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Ni la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, ni su equipo más cercano, durmieron apenas durante la madrugada del martes 29 de septiembre. Una parte del Gobierno ya había asumido que la ampliación de los ERTE hasta el 31 de enero se aprobaría únicamente con el apoyo sólo de los sindicatos, y que en este caso no habría acuerdo en el diálogo social.
Tras finalizar la maratoniana reunión de nueve horas del lunes, cuando la patronal dejó claro su rechazo a la última propuesta de Trabajo, nadie tenía esperanza en que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, reconsiderara su postura.
Pero la ministra dijo no a asumir lo que ella misma consideraba un fracaso. Díaz tenía muy claro que no era lo mismo ampliar los ERTE con un nuevo pacto social, como había venido ocurriendo hasta la fecha, que sin él. La militante comunista, con una dilatada trayectoria como negociadora, quería contar con la patronal.
Pasadas las doce de la noche del lunes, se puso manos a la obra con su equipo a modificar toda la estructura conceptual y metodológica de los ERTE, aunque manteniendo las condiciones ya anunciadas. No era la primera vez que los trabajos se extendían durante toda una noche, pero en este caso, además, el Consejo de Ministros tenía que tomar una decisión el martes, porque la regulación de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo caducaba el miércoles, 30 de septiembre.
Sobre las siete y media de la mañana, Díaz volvió a contactar con el presidente de la CEOE y le hizo llegar la nueva propuesta recién elaboarda. Garamendi no le prometió nada. Pero, tres horas más tarde, Díaz supo que la dirección de la CEOE daba su apoyo al real decreto que estaban a punto de aprobar en el Consejo de Ministros. Había pacto.
Díaz ha sellado seis acuerdos en el marco del diálogo social en nueve meses de Gobierno de coalición
Tuvo que conocer la noticia en la misma reunión del Consejo de Ministros, y cuando la comunicó recibió una felicitación unánime. Muy especial fue la de ministra Portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero, que hasta llegó a emocionarse al conocer que se había logrado el acuerdo.
No era para menos: era el sexto acuerdo social alcanzado en nueve meses de legislatura entre el Gobierno y los agentes sociales (tras pactar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI); la aprobación y la primera prórroga de los ERTE por la covid-19; el plan de creación de empleo; y el teletrabajo).
Todos ellos, quizás con la excepción del SMI, en unas circunstancias extremadamente difíciles, aunque este primer acuerdo lo logró firmar apenas diez días después de tomar posesión de su cartera de ministra, en enero. Entonces ya llevaba varias semanas trabajándolo, pulsando a sindicatos y patronal.
Liderazgo feminista
¿Y dónde está el truco? En creer en el diálogo y apostar por él, en insistir, en no concebir la opción de que no se dé el acuerdo, apuntan desde su entorno. También pasa por la construcción de un liderazgo feminista, por enfocar una negociación con perspectiva de género, descartando la competición, comentan.
El hecho es que el equipo más cercano a la ministra está compuesto casi en su totalidad por mujeres —con apenas dos hombres—. Pero no sólo es eso, inciden: es tener una visión distinta de cómo afrontar una negociación cuando todos los interlocutores son hombres, con sus egos y testosterona muy presentes. Es negociar con otros parámetros que, además de escuchar, pasan por la firmeza y la generosidad, por crear contextos y escenarios a los que difícilmente se puede decir que no.
A esto se une que la ministra comunista tiene una buena relación con los secretarios generales de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, así como con el jefe de la patronal. Y hablan, discuten, disienten y llegan a un acuerdo en casi todas las ocasiones, porque Díaz todavía lamenta que Garamendi se descolgara del plan por la transparencia y la igualdad salarial.
Por descontado, las buenas relaciones entre los empresarios y la ministra del Gobierno "socialcomunista" descolocan a los partidos de la derecha
Por descontado, las buenas relaciones entre los empresarios y la ministra del Gobierno "socialcomunista" descolocan también a los partidos de la derecha, que ven evaporarse sus argumentos sobre los peligros de la gestión de los supuestos herederos políticos de Nicolás Maduro, Hugo Chávez o Stalin, conforme el Ejecutivo anuncia nuevos pactos con los empresarios.
Y es que el balance de la ministra de Trabajo es reconocido por sus compañeros. "Seis acuerdos, seis. Y eso no es nada fácil", comenta un dirigente socialista aficionado a la tauromaquia. Es la tercera coalición en la que participa la ministra, hija del exsecretario general de CCOO en Galicia Suso Díaz, a lo largo de su trayectoria política.
Si los ministros acostumbraran a hacer público un ránking con la valoración de la actuación de sus compañeros, pocos dudan de que Yolanda Díaz sería de las mejor paradas —y la que más fotos de acuerdos, cargadas de simbolismo, ha puesto en bandeja de plata al presidente—. Porque, además de sus compañeros de partido que están en el Consejo de Ministros, tiene una relación casi de amistad con José Luis Ábalos y María Jesús Montero, elogia la labor de Salvador lla, y tampoco escatima en elogios a José Luis Escrivá, aunque sean personalidades y caracteres completamente opuestos.
Su china en el zapato, aunque Díaz responda siempre desviando las preguntas con una sonrisa, se llama Nadia Calviño. Pero la bruja mala del Gobierno está para hacer su papel, y son todavía más conocidos los choques de la vicepresidenta con Pablo Iglesias.
Con el apoyo de Sánchez
Además, Díaz tiene el apoyo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ha respaldado todas sus acciones y tiene plena confianza en su ministra. Hablan bastante a menudo, porque el presidente sigue muy de cerca el diálogo social que ahora considera imprescindible, en buena medida, porque Díaz ha peleado por hacérselo ver.
La ministra sabe que todavía tiene muchos frentes abiertos: le queda derogar la reforma laboral, quiere regular el problema de los rider y, sobre todo, ansía que sean útiles las políticas activas de empleo y que los ciudadanos dejen de acudir a InfoJobs, desesperados.
El PSOE le pondría una alfombra roja para que cambiara de partido, pero Díaz asegura que nunca lo hará
El PSOE le pondría una alfombra roja para que cambiara de partido, pero Díaz asegura que nunca lo hará. "Y ya sé qué Ábalos estuvo en el PC y se pasó al PSOE. Lo que no sé es por qué no para de recordármelo", ha comentado en varias ocasiones entre carcajadas.
El reconocimiento a su labor es unánime entre las distintas fuerzas que integran Unidas Podemos, pero también se extiende entre los dirigentes de otros partidos de la izquierda, y hasta lo comparten —fuera de cámara— en la derecha.
Este año tuvo un bache, una campaña política —la gallega, para las elecciones del 12-J—, en la que se volcó, y su formación cosechó un sonoro fracaso. Hubo quien anticipó que podría verse salpicada por estos resultados, pero hoy por hoy no parece que le hayan hecho mella. Fueron, precisamente, esas peleas y esa división en la izquierda, que rechaza, las que dejaron a los suyos sin grupo parlamentario en Galicia.
Y, aunque Díaz ha pasado gran parte de su carrera política en su añorada tierra —refuerza inconscientemente su acento cuando habla de Galicia—, aunque siempre ha asegurado que se resistió a la idea de venir a Madrid, la veterana política y militante del PCE —ya no de IU—, tiene claro que difícilmente podrá volver en algunos años. Aún le quedan muchas noches sin dormir por delante.
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