BARCELONA
Actualizado:La legislatura española que agoniza camino de la convocatoria electoral del 23J no ha tenido pocos temas de calado que la hayan marcado. La pandemia impactó nada más arrancar y las consecuencias económicas, energéticas y humanitarias de la guerra de Ucrania han estado muy presentes en el último tramo. Pero las negociaciones entre el Gobierno español y el de la Generalitat entorno al conflicto político entre Catalunya y el Estado, y la famosa mesa de diálogo, han marcado estos casi cuatro años del primer Gobierno español de coalición desde el mismo origen de la investidura de Pedro Sánchez. No en vano, Sánchez revalidó la presidencia del Gobierno español -que ostentaba ya, pero fruto de la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy- gracias a la abstención de Esquerra fruto del acuerdo de investidura firmado por los republicanos y el PSOE el 2 de enero de 2020.
La mesa de diálogo entre Catalunya y el Estado ha avanzado a trancas y barrancas. Y ha evolucionado con muchos altibajos y no exenta de profundas dificultades. Pero ha estado siempre muy presente en la agenda política de la legislatura marcando la relación entre el Gobierno de coalición del PSOE y UP con uno de los principales y decisivos actores de la aritmética parlamentaria como ha sido ERC, y por tanto marcando también muchas de las votaciones relevantes del Congreso de los Diputados.
El elefante en la habitación y el futuro de Sánchez
Pero en cambio, llegados al final de la legislatura y frente a la convocatoria electoral por sorpresa del 23J la mesa de diálogo se ha convertido en ese elefante en la habitación que está ahí pero que se actúa como si no existiera. Un avispero que se prefiere no tocar demasiado, aunque la derecha y especialmente la extrema derecha tienen la tentación de agitar. De entrada, el PSOE soslaya el asunto, Sumar apuesta por darle continuidad, aunque sin el referéndum acordado que defiende En Comú Podem y que exigen los independentistas, y ERC es el único que ahora saca pecho por los indultos y la sedición después del silencio de estos años, mientras Junts y la CUP ningunean los resultados de la mesa.
La mesa de diálogo fluye de forma gaseosa y desganada por la campaña electoral
Todo ello, mientras la mesa de diálogo fluye de forma gaseosa y desganada por la campaña electoral a pesar de que con total seguridad será decisiva en cualquier aritmética que permita a Pedro Sánchez revalidar la presidencia, si es que se llega a dar. Porque parece difícil una opción que no incluya a los independentistas catalanes, no solo a ERC sino quizás también a Junts o la CUP.
Y está por ver las condiciones que se ponen sobre esa mesa de diálogo para una nueva investidura, pero está claro que la mesa deberá revalidarse y que incluso ERC ya avanza que esta vez la contraprestación "deberá ser más alta, es decir más arriesgada por parte de Sánchez en la línea de resolver el conflicto por las vías democráticas dando la voz a los catalanes sobre su futuro político", asegura un miembro de la dirección nacional de ERC. En palabras del candidato republicano, Gabriel Rufián, "si Esquerra tiene suficiente fuerza y se dan los números, Sánchez deberá escoger entre Catalunya y Vox".
Rufián: "El PSOE haría bien de mentalizarse de que las medias tintas y el ganar tiempo se han acabado"
"El PSOE haría bien de mentalizarse de que las medias tintas y el ganar tiempo se han acabado y los que creen que la presión para investir a Sánchez frente a la derecha nos hará aflojar que recuerden que ya forzamos una caída de Sánchez", asegura Rufián, que rehúsa concretar las condiciones porque "habrá que intentar consensuarlas en el conjunto del independentismo".
En el origen de la investidura, pero con un tortuoso recorrido
La llamada mesa de diálogo está pues en la génesis de la legislatura a partir del acuerdo de investidura de Sánchez con Esquerra Republicana. Un acuerdo en que destacan dos puntos: "El reconocimiento del conflicto político y la activación de la vía política para resolverlo". Y la "creación de una mesa bilateral de diálogo, negociación y acuerdo para la resolución del conflicto político". El mismo acuerdo fijaba que la resolución del conflicto se debe materializar "a través de cauces democráticos, mediante el diálogo, la negociación y el acuerdo, superando la judicialización del mismo".
Pero la famosa mesa de diálogo no ha tenido un recorrido nada plácido. Más bien al contrario, los obstáculos se han sucedido y han ido complicando su desarrollo limitando a tres las reuniones efectuadas. En el inicio de la legislatura la mesa tuvo dos inconvenientes de peso para ponerse en marcha que fue la paralización de la actividad política por la urgencia que supuso hacer frente a la pandemia. Y las malas relaciones entre el entonces president de la Generalitat, Quim Torra, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
A pesar de que Torra activó, de una forma relativamente cordial, la mesa de diálogo el 26 de febrero de 2020 -menos de dos meses después de la investidura de Pedro Sánchez- la hecatombe que supuso la covid solo tres semanas después paralizó toda actividad del ente. No sería hasta la llegada a la presidencia de la Generalitat de Pere Aragonès, en mayo de 2021, consecuencia de las elecciones provocadas por la inhabilitación de Torra como president, que los trabajos se reanudarían en septiembre de ese año con una segunda reunión, pero ya con media legislatura española en el tintero. Eso sí, en el marco de fuertes tensiones entre ERC y Junts que en aquel momento compartían el Govern de la Generalitat. Finalmente, los consellers de Junts renunciaron a participar en la reunión.
El tercer encuentro se produciría en julio de 2022, después de un año de fuertes turbulencias políticas y retrasos constantes en las negociaciones, con el indulto a los presos del Procés, y el espionaje político masivo denunciado por los independentistas en el 'caso Pegasus', de fondo. Y ahí acaba, veremos si definitivamente, la historia de la mesa de diálogo, a pesar de la promesa en esa tercera reunión veraniega de hace un año de que se reanudarían los trabajos antes de finalizar el año.
PSC: "La convivencia ha vuelto a Catalunya que está mucho mejor y ya no tiene nada que ver con la del 2017"
El balance de la mesa de diálogo es muy dispar según las fuerzas políticas. Fuentes de la dirección del PSC dan por bueno el trabajo realizado: "La convivencia ha vuelto a Catalunya que está mucho mejor y ya no tiene nada que ver con la del 2017", e insinúan que la etapa de la mesa de diálogo tal como se concibió hace casi cuatro años ha concluido. Aunque admiten que hay foros donde poder negociar aspectos como las infraestructuras, la financiación u otros temas.
En cambio, en el independentismo la división es total. En Junts y la CUP se considera "una estafa" y se ningunea los resultados obtenidos, responsabilizando a ERC. Mientras los republicanos consideran que se han dado pasos "importantes" aunque "insuficientes". "Esquerra ha forzado todo lo que ha podido con la fuerza que ha tenido. Con éxitos importantes en materia de desjudicialización del conflicto, mientras otros se lo miraban desde la tribuna", aseguran.
Seis acuerdos en lengua catalana y desjudicialización
Lo cierto es que el recorrido de la mesa de diálogo durante la legislatura deja seis acuerdos constatables repartidos en dos ámbitos: la defensa de la lengua catalana y la desjudicialización. El catalán centró los primeros acuerdos avanzados en su día por Público. Resumidos en un aval del Gobierno español a la legislación catalana acordada en el Parlament –con el compromiso de no recurrirla- para preservar la inmersión lingüística en catalán en las escuelas y frenar la fuerte ofensiva judicial de hace un par de años para imponer un 25% de castellano en las aulas. Un segundo acuerdo para hacer posible el uso del catalán en el Parlamento Europeo, las instituciones internacionales y el Senado español. Y en tercer lugar, el impulso del Gobierno español para la presencia de la Generalitat en "foros internacionales que traten políticas de dimensiones lingüísticas". De estas medidas se puede dar por cumplida la primera relativa a la escuela catalana y se desconoce el trabajo realizado en las otras dos, pero en ningún caso se han materializado.
En cuanto al apartado de la desjudialización, los acuerdos establecidos incluían la reforma del Código Penal, un refuerzo de los derechos fundamentales en el Estado español en lo que se interpretó como un compromiso para evitar nuevos episodios de espionaje político. Y un tercer compromiso por parte del Govern de la Generalitat de renunciar a la vía unilateral para conseguir la independencia. La reforma del Código Penal se puede dar por cumplida después de una negociación entre el PSOE, UP y ERC que incluyó la derogación del delito de sedición, y la reforma de los delitos de malversación y el de desórdenes públicos. Y aunque no incluidos formalmente, más de un actor político enmarca los indultos a los nueves presos y presas de ERC y Junts en las negociaciones.
En el caso de la malversación, después de una fuerte polémica y una interpretación agravada por parte del Tribunal Supremo contra los dirigentes independentistas que ha diluido cualquier benignidad que se buscara con la reforma. Y con duras críticas por parte del resto del independentismo en lo relativo a los desórdenes públicos que los consideran más punitivos. Sobre los apartados relativos a los derechos fundamentales y el espionaje se desconoce que realmente se haya hecho nada al respecto y las explicaciones y responsabilidades entorno al 'caso Pegasus' son consideradas por el Govern de la Generalitat "absolutamente insuficientes". Por su parte el Govern ha mantenido hasta ahora su discurso al margen del unilateralismo que defienden, aunque de forma retórica, fuerzas como Junts y la CUP.
Cae del programa del PSOE y un erróneo aval de Feijóo
Con este balance, la mesa de diálogo se ha plantado en la campaña electoral del 23J más como un recuerdo distante que como una realidad actual que puede marcar el futuro político de Catalunya y del Estado. El PSOE no ha incluido esta cuestión en su programa electoral y da por cerrada la etapa de negociación. "Sánchez ha sido capaz de canalizar la mayor crisis territorial sufrida en democracia en Catalunya. Se la ha jugado por Catalunya y para recuperar la convivencia. Y además de jugársela, ha funcionado. Catalunya está hoy mucho mejor que hace diez años y que en 2017", asegura la candidata del PSC, Meritxell Batet.
Incluso el candidato de los populares, Alberto Núñez Feijóo, se despistó y dió por buena en una entrevista una posible continuidad de la mesa de diálogo que tuvo que ser rápidamente matizada y rectificada por el PP. Y que ha dado munición a los socialistas: El PP "no tiene un proyecto político para Catalunya" asegura el primer secretario del PSC, Salvador Illa, añadiendo que a Feijóo "la mesa de diálogo le parecía bien hasta que Vox le ha dicho que no", en referencia a sus declaraciones a El Periódico. "¿Dónde está Feijóo, por el diálogo o por la confrontación?", remacha Illa.
Sumar navega en aguas turbulentas sin el referéndum como rumbo
Díaz (Sumar): "Solo hay un programa electoral que es el de Sumar y el referéndum no está sobre la mesa"
En medio, Sumar navega en las turbulentas aguas del conflicto catalán. Primero rechazando cualquier forma de referéndum de autodeterminación por parte de Yolanda Díaz a pesar de que es un compromiso histórico de En Comú Podem. Díaz zanjó el tema de forma tajante: "Solo hay un programa electoral que es el de Sumar y el referéndum no está sobre la mesa". Y después, proponiendo que se pueda votar en 2024 sobre un acuerdo de la mesa de diálogo. Una propuesta que la ministra de Hacienda, la socialista María Jesús Montero, ha calificado de "receta antigua".
Por su parte, En Comú Podem asegura no renunciar al referéndum de autodeterminación, pero aparca el polémico tema y su candidata, Aina Vidal, propone que la mesa debata sobre infraestructuras como el servicio ferroviario de Rodalies de Catalunya y la gestión del aeropuerto de El Prat, la financiación autonómica y la protección del catalán. Y que la ciudadanía pueda votar los acuerdos en un nuevo "pacto territorial".
En este caso ha sido ERC quién ha rechazado el planteamiento y la número dos de la candidatura, Teresa Jordà, ha asegurado que los republicanos están por negociar estos temas pero "no en la mesa de diálogo que es para solucionar el conflicto político". Jordà reprocha a En Comú Podem que haya abandonado la defensa del derecho a la autodeterminación y asegura que "nosotros somos los que exigiremos el referéndum".
ERC reivindica en campaña la negociación
Rufián: "Estoy muy orgulloso de haber conseguido los indultos, y la derogación de la sedición y otros cambios del Código Penal, entre muchas otras cosas"
Por su parte el independentismo anda absolutamente dividido. ERC defiende lo conseguido en la mesa de diálogo, de hecho, con más fruición en esta campaña electoral que en durante la legislatura. El candidato republicano, Gabriel Rufián, en una entrevista concedida a Público era tajante: "Estoy muy orgulloso de haber conseguido los indultos, y la derogación de la sedición y otros cambios del Código Penal, entre muchas otras cosas".
Mientras, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, insta a los socialistas a volver a sentarse en la mesa de diálogo y se compromete a forzarlos a ello. E incluso plantea que el Govern de la Generalitat no puede renunciar a la mesa de diálogo, aunque la derecha llega al Gobierno español. "Evidentemente que somos conscientes de las enormes dificultades de negociar con un Gobierno del PP y aún más si se incorpora Vox, pero en un conflicto se debe negociar con el adversario o el enemigo para resolverlo, y nosotros planteamos la negociación en clave de Catalunya y el Estado, independientemente de quién esté al mando. Si alguien decide rechazar el diálogo y por tanto la mesa de negociación será su responsabilidad, también a ojos de la comunidad internacional, sea un presidente del PSOE o del PP", asegura un miembro de la dirección nacional de Esquerra.
Junts y la CUP ningunean los resultados
Nogueras (Junts): "La mesa de diálogo ha sido un fracaso, Catalunya hoy está peor que hace cuatro años"
En cambio, Junts y la CUP rechazan de lleno los acuerdos conseguidos en la mesa de diálogo. Para la candidata de Junts, Míriam Nogueras, "ha sido un fracaso, Catalunya hoy está peor que hace cuatro años". Y para el de la CUP, Albert Botran, "no es un diálogo sincero que busque resolver nada porque el PSOE ha hecho un uso oportunista para tratar de desmovilizar el conflicto catalán". Ninguno de los dos cierra la puerta a una nueva negociación política, pero aseguran que no la harán en las condiciones de la actual y ponen como condición incuestionable que la amnistía y la autodeterminación estén sobre la mesa.
Vox lo tiene claro, de diálogo ni hablar
Y finalmente, el último actor que tiene meridianamente claro que hacer con la mesa de diálogo es Vox. Y la receta no es otra que el rechazo a cualquier diálogo e ilegalizar a los partidos independentistas. Habrá que ver hasta dónde llega esta promesa electoral si se sientan en el Consejo de ministros en caso de materializarse el previsible Gobierno del PP y Vox. A no ser que la noche del 23J nos vayamos a dormir con una endiablada aritmética que deje al independentismo y otra posible mesa de negociación y diálogo en el centro del tablero político del que pueda surgir una alternativa a la derecha, y que permita a Pedro Sánchez mantenerse en la Moncloa cuatro años más.
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