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“Un verdadero amigo es aquel que llega cuando todos se han ido”, escribió alguna vez el célebre Albert Camus. A las puertas de un nuevo curso político, el PNV se verá obligado a comprobar en carne propia si el dramaturgo francés tenía o no razón. Tras la ruptura de relaciones con el PP por el apoyo nacionalista a la moción de censura contra Mariano Rajoy, la formación del lehendakari Iñigo Urkullu se ve abocada a buscar nuevos compañeros de viaje para tratar de mantener cierta estabilidad en el último tramo de mandato.
En filas peneuvistas saben que ya no pueden contar en el Parlamento Vasco con la inestimable colaboración de los populares, quienes les habían facilitado la aprobación de los Presupuestos de 2017 y 2018. De momento, el lehendakari sólo tiene garantizado el apoyo incondicional de sus socios del PSE, pero los números no dan. Nacionalistas y socialistas suman 37 votos en el hemiciclo de Vitoria, mientras que la barrera de la mayoría se sitúa en 38.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, aprovechó las últimas horas del mes de agosto para lanzar un mensaje claro: “Somos un partido que tiene a gala gestionar bien, estar atento y prevenir las posibles situaciones de dificultad”, afirmó al atardecer de este viernes en la playa de Zarautz, lugar en el que este partido celebra anualmente el acto de comienzo de curso político, donde estuvo acompañado por David Bonheví y Miriam Nogueras, presidente y vicepresidenta del PDeCAT respectivamente. El año pasado fue Jordi Turull, ahora preso, quien acompañó a los nacionalistas vascos en su mitin de comienzo de curso.
“La presencia de representantes políticos catalanes es habitual en el acto de hoy, así como en el Alderdi Eguna”, informaron desde la sede peneuvista. En ese contexto, Ortuzar ha tenido palabras de recuerdo hacia Turull, al tiempo que pidió su libertad y la de “todos y todas” los presos del procés.
Ante Nogueras y Bonheví, el dirigente del PNV puso de manifiesto que el Gobierno Vasco tampoco estará exento de tensión durante los próximos meses, en los que aparecen varias citas electorales a la vista: en 2019 habrá elecciones municipales y forales –coincidiendo con las europeas- en 2019, mientras que las próximas autonómicas deberían celebrarse –salvo hecatombe- en 2020. “Entramos por tanto en un periodo preelectoral, que normalmente suele enrarecer el clima político y complica las cosas. Parece que la oposición se siente obligada a intentar desestabilizar los gobiernos y a destapar supuestos escándalos que luego quedan en nada. Tenemos que prepararnos por si acaso para unos meses en los que el resto de partidos no nos va a dar ni agua”, afirmó Ortuzar en Zarautz.
Algunos días antes, el propio Urkullu había admitido públicamente que la prórroga de los Presupuestos está entre sus opciones. No es el escenario ideal ni el más deseado, pero quizás el más realista. “No sería un drama ni algo trágico”, valoró el lehendakari tras el primer consejo de gobierno de la temporada, celebrado –también como marca el ritual- en el Palacio Miramar de Donostia. La última vez que un gobierno del PNV (también comandado por Urkullu) se vio obligado a prorrogar sus cuentas fue en 2013. Desde entonces, los nacionalistas siempre han tenido la habilidad necesaria para salvar los proyectos presupuestarios. Ahora quizás la pierdan.
La única fuerza política que este verano se ha mostrado dispuesta a apoyar al Gobierno Vasco ha sido EH Bildu, aunque en el PNV dudan de tanta amabilidad. “En este nuevo curso político la Izquierda Abertzale va a tener muchas ocasiones –en el Parlamento Vasco, en las Juntas Generales y en los ayuntamientos– para demostrar si su cambio de actitud es sincero o es solo un movimiento táctico porque no saben muy bien para dónde tirar y, de momento, quieren ponerse a la sombra del PNV. Estaremos atentos y atentas”, dijo Ortuzar, quien reclamó a la formación liderada por Arnaldo Otegi que “se moje”, tanto en Euskadi como en Madrid.
El otro debate
En efecto, la mano tendida de EH Bildu está íntimamente ligada con otro aspecto clave de esta legislatura: el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía. Peneuvistas y abertzales de izquierdas han conseguido llegar a una serie de acuerdos básicos en torno al futuro texto, y eso ha irritado –en distinto grado- al resto de formaciones políticas presentes en la cámara. Los más radicales han sido los del PP, quienes ya advirtieron que cualquier cambio estatutario que se aparte de la Constitución del 78 será llevado rápidamente al Tribunal Constitucional para que actúe en consecuencia.
Con un discurso distinto, tanto el PSE como Elkarrekin Podemos aspiran a “ensanchar” las bases del nuevo estatus, algo que el PNV también desea –y así se lo ha transmitido al presidente Pedro Sánchez para tranquilizarle-. En el fondo, todos saben que esta discusión va para largo –una comisión de expertos se encargará ahora de redactar una propuesta de estatuto para su posterior valoración en el Parlamento Vasco, algo que se estima que no ocurrirá hasta dentro de unos cuantos meses-, por lo que de momento no es más que un asunto de debate teórico. Eso sí, con todas las papeletas para convertirse en carne de campaña electoral cuando llegue la hora de votar.
En esa línea, Ortuzar afirmó este viernes que “ni lo que ahora está sobre la mesa es un dogma de fe inalterable, ni nadie puede pretender que el estrecho corsé de su interpretación constitucional impida a esta sociedad pensar y decidir sobre su futuro”. “En resumen, ni la izquierda abertzale va a darnos ningún ‘abrazo del oso’, ni socialistas y Podemos pueden pensar que sus posiciones, siendo minoritarias en el país, van a ser las que salgan adelante”, subrayó. “Toca hablar, toca cruzarse papeles y propuestas, toca negociar, toca moverse a todas y a todos. El PNV lo va a hacer”, agregó.
Transferencias
En la hoja de ruta del PNV aparece otro elemento de vital importancia: conseguir que el gobierno central cumpla con lo estipulado en el Estatuto de Gernika y transfiera a Euskadi las 37 competencias que aún están pendientes. Entre todas ellas hay dos que logran centrar todas las miradas, tanto en Vitoria como en Madrid: Seguridad Social y Prisiones. El gobierno de Sánchez ha mostrado su voluntad para empezar a destrabar estos asuntos, aunque se prevé que en torno a los capítulos más delicados habrá negociaciones largas y difíciles. En tal sentido, Ortuzar ha prometido este viernes que el PNV hará su aportación para mantener la estabilidad del Ejecutivo de Sánchez. A cambio, la formación nacionalista pide “la misma implicación para que el autogobierno vasco avance y para que se cumpla la ley, porque el Estatuto de Gernika es ley y hay que cumplirla”.
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