinidades. "Trabajar con hombres es esencial para visibilizar a las violencias. Es la hora de romper la idea de la responsabilidad femenina en la violencia de género y la creencia de que todo ello se arregla con respuestas punitivas hacia los hombres", explica Esteve Segura, técnico de la dirección de feminismos y responsable del centro Plural. Así pues, es clave hacer que los hombres sean conscientes de que copar los espacios de opinión, no compartir las tareas de cuidado o no ser capaz de expresar emociones y debilidades también es machismo y que, por tanto, ellos también se ven afectados por el patriarcado.
"Es muy fácil decir que la violencia de género se da porque hay unos cuantos hombres que son bestias, pero realmente el patriarcado se sustenta en todo tipo de violencias que están legitimadas socialmente", añade Segura. Hoy, tres años desde que se desplegó una gran ola feminista, los hombres "aliados" son casi mayoría. Pero denunciar las violaciones o reclamar la igualdad efectiva no es lo mismo que reconocer y detener las violencias cotidianas. Así lo considera Laura Pérez Castaño: "Hay muchos hombres que se consideran feministas a los que les cuesta detener a un compañero que hace un comentario inapropiado o un amigo que se sobrepasa con una chica en una discoteca". ¿Por qué? Pues porque, según asegura la teniente de alcaldía, "la sociedad estigmatiza las masculinidades no normativas".
Paternidad, momento para cuestionar la masculinidad
Plural es un centro pionero, en tanto que trabaja con hombres de forma voluntaria, no ligada a una disposición penal tras una condena por violencia de género. Éste, precisamente es uno de los rasgos característicos del centro, que "desliga la masculinidad de la violencia. Hablamos de todo: del deseo, de las parentalidades, de las emociones. Hablamos de bienestar", explica Esteve Segura. Y es que el objetivo del centro es desmontar los factores de masculinidad identitaria y relacional. En otras palabras, romper la idea de que un hombre debe ser autosuficiente, competitivo y agresivo. "Son valores que están bien vistos en los hombres y si sales de ahí, la sociedad te dice que eres menos hombre", apunta Laura Pérez, quien recuerda que "las identidades de género disidentes son las grandes enemigas del patriarcado. Por eso ataca a las mujeres independientes o con roles de poder, ya los hombres sensibles y que participan de las tareas de cuidado".
En esta línea, el centro Plural -que es la evolución del Servicio de Atención a Hombres (SAH)- facilita charlas, formaciones y grupos de debate y acompañamiento a entidades o colectivos interesados en desligarse de esta idea de la masculinidad. Uno de los grupos más interpelados por esta necesidad se encuentra entre sus padres. "La paternidad es un cambio de ciclo vital en el que muchos hombres se cuestionan su masculinidad porque, de repente, eres responsable de una vida y debes asumir responsabilidades y roles que chocan con lo que te habían dicho que se supone que es ser hombre", explica Gerard. Este padre de dos hijos es miembro de un grupo de paternidades desde 2017 que, ahora, se desarrolla en el centro Plural.
Gerard explica que hay muchos grupos de apoyo a las madres, pero pocos pensados para padres. Y los que existían, "no nos gustaban. Porque eran espacios de acompañamiento, pero pensados para ir sin los niños. Si mi pareja debe cuidar a los niños mientras yo estoy en este espacio es que no hemos aprendido nada", explica. Por eso, el grupo de paternidades -en el que participan un máximo de 10 padres por sesión- es un espacio para compartir inquietudes mientras se cuida de los hijos e hijas en colectivo. "Tener un espacio así es totalmente reconfortante. La paternidad te confronta con una masculinidad que has llevado como has podido y, de repente, te ves como el modelo de referencia de una persona y entiendes la necesidad de revisar cómo socializas para evitar inculcar una masculinidad expansiva a tu hijo o victimizar a tu hija", explica Gerard.
Los miedos, dudas o inseguridades son los temas que se debaten en este grupo de padres que se encuentran practicando una tarea que, histórica y socialmente, ha sido atribuida a las mujeres. "El patriarcado no nos ha creado la aspiración de la paternidad. Destruir tópicos, como la naturalización de la maternidad en las mujeres o la incapacidad de los hombres de ser padres cuidadosos y atentos es uno de los objetivos de estos proyectos", explica Esteve Segura. Desmontar estas creencias es clave para romper otras creencias logradas y que pueden ser el caldo de cultivo de violencias, tales como el amor romántico, las expectativas en el ámbito de la pareja, el coitocentrismo o la cosificación y anulación del deseo de las mujeres.
Nuevas masculinidades, viejas toxicidades
Hay muchas dinámicas sociales que, aunque parezcan inocuas, van haciendo calar estos roles de género desde la pequeña infancia. Referirnos a las niñas como princesa y a los niños como campeón, que ellas tengan cocinitas rosas y ellos coches de carreras o disfraces de superhéroes va tejiendo una identidad que acabará perpetuando las desigualdades de género. Durante los últimos años, se ha ido trabajando en eliminar estos inputs y lograr que las nuevas feminidades y masculinidades sean aceptadas socialmente. Y se están empezando a ver algunos frutos: "Si bien los roles no normativos en hombres son muy penalizados en la adolescencia, esto no ocurre con la paternidad. Está muy aceptado que seas un padre sensible y responsable. Pero hay que entender que, si podemos dedicarnos a los cuidados, es porque lo hacemos desde el privilegio", explica Gerard.
"Las nuevas masculinidades pueden ser igual de tóxicas que las viejas, si no tenemos cuidado", alerta Esteve Segura. "Está muy bien visto ir al parque con tu criatura y pasárselo bien. Pero, en casa, pones la lavadora, ¿te corresponsabilizas de los cuidados?", se pregunta Gerard, quien asegura que la paternidad es la bandera de estas nuevas masculinidades, porque es visible y se hace en el espacio público. "Debemos abordar qué ocurre en la privacidad de los hogares. Sólo así se explica que haya padres súper cuidadosos que, después, desatienden la atención a las personas mayores o dependientes. Si diferenciamos entre un cuidado visible o invisible, es que no hemos desmontado nada", considera Laura Pérez.
Por eso sirven las actividades y talleres propuestas desde el centro Plural, para deconstruir todas las masculinidades y todos los roles de poder asociados. Pero el gran reto es llegar a aquellos hombres que no consideran necesario repensarse, que no ven que las violencias machistas sean una lacra. "Es muy fácil interpelar a las mujeres, porque son las víctimas. Pero, ¿cómo llegamos a aquellas personas que, deconstruyéndose, perderán privilegios?", se pregunta Esteve Segura, que apunta que la mayor parte de los hombres que se acercan al centro Plural son aquellos que ya sienten la necesidad de realizar un cambio y que, por lo tanto, ya tienen parte del camino hecho.
Desde el consistorio aseguran que la clave pasa por hacer de las masculinidades deconstruidas una narrativa de ciudad. "Debemos generar productos culturales, charlas o encuentros que no tengan nada que ver con el género, pero que tengan presentes estos mensajes. Debemos ser atrevidas para interpelar a quien no se siente interpelado", apunta la directora del área de Feminismos y LGTBI. El reto, pues, es poner ante el espejo a todos aquellos hombres, aliados del feminismo, que no se dan cuenta de que levantan más la voz que sus compañeras en una reunión de trabajo; aquellos que bajan al parque o van a realizar la compra, pero no limpian los fines de semana; aquellos que se sienten orgullosos porque no sienten celos si su mujer se va de fiesta, pero se preocupan de explicarle los riesgos a su hija de llevar minifalda, y no de hablar con sus hijos sobre no agredir a las mujeres. Son estas violencias, más o menos micro, las que sustentan al sistema patriarcal. Y erradicarlas no es trabajo de las víctimas.
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