barcelona
El año 2031 será el centenario de la proclamación de la Segunda República española. Una fecha que ha motivado la iniciativa Horizonte 2031, mediante la cual sectores del soberanismo catalán de izquierdas instan al conjunto de fuerzas progresistas del Estado a confluir en una estrategia que, en el marco de los comicios locales que tendrán lugar aquel año, permita disputar el poder a fin de construir una República garante de derechos y libertades.
Hèctor Sánchez (Figueres, 1978), secretario general de Comunistes de Catalunya, co-coordinador general de EUiA y senador de ERC, traza las claves que tienen que conducir a este escenario, inspirado en el Pacto de San Sebastián que las fuerzas soberanistas y de izquierdas lograron para derrocar el régimen monárquico del 31.
Este 16 de mayo se presentó en Barcelona Horizonte 2031, una propuesta que emplaza a las izquierdas soberanistas del Estado a pasar a la ofensiva para lograr un escenario de ruptura y transformación social. ¿Cuál es el origen de esta iniciativa?
Se remonta a septiembre de 2018, con la dimisión de Xavier Domènech como coordinador general de Catalunya en Común. Desde Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) -y dentro de ella, Comunistes de Catalunya- habíamos trabajado para que esta fuerza agregara al máximo de sectores del soberanismo de izquierdas. Pues bien, entendemos que, con la salida de Domènech, esto fracasa, lo cual nos obliga a abrir un proceso de reflexión en muchos ámbitos. Uno de ellos es la política de alianzas de los últimos 40 años.
En este punto muerto se precipitan las elecciones a las Cortes generales. ¿Qué posición adoptan?
Nos damos margen para que no interfieran en el debate estratégico. Es el momento en que aparece Soberanistes, un último intento para que Catalunya en Comú asumiera el discurso nacional, pero, visto que no es posible, se acaba confluyendo con ERC, donde se reúne Joan Josep Nuet, que acaba siendo diputado, o Elisenda Alemany, hoy concejal republicana en el Ayuntamiento de Barcelona, mientras hay quien opta para apoyar a la CUP o a los Comuns.
¿A escala municipal, en qué se ha traducido este proceso?
Cada asamblea local de EUiA o célula de Comunistes de Catalunya ha acabado articulándose con candidaturas muy variadas. Algunas encabezadas por ERC, otras por Comuns o la CUP, o en coaliciones superadoras de estos espacios. Un hecho que demuestra la actual atomización de la izquierda soberanista.
¿Qué ha influido más para llegar a la actual división?
Por un lado, la oleada neoconservadora que entronca en la ofensiva global de la extrema derecha, que en Catalunya se había atenuado a raíz del ciclo expansivo de derechos que significaron el movimiento del 15M y el proceso soberanista.
Este ciclo, que se cierra en derrota, pone de relieve la necesidad de que las izquierdas soberanistas vuelvan a acumular fuerzas. Pero, en lugar de esto, se han dedicado a ponerse el dedo en el ojo, hasta el punto de que en Catalunya han perdido buena parte de los 50 diputados que tenían en la pasada legislatura.
¿Horizonte 2031 nace para revertir esta bajada y lograr una estrategia compartida?
Lo íbamos analizando desde hace años, pero no ha sido hasta la última etapa electoral que lo hemos metabolizado en la propuesta. Se trata de ver los errores del pasado, pero también aprovechar el poso cultural que hemos adquirido y que tiene que permitirnos lograr este escenario posible.
¿Qué errores señalaría?
Al final, hemos heredado la lectura equivocada que el PSUC -y después Iniciativa- hicieron a caballo de la Transición, cuando adoptaron la idea que el proceso soberanista de Catalunya era un instrumento de la burguesía destinado a distraer las clases populares de las cosas verdaderamente importantes, como son los salarios, la educación o la sanidad.
Esta idea acaba penetrando en los Comuns, a pesar de que el proceso soberanista había hecho virar la sociedad hacia la izquierda y demostraba que el derecho a decidir y la mejora del bienestar son luchas inseparables, es decir, que la soberanía es necesaria para construir una sociedad más justa e igualitaria.
¿Pablo Iglesias, en su primera etapa como líder de Podemos, contribuye a reforzar este relato de asociar el soberanismo con un proyecto burgués?
Sin duda. Aunque inicialmente habló de radicalidad democrática y de que había que construir una España plurinacional que respetara la autodeterminación, después cometió el grave el error de afirmar que el independentismo había despertado al fascismo. Nos viene a decir, pues, que era preferible no cuestionar los consensos del régimen del 78 porque, si no, vendría la extrema derecha. Esta es una de las trampas en la que nos encontramos todavía, sumado al hecho de considerar el PSC un partido de izquierdas.
Ante esto, ¿cómo se encara la actual etapa política?
Nos encontramos en un cruce histórico ante el cual solo hay dos caminos posibles: o vamos hacia la recentralización conservadora, cosa que implicaría una pérdida de derechos, tanto sociales como nacionales, o que los partidarios de una democratización profunda del Estado acordemos una estrategia compartida.
¿El Pacto de San Sebastián de 1931 es el referente en el que mirarse?
Sí, porque en virtud de aquel pacto, las candidaturas utilizaron las elecciones municipales para lograr un cambio de régimen, primero con la proclamación de la República de Francesc Macià y, a posteriori, con la que se proclamó en el conjunto del Estado.
¿El reto es lograr la correlación de fuerzas de entonces?
El objetivo es que las fuerzas soberanistas e independentistas y las que son verdaderamente de izquierdas tomen la iniciativa y hagan mover al PSOE, cuando menos a su electorado. De hecho, en 2015 hubo una etapa en la que parecía que Podemos, que se presentaba como un proyecto emancipador y rupturista, haría el sorpasso al PSOE. Desgraciadamente, todo este espacio de izquierdas se ha convertido en un tipo de laborismo que ya no cuestiona los pilares del régimen contra el cual surgieron el 15M y el proceso del 1 de Octubre.
¿A quién correspondería encabezar esta reanudación, pues?
Quien está más legitimado son las fuerzas soberanistas de izquierdas de Catalunya, Euskadi y Galicia. Ahora bien, ellas solas no lo pueden hacer. Tendrían que contar con el 80% de apoyo popular y, a pesar de que a veces los ciclos se aceleran, es casi imposible. Hace falta que todos los actores que abogamos por una profundización democrática nos pongamos de acuerdo. Este es sería el Pacto de San Sebastián de hoy.
¿Las elecciones municipales de 2031 son la ventana de oportunidad para lograr este cambio de régimen?
La fecha es una interpelación a trabajar para que, en aquellos comicios, haya las condiciones necesarias para hacerlo posible. Pero insisto: esto pasa para que los partidarios de la Tercera República abracen la plurinacionalidad del Estado y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
¿Ve factible este nivel de coordinación entre fuerzas con niveles de incidencia y marcos territoriales dispares?
En mi opinión, la principal dificultad reside en conseguir que la izquierda de ámbito estatal se sitúe en esta lógica. Tiene que darse cuenta de que no se puede lograr una profunda democratización del Estado sin superar el régimen del 78. Pero también que, para hacerlo posible, tiene que activar los movimientos que pueden confluir en este horizonte, explicándolos que, a través de la lucha en la calle, podremos lograr una República justa y democrática en que ganaremos derechos sociales, políticos y culturales. Horizonte 2031 quiere ser la herramienta que facilite a esta izquierda superar las divisiones y participar de esta perspectiva.
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