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Olga Rodríguez: "De una fosa no solo se extraen huesos, también las palabras pendientes y sepultadas"

Las voces de los familiares de las víctimas de la fosa de Villadangos del Páramo (León) han sido escuchadas en la Justicia de Argentina a través de la declaración de la periodista.

Olga Rodríguez en Buenos Aires frente a los tribunales, donde declaró el pasado jueves 8 de junio de 2023.
Olga Rodríguez, en Buenos Aires frente a los tribunales, donde declaró el pasado jueves 8 de junio de 2023. Imagen cedida a Público por Olga Rodríguez.

Los abogados y abogadas que llevan la conocida como querella argentina contra los crímenes del franquismo invitaron a la periodista Olga Rodríguez a testificar ante la Justicia del país sudamericano sobre la historia de su bisabuelo Santos Francisco y otras víctimas de Villadangos del Páramo (León).

Doce cuerpos fueron exhumados de parte de la fosa y todavía se está a la espera de las identificaciones. Se trata de un total de 71 víctimas del franquismo que fueron sacadas de sus casas y asesinadas por razones ideológicas, pues fue una zona en la que no hubo frente de batalla. En una entrevista con Público, Rodríguez considera que ha sido escuchada por la Justicia de Argentina antes que por la de España "porque ha habido una falta de voluntad a lo largo de las décadas y no se abordó" en nuestro país.

¿Quién era tu bisabuelo, Santos Francisco?

Era herrador en Mansilla de las Mulas, un pueblo de León. Tenía siete hijos, el mayor de 17 años, que era mi abuelo, que también fue represaliado por el franquismo, y el menor de 11 meses.

Mi bisabuelo era una persona que tenía ideas de progreso, que no quiso apoyar el golpe de Estado y por eso lo sacaron de su casa, porque fueron casa por casa, pueblo por pueblo, escuela por escuela, persiguiendo a aquellas personas que tenían unas ideas determinadas en tantos lugares de España donde no hubo frente de guerra.

Los más pequeños se vieron muy afectados por ese asesinato. Era gente humilde, pero tenía una casa y al no estar muerto oficialmente mi bisabuela no podía heredar cualquier propiedad. Los adolescentes tuvieron que dejar de estudiar y ponerse a trabajar. Atravesó a mi familia sociológica, económica y emocionalmente.

Y la atravesó hasta hoy porque eso afectó a mi abuelo, que, a su vez, fue represaliado por el franquismo, fue encerrado en un campo de concentración y sufrió un fusilamiento simulado, represión y castigo, lo que atravesó a mi madre. Eso crea un caldo de cultivo que llega hasta hoy y que nos afecta a los y las nietos y nietas.

¿Cómo es ese proceso de búsqueda de la ubicación de las fosas para poder exhumar?

"El mensaje en plena democracia es que no tenemos el mínimo de nuestros derechos garantizados"

Llevábamos mucho tiempo intentando encontrar la ubicación exacta de la fosa para poder exhumar. Nos fue muy difícil obtener información. En nuestro caso concreto, se organizó una votación impulsada por el Ayuntamiento y por la junta vecinal en la que se debía dar el visto bueno o no al proyecto de exhumación.

Esto fue terrible porque en pleno 2021 se planteó si teníamos derecho a algo que es un derecho milenario. El primer teniente de alcalde de Villadangos del Páramo hizo campaña por el "no" y, de hecho, ganó el "no".

Fue una humillación que sufrieron las familias de las víctimas. El mensaje que en plena democracia se estaba transmitiendo es que no tenemos el mínimo de nuestros derechos garantizados.

Acudimos a los medios de comunicación para intentar darle la vuelta y finalmente pudimos exhumar en una parte de la fosa. Llevábamos más de cuarenta años intentándolo de forma individual muchas familias. Fue cuando compartimos información y unimos fuerzas que pudimos hacerlo.

Ahora conformamos una gran familia de memorias. Somos tres generaciones, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas. Ha sido un proceso muy reparador que habría podido llegar mucho antes si hubiéramos obtenido el apoyo de las instituciones españolas.

Varios familiares de las víctimas de la fosa de Villadangos del Páramo en un encuentro organizado para el recuerdo de las víctimas.
Varios familiares de las víctimas de la fosa de Villadangos del Páramo en un encuentro organizado para el recuerdo de las víctimas. Óscar Rodríguez

¿Cómo es el proceso de identificación de los restos de los cuerpos de las víctimas?

En nuestro caso, no están identificadas aún. Esto es importante porque llevamos un año y cuatro meses desde que se exhumó. La exhumación la hizo la Asociación para la Memoria Histórica y estamos esperando los resultados del laboratorio de la universidad del País Vasco, donde se están cotejando los ADN. En el camino se ha muerto la hermana de una de las víctimas de las que probablemente sus restos han sido exhumados, pero no lo ha podido confirmar.

Esa mujer vivió queriendo poder enterrar a su hermano con su familia dignamente y decirle adiós y no va a poder. A muchas mujeres, a muchas familias en este país se les condenó a llorar en privado, a no visibilizar ningún tipo de funeral ni de adiós, y esto es un daño añadido. Por eso queda pendiente ese adiós. Entonces, estamos a la espera.

"Los derechos no se pueden externalizar, deberían ser abordados a través de las instituciones directamente"

Hay otros países que son modelo porque todo esto lo hacen directamente grupos de trabajo que dependen del Estado, no son privados ni externalizados. La externalización de los derechos no debería ser la opción principal. Los derechos no se pueden externalizar, deberían ser abordados y perseguidos a través de las instituciones directamente. Si todo se externaliza a las asociaciones se producen desequilibrios.

Hay territorios en el Estado español donde surgen asociaciones que tiene que ser una alineación de astros muy determinada porque requiere de antropólogos, arqueólogos y psicólogos. Y en otros lugares no surgen tantas. Hay lugares donde se exhuma más solo por el simple hecho de que hay más gente que dice "vamos a hacerlo".

Debería haber una oficina de atención a los familiares de las víctimas donde pudiéramos ir y preguntar los datos disponibles y los documentos sobre nuestros familiares. En Argentina hay un organismo de estas características que facilita todo.

Esto nos evitaría tener que recorrer cientos e incluso miles de kilómetros, como hemos tenido que hacer, en busca de documentos o en busca de información o de testimonios orales.

¿Cómo consiguieron que las voces de las familias de las víctimas fueran escuchadas en el tribunal de Buenos Aires?

Hace trece años se presentó una denuncia ante los tribunales argentinos porque como España sigue sin juzgar los crímenes del franquismo se puede acudir a tribunales extranjeros. Se presentó allí la llamada querella argentina contra los crímenes del franquismo, en el marco de la cual han declarado a lo largo de los años numerosas víctimas y familias de las víctimas.

Mi compañero sentimental es hijo de un desaparecido por la dictadura argentina. En su caso ha habido una reparación y un juicio con sentencia. El abuelo argentino de mi hija ha obtenido verdad, justicia y reparación, y, sin embargo, en España el bisabuelo de mi hija no ha obtenido ninguna de las tres. La querella argentina lo que hace es investigar y tomar declaración a familiares.

Se me invitó mediante los abogados y abogadas que impulsaron esa querella y conté la historia de mi abuelo y mi bisabuelo y el crimen contra él que se enmarca en un crimen masivo de lesa humanidad o de genocidio, según la jurisdicción internacional, porque fue un modus operandi sistemático de persecución, asesinato y desapariciones.

"No fueron solo mis palabras, sino las de un montón de familias"

Lo que conté no fue solo la historia de estos familiares ni de mi familia, sino la de todas las víctimas de Villadangos del Páramo. Fue muy emocionante porque lo que llevé no fueron solo mis palabras, sino las de un montón de familias.

Son familias de víctimas como el maestro Toral, quien fue sacado de la escuela delante de sus alumnos y asesinado. Como Rufino Juárez o Federico Sacristán, que era cartero y le leía sus cartas a la gente que no sabía escribir. Le quería todo el mundo.

O como una mujer entre las víctimas que posiblemente sería Casimira Marcos, de Mansilla de las Mulas. Por primera vez, sus historias han sido escuchadas en un tribunal, pero ha tenido que ser en Argentina.

Hay en la escucha a las víctimas por parte del sistema judicial todo un proceso de reparación en sí mismo. Que el otro día se escuchara durante más de tres horas las historias de las víctimas del franquismo de la fosa de Villadangos del Páramo fue, sin duda, reparador.

La escucha es en sí misma una reparación y a través de ella nos hemos sentido reconfortadas todas las familias de las víctimas de Villadangos del Páramo, que somos más de 80 personas, de más de decenas de víctimas.

¿Por qué piensa que le han dado voz antes en Argentina que en la Justicia de España?

Porque ha habido una falta de voluntad a lo largo de las décadas y no se abordó. Durante la transición, la correlación de fuerzas era la que era, pero desde entonces ha habido muchas oportunidades para tomar medidas para que se pudiera garantizar un poquito de verdad, un poquito de reparación y un poquito de justicia. Ya no digo toda completa, pero ni siquiera un poquito.

Corresponde a una falta de voluntad y esto explica muchas cosas de nuestro país porque persiste una cultura de la impunidad del franquismo que lo impregna todo y que sostiene una cultura de la impunidad que se extiende a otros campos.

La sobrina de una víctima de la fosa de Villadangos del Páramo, una nieta de la víctima Rufino Juárez y la periodista Olga Rodríguez durante la exhumación de febrero de 2022.
La sobrina de una víctima de la fosa de Villadangos del Páramo, una nieta de la víctima Rufino Juárez y la periodista Olga Rodríguez durante la exhumación de febrero de 2022. Óscar Rodríguez

¿Cómo es crecer en silencio por una doctrina o contexto en el que no se puede hablar libremente de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo?

"Cuando en muchos pueblos preguntas, te contestan en voz baja o te dicen que de eso no se habla"

No solo son víctimas de la Guerra Civil porque en muchos sitios no fue en frentes de guerra, sino que fue una persecución ideológica. Eso en derecho internacional tiene un nombre, estamos hablando de crímenes de lesa humanidad o genocidio por razones ideológicas.

Durante 40 años de dictadura se impuso un silencio obligado y también se llevó a cabo un adoctrinamiento, casa por casa, escuela por escuela, pueblo por pueblo, que cuando llegó la democracia no se contrarrestó con la suficiente envergadura, la que el nivel de adoctrinamiento requería para que se inoculara cultura democrática y derechos humanos y se rompiera ese silencio que en muchos pueblos perdura hasta hoy.

Esto lo cuentan muchos memorialistas y las familias también lo hemos vivido: cuando en muchos pueblos preguntas, te contestan en voz baja o te dicen que de eso no se habla. Esto es porque perdura el miedo que se ha heredado porque no se ha ido casa por casa, pueblo por pueblo, escuela por escuela explicando que ahora no solo se puede hablar, sino que se debe hablar.

Cuando exhumamos ocurrió algo muy curioso y que yo he visto en muchas exhumaciones: de una fosa no solo se extraen huesos, también se extraen las palabras pendientes, las sepultadas. En torno a una fosa surge una gran conversación, que es la que tiene pendiente este país.

Yo he visto cómo gente de más de 80 años, cuando aparecen los huesos, cuando aparecen las pruebas de los crímenes, hablan por primera vez. Primero en susurro. "Yo lo vi", decía un señor muy mayor de Villadangos del Páramo, y empieza a explicar que él de niño había visto esa fosa y cómo tiraban los cadáveres allí.

Por primera vez ese hombre lo contaba después de tantos años, por primera vez sentía que tenía permiso para contarlo. Eso genera una conversación de cultura democrática que es precisa para cualquier civismo sano.

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