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Alguno de ellos había sonado en las quinielas previas para salir del Gobierno. Especialmente el ministro de Interior. Pero con Pedro Sánchez las apuestas no suelen acertar. El presidente dio a conocer este lunes los integrantes del nuevo Consejo de Ministros. En él se seguirán sentando cada semana tres nombres que han sido muy cuestionados desde la izquierda: Margarita Robles, José Manuel Albares y Fernando Grande Marlaska.
El nuevo Ejecutivo de coalición progresista entre PSOE y Sumar tiene un amplio carácter continuista. Lo remarcó el propio Sánchez en su comparecencia desde Moncloa. La continuidad se da especialmente en el área económica y en los llamados "ministerios de Estado". En ellos no hay cambios. El Ministerio de Defensa, el de Asuntos Exteriores y el de Interior seguirán con los mismos ministros al frente.
Sánchez tiene la máxima confianza en Robles, Albares y Marlaska. Ha cerrado filas con ellos en los momentos más complicados donde han sido criticados tanto por sus socios de Gobierno como por algunos de sus aliados parlamentarios que han votado favorablemente a la investidura de Sánchez. Según varios de estos partidos, los tres representarían el alma conservadora de la coalición gubernamental.
Robles, gasto militar y el 'caso Pegasus'
La magistrada Margarita Robles continuará en Defensa. Fiel a Sánchez desde sus inicios y, en especial, con la crisis del PSOE en 2016. Ella, junto a otros nueve diputados más, votó en contra de la investidura de Mariano Rajoy aquel año, desobedeciendo las órdenes de la gestora socialista que sustituyó a Sánchez.
Durante la pasada legislatura ha tenido dos focos de tensiones importantes. Una, a cuenta del aumento del gasto militar. Incluso con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha tenido choques dialécticos. “El acuerdo de plantear 1.000 millones de euros más para Defensa nada tiene que ver, y bien que lo siento, con la carga de trabajo de Navantia para mi comarca de Ferrol, ni de Cádiz, y bien que lo siento”, criticó Díaz, tras un reproche de Robles.
“El bolsillo de los españoles compete a todo el Gobierno de España”, dijo Díaz en otra ocasión tras escuchar a Robles criticar que la vicepresidenta quisiera entrar en algo que no le correspondía a cuenta del precio de los alimentos.
Los choques con Ione Belarra e Irene Montero fueron todavía más intensos. Unidas Podemos llegó a pedir la convocatoria de manera urgente una reunión entre PSOE y su grupo para solucionar los asuntos relacionados con el gasto militar. La tensión se fue rebajando de forma progresiva.
Otro de los puntos calientes con Robles en el foco fue el estallido del 'caso Pegasus' que suponía el espionaje a dirigentes independentistas. En el punto de mira se situó a Paz Esteban, entonces directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Robles defendió su actuación en todo momento. Además, en el ala socialista se visibilizó un choque de estrategias políticas entre la ministra de Defensa y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños.
“Echo de menos a la Margarita Robles que era el azote de las cloacas”. “¿Dónde está aquella juez progresista?”. Aquellas frases se escucharon en el Congreso en mayo de 2022 en las comparecencias sobre este asunto. Las protagonizaron Jon Iñarritu (EH Bildu) y Aitor Esteban (PNV) respectivamente.
Las críticas de ERC o Junts fueron también durísimas. De hecho, el grupo republicano votó en contra de un paquete del decreto anticrisis como castigo al Gobierno por el espionaje y su modo de proceder. Mientras, la derecha cerró filas con Robles.
Desde la escuadra socialista, algunas voces reconocen en privado que su perfil es necesario para atraer a un electorado más conservador. Precisamente esas son las críticas más furibundas que se le realizan desde los partidos de izquierda.
Albares y el giro sobre el Sáhara Occidental
En lo que se refiere a la política exterior, la legislatura ha estado marcada principalmente por el conflicto del Sáhara Occidental y las relaciones con Marruecos. Sánchez tuvo que afrontar una grave crisis bilateral con el país vecino que desembocó además con el nombramiento de José Manuel Albares en sustitución de Arancha González Laya en el verano de 2021. La tarea principal de Albares era reencauzar las relaciones con el vecino del sur.
Las tensiones comenzaron en diciembre de 2020. En plena pandemia, estaba prevista la celebración de una Reunión de Alto Nivel (RAN) entre ambos países. La versión oficial del aplazamiento fue la crisis sanitaria. Pero en el fondo del asunto se encontraba también la incomodidad marroquí con algunas declaraciones de integrantes de UP en el Gobierno, como el exvicepresidente Pablo Iglesias.
Meses después, Brahim Gali, secretario general del Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fue acogido de manera humanitaria en abril de 2021 (y en secreto) por parte del Gobierno para que fuera atendido en un hospital de Logroño. El asunto desató una tormenta judicial, política y diplomática con pocos precedentes en las relaciones bilaterales.
Marruecos ejerció una presión migratoria enorme en Ceuta, facilitando la llegada de miles de personas, también de menores, a la ciudad autónoma. “Es inaceptable que se ataquen nuestras fronteras por desavenencias en política exterior”, llegó a decir Sánchez.
Esas diferencias, sobre el Sáhara, desembocaron en la llegada de Albares al ministerio. Tras meses de conversaciones y contactos, en marzo de 2022 se conoció, a través de la Casa Real marroquí, que Sánchez avalaba la propuesta de autonomía de Mohamed VI para el territorio del Sáhara Occidental.
La decisión de Sánchez y Albares unió a todo el arco parlamentario para criticarla. Incluidos los socios de Unidas Podemos, que no compartían las nuevas posiciones y tuvieron serias diferencias. Las posiciones enfrentadas duran hasta hoy. El Sáhara se ha quedado fuera del pacto de Gobierno entre PSOE y Sumar. Desde el espacio de Yolanda Díaz han reafirmado su apoyo a la autodeterminación del Sáhara, la última vez hace unos días con su propia asistencia a una manifestación prosaharaui en Madrid.
Marlaska, Melilla y la gestión migratoria
Por su parte, Marlaska también seguirá al frente de Interior. El ministro ha estado en el centro de la polémica especialmente por la grave tragedia ocurrida en la valla de Melilla en junio del pasado año. Marlaska mantuvo su versión de los hechos, a pesar de que las imágenes desveladas en su momento por Público, y luego difundidas en el programa de la BBC, Africa Eye, probaban la responsabilidad del Gobierno.
Tanto en Unidas Podemos como en ERC se pidió su dimisión en aquellos momentos. De hecho, el grupo republicano ha lamentado este lunes, tras el anuncio de Sánchez, que tanto él como Robles sigan en el Gobierno por su “falta de compromiso con los derechos humanos”.
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