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Sumar se erige como alternativa a un bipartidismo envuelto en corrupción y marca perfil propio frente al PSOE

Sumar echa a andar como organización política en una asamblea con unas votaciones con baja participación. Yolanda Díaz marca distancias con el PSOE y critica la dinámica del bipartidismo envuelto en discursos relacionados con los casos de corrupción.

Yolanda Díaz, rodeada de la nueva dirección de Sumar, al cierre de la asamblea fundacional celebrada este sábado en Villaverde.
Yolanda Díaz, rodeada de la nueva dirección de Sumar, al cierre de la asamblea fundacional celebrada este sábado en Villaverde. Ricardo Rubio / Europa Press

La estructura de Sumar ha salido del plano y se ha materializado en edificio. El proyecto que Yolanda Díaz lanzó en el recinto de Matadero en Madrid en julio de 2022 es ya una realidad casi dos años después, aunque con algún matiz que, seguramente no estaba en el diseño inicial de la vicepresidenta del Gobierno.

Sumar había previsto fundarse como organización este sábado en La Nave de Villaverde (Madrid), pero en realidad lo que han acometido los de Díaz ha sido una refundación. Que el proyecto no se hubiera desplegado organizativamente no lo despoja de un recorrido político que lo ha llevado a erigirse como espacio presente en el Gobierno de coalición, después de unos resultados electorales en el 23J que los dirigentes de este espacio sitúan también como un elemento fundacional.

A Sumar le tocaba este sábado comenzar a fijar sus estructuras y apuntalar una hoja de ruta ideológica con la que pretenden disputarle la batalla cultural a la derecha durante la próxima década. Pero también parar, recalcular y readaptarse a un escenario político en continua transición y cambio que obliga a un proceso de reajuste permanente. El nivel de participación en las votaciones de la asamblea ha sido bajo. Tan solo 8.179 personas han participado en las votaciones de los órganos de dirección de la asamblea. De ellas, 6.661 han apostado por Yolanda Díaz.

Hace apenas unas semanas la plataforma se encontraba volcada en una negociación presupuestaria con el PSOE que les iba a permitir desplegar buena parte de su agenda social, y el reto radicaba en erigirse como organización (pacificada y con unidad entre los partidos a la interna) en un contexto externo marcado por las elecciones vascas y las europeas.

Ahora, en mayo habrá también elecciones en Catalunya, no se aprobarán Presupuestos Generales del Estado hasta el 2025 y el escenario se centra en una pugna entre el PSOE y el PP por las tramas de las mascarillas durante la pandemia. Sumar ha botado su barco en estas aguas con un objetivo doble: aprovechar la pugna bipartidista por la corrupción para reconectar con esa ciudadanía indignada que permitió a la izquierda alternativa abrir una brecha con el régimen del 78 en 2015, por un lado; y poner pie en pared frente a la expansión del PSOE hacia el electorado de su izquierda, por otro.

Respecto al primer elemento, Díaz ya se ha distanciado en lo discursivo y en lo político de la bronca bipartidista. En lo discursivo, ha afeado a Sánchez y a Feijóo sus broncas, y en lo político ha presentado varias iniciativas para prevenir la corrupción en origen, y no sólo para castigar y perseguir los actos cometidos, como la creación de una oficina, de ámbito estatal, antifraude. La distancia con los socialistas ha sido inevitable en este sentido, una derivada que asumen en Sumar.

Sobre todo, desde que los socialistas han elevado el tono contra el socio minoritario del Ejecutivo después de que los comuns tumbasen los Presupuestos catalanes y de que la vicepresidenta, a la que acusan de "equidistante", reprochara su actitud al bipartidismo, y no solo al Partido Popular de Feijóo.

En lo estructural, Sumar inicia un proceso de despliegue organizativo que terminará en otoño con una asamblea constituyente, pero este sábado ya se ha definido en origen como algo más que una alianza electoral, como una herramienta que pivota entre una federación y una coalición de partidos, pero que integra una asamblea de afiliados propia.

Desde la organización de la asamblea se repitió hasta la saciedad que Díaz y los partidos llegaban "pacificados" al cónclave, y la lista que encabezaba la vicepresidenta al denominado Grupo de Coordinación (al 70% del órgano que le corresponde elegir a los inscritos) salió adelante con una reforzada mayoría de más del 81% de los votos. La participación ha sido, como decíamos, baja. Tan solo ha votado un 20% del total de 70.000 inscritos que ha llegado a reunir Sumar en sus casi dos años de vida.

Sin embargo, los acuerdos bilaterales que la vicepresidenta ha cerrado con algunas de las formaciones adscritas a Sumar, como Más Madrid, ha causado malestar en sectores de otros partidos, como Izquierda Unida Madrid, que no ven garantizada la pervivencia de su estructura en el territorio. 

Durante el mitin, en el que han participado las ministras y ministros de Sumar (la propia Díaz, Pablo Bustinduy, Ernest Urtasun, Mónica García y Sira Rego) y también representantes de organizaciones internacionales de izquierdas, CCOO y UGT, o la Autoridad Palestina y l Frente Polisario, se han lanzado las principales líneas políticas del proyecto.

Yolanda Díaz ha aprovechado para criticar con fuerza la deriva del bipartidismo, cuyo relato vuelve a estar protagonizado por los casos de corrupción que envuelven a PP y PSOE, relacionados con la compra de material sanitario durante la pandemia. También para distanciarse del PSOE, a quien le ha recordado que: "Quien piense que en este momento pueda gobernar solo, se equivoca".

Sumar arranca, por fin, como organización política. Con su dirección, su tesis política y su método organizativo. La asamblea fundacional de Sumar culminará en unos meses, previsiblemente en el otoño, con una segunda asamblea en la que debería estar aclarado cuál es el papel de las diversas organizaciones políticas del espacio. La izquierda da un paso más en Villaverde, las cifras de participación muestran que el momento es delicado

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