barcelona
Actualizado:Sociedad Civil Catalana nació el 23 de abril de 2014 en un acto celebrado en el Teatre Victòria de Barcelona que supuso su presentación en sociedad por todo lo alto. La constitución de la entidad españolista se celebró en medio de una fuerte euforia de los 1.200 asistentes que llenaron hasta la bandera el popular teatro barcelonés. Seguramente ni el nombre del teatro escogido, ni la elección de la icónica jornada de la Diada de Sant Jordi, fue casualidad.
Hacía ya dos años de la formación de la Assemblea Nacional Catalana que ya había protagonizado la inmensa y disruptiva manifestación independentista del 2012 –que cogió a la mayoría, por no decir a todos, los actores políticos por sorpresa- y la impresionante cadena humana de 2013, la Vía Catalana que unió de punta a punta de Catalunya de norte a sur.
"La Sociedad Civil Catalana nunca llegó a aglutinar más allá de algunos centenares de asociados"
A nadie se le escapa que Sociedad Civil Catalana buscaba emerger como la alternativa españolista que plantara cara en la calle –a nivel de competir en movilizaciones populares- a la ya muy fuerte ANC independentista. Pero nunca llegó a aglutinar más allá de algunos centenares de asociados –las cifras de la entidad siempre han sido opacas- muy lejos de las decenas de miles de activistas que engloba la Assemblea.
Eran tiempos de un pujante Ciudadanos, un PSC en grave crisis con múltiples escisiones, un PP al frente del Gobierno español con Mariano Rajoy de presidente y un Vox de formación muy reciente y aún fuera de las instituciones. Y sobre todo era un momento de llamadas a la unidad del unionismo en Catalunya -que tradicionalmente se organizaba en minoritarios grupúsculos de ultra derecha- frente al maremoto independentista que recorría Catalunya.
Lo dejó muy claro uno de sus principales dirigentes fundacionales –fue el primer vicepresidente- en aquel escenario del Teatre Victòria, el historiador y profesor de la Universitat de Barcelona Joaquim Coll, persona entonces próxima al PSC e impulsor de Federalistes d'Esquerres pero acérrimo opositor al independentismo: "Los soberanistas se han aprovechado de la división de los contrarios a la independencia". Coll se iría desvinculando de la entidad en años posteriores.
Manifestación este domingo con el 2017 en el recuerdo
Casi una década después, Sociedad Civil Catalana convoca este domingo una manifestación en Barcelona contra la amnistía que ERC y Junts negocian con el PSOE para la investidura de Pedro Sánchez y que tendrá a los máximos dirigentes del PP y Vox, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, entre sus filas.
Pero la convocatoria llega después de años en que la entidad ha estado desaparecida y con un balance catastrófico marcado por la escasa participación de sus movilizaciones con la destacable excepción de la manifestación del 8 de octubre de 2017, convocada como reacción al referéndum de independencia celebrado una semana antes, que llenó el centro de Barcelona con algunos centenares de miles de personas contrarias a la independencia de Catalunya. Un triste bagaje rematado por crisis internas, purgas, pugnas entre sus dirigentes, escisiones y acusaciones de opacidad -cuando no de irregularidades- en sus cuentas.
En el plano político, el intento de resurrección de Sociedad Civil Catalana de este domingo con la manifestación contra la amnistía de Barcelona, llega con un Vox ya instalado en las instituciones catalanas pero estancado en dos míseros diputados en las elecciones generales del 23J, un PP que no ha podido relanzarse con fuerza en Catalunya después de haber tocado suelo en sus mínimos resultados electorales y un Ciudadanos reducido a la mínima expresión, como en el resto del Estado.
Y con un PSC que participó en aquella manifestación del 2017 al lado de Vox, PP y CS, con el actual ministro Miquel Iceta al frente, actualmente totalmente desmarcado de la movilización españolista y de la entidad y más bien situado en la diana de la ira de los convocantes. Con lo cual, habrá que ver como se cumple la expectativa de participación que ha generado el españolismo y estar atentos a la entrada de autobuses en Barcelona provenientes de fuera de Catalunya.
El acto fundacional, del PSC a los fascistas
Pero volviendo al Teatre Victòria de aquel 2014, cabe recordar lo variopinto de los presentes en la fundación de Sociedad Civil Catalana. En las primeras filas de la platea se encontraban miembros destacados del PSC, como Albert Soler y Joan Rangel; del PP, Andrea Levy, José Antonio Coto y Àngels Esteller; de Ciudadanos, Matías Alonso, Carina Mejías –exPP y hoy en Vox- y Carmen de Rivera; de UPyD, Ramon de Veciana.
Pero también de la extrema derecha como Vox con Santiago Abascal al frente. Y directamente fascistas o nazis con una delegación de representantes de la Fundación Nacional Francisco Franco y miembros del Movimiento Social Republicano (referentes en España del partido griego nazi ilegalizado Amanecer Dorado), entre otros grupúsculos de este ámbito.
Convulsión permanente y guerra civil interna
Sociedad Civil Catalana empezó su andadura con José Ramón Bosch como presidente, aunque el periodista ultra José Rosiñol Lorenzo fue el presidente provisional en el momento fundacional –Rosiñol volvió a tomar las riendas de la entidad después del referéndum independentista del 2017 instando públicamente a la denuncia de todo ciudadano que participó del 1-O.
Bosch es un empresario impulsor de entidades de extrema derecha como Somatemps. Dejó el cargo un año y medio después al desvelarse que era el autor de la difusión de videos ultras y fascistas en redes sociales con el pseudónimo Josep Codina, aunque retomó el cargo más tarde.
Los cambios constantes de la entidad muestran la convulsión interna permanente
A parte de Bosch o Rosiñol, u otros dirigentes que se han sucedido en el cargo como Rafael Arenas o Mariano Gomà; el exdiputado del PP, de perfil moderado, Fernando Sánchez Costa, ha pilotado la etapa postprocés y desde abril del 2022 ejerce la presidencia la empresaria Elda Mata, de fuertes convicciones antiindependentistas. Cambios constantes al frente de la entidad que muestran la convulsión interna permanente que ha vivido Sociedad Civil catalana en su corta historia.
Entre los impulsores de Sociedad Civil Catalana también destacan el filósofo y escritor Javier Barraycoa, el político –de la esfera del PSC- y el abogado José Domingo Domingo, la abogada Isabel Porcel González, el profesor de Economía en la UAB Ferran Brunet, la profesora de Derecho en la UAB Susana Beltrán García y la abogada Ana María Lindin. También Félix Revuelta, presidente y accionista principal del grupo empresarial Naturhouse, fue uno de los promotores.
El dirigente del PP Jorge Moragas, mano derecha de Mariano Rajoy durante la etapa de presidente del Gobierno español, también participó en el impulso de la entidad junto a su cuñada, Miriam Tey, que ocupó la vicepresidencia de la entidad. Tey fue una de las protagonistas de la gran pugna interna, una verdadera guerra civil, que se vivió en Sociedad Civil Catalana por el control de la entidad.
La entidad ha manejado mucho dinero, no siempre de la forma más clara
Las primeras tensiones políticas en la entidad llegaron después de la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno español con la moción de censura a Mariano Rajoy. Las críticas sangrantes y constantes a Sánchez encresparon y fueron alejando de la entidad al minoritario, pero influyente, sector proveniente del PSC. Pero el principal campo de batalla ha estado siempre en torno al control de una entidad que, a pesar de fundarse con 72 socios y no llegar nunca a grandes cifras de asociados, ha manejado mucho dinero y no siempre de la forma más clara.
Las polémicas cuentas de la entidad
Es cierto que ha habido discrepancias de fondo y un debate político cada vez más encendido sobre cuál debe ser la estrategia de SCC en el nuevo contexto político: sobre si endurecer o moderar la línea y rebajar o no el discurso contra el independentismo.
Pero la principal crisis que llegó a hundir a la entidad en un ERE llegó con las acusaciones internas por unas presuntas irregularidades administrativas a raíz de unos gastos en actos y actividades de SCC que se consideraban no justificados, lo que provocó el cese del presidente de la entidad, José Rusiñol, y de otros tres miembros de la dirección. Se trataría de la facturación de 2017 (584.000 euros) y 2018 (620.000) de la empresa Manifiesto -a la que estaba vinculado Rusiñol- a SCC, unos pagos que supondrían más de la mitad de los gastos de la entidad.
De hecho la financiación de Sociedad Civil Catalana siempre ha sido un elemento poco transparente en su actuación. Pero por ejemplo, en la memoria económica de 2014 el presupuesto de SCC ascendía a casi un millón de euros, de los que 963.000 son aportaciones privadas. Los datos -que se pueden consultar en Madia.cat- indican que en julio de 2014 la entidad se muestra preocupada por las finanzas y afirma afrontar "tensiones de tesorería".
Sin embargo, pocos meses después, el 12 de octubre, organiza un acto presupuestado en 332.704,47 euros, según consta en un presupuesto interno. En paralelo, miembros de la dirección de SCC –también liderados por José Ramón Bosch, ya citado- pusieron en marcha la fundación Joan Boscà, una entidad sin objetivos definidos.
La memoria de 2014 de Sociedad Civil Catalana explica también que la entidad ingresó 992.672 euros aquel ejercicio. 15.250 euros provinieron de cuotas de socios, 14.369 de la recogida de dinero a través de venta de material, y la mayor parte, 963.053 euros, de donaciones privadas que la memoria no concreta.
A pesar de estos ingresos casi millonarios, SCC terminó en 2014 con pérdidas: los gastos generados en salarios, alquileres, comunicación y producción de actos sumaron 1.084.387 euros. Entre ellos figura un gasto fijo de 12.500 euros mensuales a la empresa de comunicación y publicidad Manifiesto vinculada a Rosiñol que sería el detonante de la crisis y pugna interna. El resultado de aquel ejercicio fue negativo: 91.715 de pérdidas.
La SCC ve en la manifestación de este domingo una oportunidad de relanzar la entidad
Sociedad Civil Catalana ve en la manifestación de este domingo en Barcelona contra la amnistía una oportunidad de relanzar la entidad después de años de crisis permanentes, pugnas por el control, finanzas poco claras y convocatorias fallidas de movilizaciones. Con el sector antiindependentista más duro al frente.
El españolismo vuelve a la calle en Catalunya con la mirada nostálgica del 2017 cuando paradójicamente la movilización independentista llegó a su cúspide con el referéndum del 1 de octubre; pero en el que el unionismo vivió una de sus pocas jornadas de "gloria", en una larga historia marcada por la marginalidad y la división.
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