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Toda crisis de Gobierno da para muchas lecturas. El juego de contrapoderes en el Ejecutivo, las influencias del presidente o los objetivos finales que persigue. Pero de la gran remodelación gubernamental hecha por Pedro Sánchez este sábado se extrae una lectura muy clara: es una crisis para reconciliarse con todo el PSOE, dar mayor protagonismo al partido y tener un perfil más político.
La figura de Óscar López como jefe de Gabinete del propio Pedro Sánchez no deja lugar a dudas. Sánchez y López dieron sus primeros pasos políticos en Bruselas, fueron los 'chicos' de José Blanco junto con Antonio Hernando cuando el gallego se hizo con la secretaría de Organización del PSOE en el año 2000. Y fueron grandes amigos a nivel personal. La apuesta de López por Patxi López en las primarias de 2017 acabó con aquella relación. Eso sí, Sánchez le dio el regalo de hacerle presidente de Paradores cuando llegó al Gobierno, pero lejos de la acción de Gobierno.
Su recuperación a la primera línea política es todo un gesto de que Sánchez ha pasado definitivamente página, porque un jefe de Gabinete del presidente del Gobierno está muy por encima de casi todos los miembros del Gobierno.
Pero lo que también visualiza esta apuesta por la reconciliación es el nombramiento de Isabel Rodríguez como portavoz y el de Pilar Alegría como ministra de Educación, ya que ambas también estuvieron apoyando la candidatura de Susana Díaz frente a Sánchez.
Bolaños, el hombre fuerte
Y a todo esto se le une el nombramiento de Félix Bolaños como ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Histórica. No le ha nombrado vicepresidente, pero a nadie le cabe duda que será el hombre fuerte en el Gobierno ya que, en buena parte, hereda todas las competencias que tenía Carmen Calvo.
Bolaños si es un hombre de partido y apreciado en el mismo, de hecho, es a quien el propio Sánchez le encargó en la ponencia marco del Congreso el proyecto de partido para 2030.
La figura de Bolaños se contrapone a la de Iván Redondo, el gran gurú de Sánchez que suscitaba el rechazo de gran parte del partido, sobre todo, cuando entró a formar parte de los comités electorales de campaña sin ser afiliado, o cuando impuso sus decisiones en asuntos como las elecciones de Madrid.
Y es que con la salida de Iván Redondo, además de la de Carmen Calvo y José Luis Ábalos, Sánchez da un giro de 180 grados y prescinde de las tres personas que "más mandaban" en el Gobierno hasta ahora.
Calvo, que nunca logró las simpatías de sus compañeros de gabinete, creaba muchas fricciones internas en los últimos tiempos. Algunas fuentes dicen que su salida se debe a haber perdido el pulso con Irene Montero sobre la ‘ley trans’, pero otras aseguran que su salida estaba decidida de antemano.
Más sorpresa ha sido la salida de Ábalos, que no estaba en ninguna quiniela. Él dice que se lo ha pedido a Sánchez, pero no está clara del todo esta versión. La posibilidad de que pueda dejar la Secretaría de Organización a pocos meses de celebrarse el 40º Congreso evidencia que la ruptura entre ambos dirigentes es seria.
Mujeres, alcaldesas, recambio generacional y continuidad
Además, otro mensaje claro que ha querido lanzar Sánchez es empezar a dar paso a un relevo generacional y una apuesta inequívoca por mujeres feministas y por apostar por el poder municipal al contar con varias alcaldesas en su Gabinete. Estos mismos parámetros quiere impulsar en el 40º Congreso, donde ya ha anunciado una remodelación casi completa de la Ejecutiva Federal con nuevos rostros.
En cuanto al nivel interno y los contrapesos del Gobierno, Nadia Calviño asciende a vicepresidenta primera manteniendo su área económica, lo que supone que sigue contando con la confianza de Pedro Sánchez; al igual que José Luis Escrivá que, pese a estar en el ojo del huracán de los sindicatos, el presidente ha querido mantenerlo. También siguen cinco ministros que llegaron con Sánchez en 2018: Fernando Grande-Marlaska, Reyes Maroto, Margarita Robles, María Jesús Montero y Luis Planas. Es decir, los llamados ministerios de Estado siguen en las mismas manos.
Podemos no se ve afectado
Por su parte, Unidas Podemos ha sido un mero espectador en la remodelación del Gobierno que ha anunciado este sábado Pedro Sánchez. Y esto ha sido así, porque el líder del Ejecutivo ya había pactado previamente con la vicepresidenta de Trabajo, Yolanda Díaz, que ninguno de los cinco ministros del espacio confederal se iba a ver afectado por estos cambios: todos conservan sus carteras y ninguno varía sus competencias y responsabilidades (salvo la propia Díaz, que pasa de vicepresidenta tercera a vicepresidenta segunda).
Esta semana, Sánchez y la titular de Trabajo habían hablado sobre la crisis de Gobierno, y el viernes, un día antes de que se desvelasen los cambios, ambos dirigentes intensificaron las conversaciones y pactaron que ninguno de los ministerios de Unidas Podemos sufriría modificaciones.
La vicepresidenta conocía qué ministros iban a salir y cuáles iban a ser las nuevas incorporaciones, pero en el espacio confederal se decidió guardar silencio por respeto a la competencia de Sánchez para elegir a su Gabinete. La Vicepresidencia de Trabajo y los ministerios de Igualdad, Derechos Sociales, Consumo y Universidades seguirán, por lo tanto, en manos de Yolanda Díaz, Irene Montero, Ione Belarra, Alberto Garzón y Manuel Castells.
Desde el espacio confederal se tenía la intención de abrir una negociación si el presidente les comunicaba que quería modificar algunas de sus carteras; no solo por una cuestión de nombres, si no, y sobre todo, porque rondaba la posibilidad de que Sánchez acometiera una reducción ministerial importante que debería forzar, a juicio de Unidas Podemos, un reequilibrio de las cuotas, competencias y responsabilidades de UP en el Ejecutivo. Finalmente no ha sido así y se mantiene vigente el reparto establecido entre el presidente y Pablo Iglesias en diciembre de 2019.
Sánchez dice que con esta remodelación quiere dar un nuevo impulso al Gobierno de cara a agotar los dos años de legislatura que le restan y pretende culminar. El tiempo dirá si lo conseguirán, pero con los nuevos dirigentes que ahora van "a mandar más" en La Moncloa, lo que seguro es que las cosas serán muy distintas a lo vivido estos tres últimos años.
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