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Comentarios sobre el cuerpo, como "Te faltan kilos para estar buena"; robo sistemático de bragas y sujetadores en los barcos científicos; cosificación, roces intencionados, insinuaciones de índole sexual e incluso tocamientos. Muchas mujeres que trabajan en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o en sus barcos refieren este tipo de conductas de sus compañeros y superiores durante las campañas científicas, algunas de las cuales duran hasta cuatro meses en alta mar y a veces solo hay una mujer a bordo.
Hace un mes y medio, Público destapó una realidad escondida hasta entonces: el acoso sexual y el acoso machista que sufren muchas mujeres científicas y trabajadoras del CSIC, ya sea en los barcos científicos o en despachos de eminentes investigadores. Estas mujeres no cuentan hasta ahora con instrumentos efectivos que les garanticen protección y seguridad.
Este medio ha recabado los testimonios de una veintena de mujeres que trabajan en el organismo o para él y que han sufrido acoso sexual y machista mientras trabajaban. Algunas de ellas denunciaron los hechos internamente, valiéndose del protocolo contra el acoso del CSIC.
A través de esta herramienta, que está a punto de ser modificada por su falta de efectividad, según ha podido saber Público, el Consejo ha tramitado 12 denuncias, entre 2019 y 2023, que han acabado con tres sanciones a dos acosadores sexuales: dos apercibimientos (falta leve) y una suspensión de empleo y sueldo por seis meses (falta grave).
La inmensa mayoría de las mujeres acosadas no han denunciado por miedo a que sus carreras se truncaran, por vergüenza o por temor a no ser creídas, según cuentan ellas mismas. "Hay una impunidad atroz –clama una científica–. No se conocen las resoluciones. No hay ejemplos de castigos a los acosadores. Se impone la ley del silencio, aunque muchas de nosotras hablamos y el tema se va conociendo gracias al boca a boca".
"Qué bien hueles"
Las víctimas, cuya identidad se salvaguarda en este reportaje, son eminentemente biólogas o graduadas en Ciencias del Mar, observadoras –figura obligatoria por ley– en las campañas de pesca y personal de las tripulaciones. A continuación, se exponen varios de sus testimonios:
Una bióloga cuenta que el capitán del buque le dijo: "Si quieres, puedes pasar la noche en mi camarote, pero si no quieres follar no pasa nada, te hago la cucharita y dormimos". Otro día le dijo: "Qué bien hueles, voy a tener que hacerme una paja después".
Mujeres jóvenes relatan que durante su primera campaña en un barco –pueden ser en torno a 15 o 20 personas entre la tripulación y el equipo científico– reciben como bienvenida el robo de su ropa interior. "Al quejarme al capitán del robo de todas mis bragas, se echó a reír y me dijo que tenía que aprender a lidiar con los marineros", cuenta una científica joven.
La camarera de un buque refiere: "El capitán me tenía ojeriza, pero a los hombres los trataba bien". "Se metía conmigo a todas horas, que si tenía el culo gordo, que si no entendía cómo tenía pareja".
Los tangas de la bióloga
Una observadora que pasó cuatro meses en un barco del CSIC explica que se topó con un capitán acosador que le hizo la vida imposible. "Nunca me llamó por mi nombre, sino 'Pata Negra', Clotilde, cosas así. Me sentía controlada a todas horas: con quién hablaba, qué ropa me ponía...".
La bióloga explica que el marinero que se encargaba de la lavandería le confesó que el capitán y otros mandos le preguntaban por su ropa interior. "Hablaban de mis tangas, de qué color eran, y le decían: "¿Los hueles?". El hombre me lo contó para ayudarme. Fue muy humillante", dice esta mujer.
"Yo solo quería encerrarme en mi camarote y dormir y que pasara el tiempo y llegar a casa", cuenta emocionada. "Este capitán y parte de la tripulación me han hundido. Yo no quiero volver a ir de observadora, tengo miedo. Allí estamos totalmente solas. Yo echaba en falta otra mujer para poder hablar en confianza".
Otra científica explica que, estando en prácticas en un barco, durante las comidas en el comedor de oficiales notaba las miradas clavándose en ella: "En los barcos hay un ambiente tóxico hacia las mujeres, no hay compañerismo. Te cuestionan todo el rato: "Qué jovencita eres", "¿Vas a poder con esto?", "Pero, qué haces aquí, niña".
"Si te pones mallas, te miran el culo, lo notas; si te pones camiseta, te miran el pecho... La verdad es que no sabes qué ponerte de ropa", dice.
Una bióloga relata que un marinero, al ir a despertarla en una ocasión, le preguntó con voz insinuante: "Oye, ¿estás desnuda?". "Me recorrió un escalofrío. Me sentí en peligro. Por qué tenemos las mujeres que soportar este tipo de cosas en nuestro puesto de trabajo?".
El caso de Mari Carmen Fernández
La investigación de este diario sobre el caso de Mari Carmen Fernández, trabajadora del barco García del Cid del CSIC que desapareció del buque en alta mar el 9 de septiembre de 2023, ha hecho emerger otros casos de acoso contra las mujeres en la agencia estatal más importante dedicada a la ciencia.
La causa acaba de ser archivada por la Justicia, que considera que la mujer se tiró por la borda o bien sufrió un accidente que provocó su caída al mar. El cuerpo de Mari Carmen aún no ha sido hallado. Su familia denuncia que no se han investigado suficientemente los motivos de su desaparición. Uno de ellos pudo ser la coincidencia en el barco, antes de zarpar, el 4 de septiembre de 2023, con un compañero al que había denunciado por agresión sexual y acoso en septiembre de 2018.
La denuncia se archivó por considerar el juez que no había pruebas contra el denunciado y por haber suscrito Mari Carmen y el presunto agresor un acuerdo en el que ella admitía que el episodio de agresión sexual fue un malentendido.
Tras un periodo largo de baja laboral por motivos psicológicos, la mujer volvió al García del Cid, atracado en Vigo, en mayo de 2022, y se encontró con su presunto agresor, según ha podido saber Público de fuentes cercanas a su familia. Aquel encuentro, junto con el hecho de estar siguiendo en aquel momento un curso sobre acoso sexual, al que fue obligada por el CSIC, provocaron una grave recaída en su estado anímico.
El protocolo no funciona
Según Comisiones Obreras (CC OO), por cada denuncia por acoso sexual presentada en el CSIC hay al menos otras cinco o seis, como mínimo, que no se presentan, porque, "aparte de ser considerado el acoso sexual todavía una mancha, el protocolo del CSIC no está funcionando", consta en el comunicado del sindicato en el CSIC el pasado 25 de noviembre, Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer.
CC OO alerta: "No estamos garantizando una tolerancia cero contra estas situaciones que haga sentirse protegidas a las víctimas para solicitar y reclamar la ayuda que necesitan y se merecen".
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