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Actualizado:"Las diferencias en la coalición se tienen que normalizar". Es una frase que repiten en Moncloa desde hace tiempo. También algunos de los integrantes del Gobierno de Pedro Sánchez la han pronunciado públicamente. Las últimas discrepancias entre PSOE y Unidas Podemos a cuenta del gasto militar es solo un nuevo episodio en una larga historia de debates, reproches cruzados y ruido respecto a la estabilidad del actual Ejecutivo. A falta de un año y medio para las siguientes elecciones la coalición todavía resiste. ¿Sabemos en España gestionar las diferencias entre partidos coaligados? ¿Nos falta cultura de la coalición?
El Gobierno de PSOE y UP es el primero de coalición a nivel estatal. Pero la realidad es que a nivel autonómico y municipal la tradición de coaliciones en España viene de mucho tiempo atrás. "Hay que relativizar esto de que el asunto es nuevo. Es un mantra que se repite lo de que no hay cultura de la coalición", opina al respecto Joan Ridao, profesor titular de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona (UB).
"Otro de los mantras es que los gobiernos de coaliciones son más inestables. Pero, según los estudios, está empíricamente demostrado que la estabilidad y la duración de estos gobiernos es mucho mayor que incluso gobiernos en solitario", destaca Ridao. En su opinión, basada en diferentes estudios, se ha demostrado que los acuerdos coalicionales, protocolos, instrumentos y demás, lo que hacen es pulir más las aristas. "Es un error pensar que un Gobierno de coalición es más débil", afirma.
"Es un error pensar que un Gobierno de coalición es más débil", señala el profesor Joan Ridao
Pero la experiencia reciente, tal y como destaca Paloma Piqueiras, doctora en Comunicación e integrante de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), demuestra que en aquellos gobiernos autonómicos donde hubo coaliciones en 2015 y se volvieron a convocar elecciones, esas coaliciones se han ido disolviendo. Están los ejemplos por la derecha de Andalucía y Madrid o en Castilla La Mancha. El País Valencià sería una de las excepciones.
¿Cómo se pueden controlar y gestionar estas diferencias en la coalición? Para Ridao, son muy importantes los protocolos fijados. "Son los instrumentos donde las partes de la coalición regulan, por ejemplo, lo que se puede presentar como iniciativa legislativa fuera o no del programa. Es uno de los temas que suele generar problemas. La forma de reconducir eso es prever en el protocolo distintos órganos de relación", destaca.
Estas comisiones, con un reglamento fuerte, podrían incluso enmendar la plana al presidente del Gobierno llegado el caso. "No siempre los intereses del presidente, que tiene más atribuciones, son compartidos por su grupo o partido", ejemplifica Ridao. A petición de Yolanda Díaz, se ha pedido esta semana una nueva reunión de la comisión de seguimiento de la coalición por la disputa en materia de Defensa.
Pero, ¿sirve de algo esta comisión? Para Guillermo Íñiguez, graduado en Derecho por la Universidad de Cambridge y analista especializado en política alemana, solo hace falta mirar a otros países como Alemania. "Los pactos de coalición son documentos de cientos de páginas que se pactan palabra por palabra y luego se ejecutan. Y se sigue el cumplimiento. Las comisiones de seguimiento son de verdad, la de este Gobierno creo que no es así, es una que se invoca de vez en cuando con una crisis para calmar los ánimos", afirma.
¿Cómo comunicar las diferencias?
Otra de las preguntas clave en este tema es si hacer públicas o no las diferencias y cómo. Para Piqueiras, hay que partir de la idea de que cuando hay un Gobierno de coalición hay que conciliar dos lógicas contrapuestas. "Los partidos necesitan demostrar unidad para legitimarse pero a la vez tienen que enfatizar su perfil de cara a las siguientes elecciones", señala al respecto.
"Comunicativamente lleva a dos desafíos: quién es el líder y a quién se le atribuyen estos méritos. En este doble desafío surgen estas problemáticas, constantemente asistimos al discurso de que el Gobierno se rompe. En cierta medida, el discurso lo arenga la oposición, es un actor más que está en el juego y tiene que jugar sus cartas. También es alentado por los medios, no sé si por esa idea de tener siempre un tema y que la agenda mediática esté en movimiento o de puro desconocimiento de cómo funcionan las coaliciones y de que todo puede sorprender o parecer susceptible de noticia", reflexiona Piqueiras.
Para Gabriela Ortega, socióloga y profesora en la Universidad Camilo José Cela, las diferencias son positivas desde el punto de vista de la comunicación. Pero, a la vez, al ser una anomalía tener una coalición en el Gobierno de España, se ve como un riesgo de fragmentación. "Hablar de que se han unido fuerzas es importante. Si se hace dentro de la comunicación pública, ese abordaje está bien. Cuándo deja de ser así y se convierte en marketing ya es diferente", opina.
"A nivel mediático se le intenta sacar más jugo de lo que tiene. Desde mi perspectiva, en general las discrepancias se han llevado desde una comunicación pública correcta, de debatirlas. Un estudio realizado por Podemos destacó que la mayoría de sus votantes prefieren hacer públicas las diferencias con el PSOE. Para el profesor Ridao, algunas crisis son más fáciles de evitar si ni se hacen públicas. Es algo que pasó en el tripartito catalán entre ERC, PSC e ICV.
"Lo que en un principio puede ser una cosa positiva, de diálogo y democracia, el resto de actores políticos lo pueden convertir en una debilidad para el Gobierno. Eso es parte del juego", apunta Piqueiras. "Está muy bien el debate y el diálogo. ¿Pero es necesario que todo sea público? ¿Que todas las discrepancias se escenifiquen para ver quién obtiene más rédito? Ahora están intentando cambiarlo un poco, con las discrepancias que tienen en algunas cuestiones parece que el ruido externo viene más marcado por otros factores y que el propio Gobierno no está escenificando tanto", añade la especialista en comunicación.
¿Qué pasa en otros países? El caso alemán
Alemania es el ejemplo al que acudir siempre con las coaliciones. Actualmente gobierna un tripartito entre socialdemócratas, liberales y verdes. "Es el ejemplo de una cultura política con más cultura de coalición", afirma Íñiguez. La favorece además el propio sistema electoral. "Los cinco partidos principales están acostumbrados a pactar con casi todos, los partidos gobiernan con casi todos en algún lander, siempre hay canales de comunicación abiertos. Hay un diálogo más fluido y una conciencia de que hay que ser prácticos y gobernar con todos y ceder para gobernar en otros territorios. Conduce a un sistema de coalición más fluido", añade.
"Alemania es el ejemplo de cultura de coalición", afirma Guillermo Íñiguez
Para Íñiguez, hay formas más maduras de lidiar con los desacuerdos y Alemania es un ejemplo mejor de cómo se pueden llegar a acuerdos basados en desacuerdos sin hacerlos públicos y sin airearlos. "Si SPD o Die Linke no piensan lo mismo, se pacta la discrepancia y luego se airea. Eso sí es falta de cultura de coalición y de cómo gestionar", añade. Considera este especialista que las diferencias están afectando a la movilización electoral. Algo que no pasa en el país alemán. "Están los tres partidos en niveles de movilización altos. Es posible tener discrepancias amplias, y hay más discrepancias entre los tres partidos alemanes que aquí", afirma.
Además, en esta falta de cultura coalición, Íñiguez apunta a que en Alemania "se entiende que pactar y llegar al Gobierno es una victoria". Se usa el discurso de que todos los partidos han cedido mucho para llegar. "Nunca se ha visto como una derrota y creo que a veces aquí se plantea como una derrota", reflexiona.
México es otro caso interesante, según recuerda Ortega. Allí las coaliciones son electorales, se presentan varios partidos en conjunto. "El electorado sabe que van a ocupar cargos públicos diferentes partidos y se aborda con normalidad. La gente los tiene identificados cuando llegan al Gobierno a pesar de que en las elecciones hubieran ido juntos". "Las diferencias se evidencian como una parte de la estrategia de comunicación política, de que no se junten los perfiles", añade.
¿Ruptura a la vista?
"La polarización mediática y el escrutinio al máximo no ayuda. Y aquí sí hay un elemento importante de cultura política. Hay un imaginario colectivo que piensa que el Gobierno tiene que tener una sola voz y no puede surgir ningún tipo de discrepancia. Ahí sí que se resiente este Gobierno por el hecho de ser la primera coalición", considera Ridao.
Para el profesor de Derecho, ninguno de los dos socios, PSOE y UP, tiene incentivos para romper. "Eso facilita más el acuerdo, aunque sea un trágala, que no otras circunstancias. Después de las elecciones andaluzas, lo que necesita este Gobierno es consolidarse. Si hay una ruptura seguro que gana el PP", añade.
"Merkel gobernó 16 años, nunca en solitario. Tuvo sus problemas internos, pero tuvo un liderazgo férreo y discusiones internas a la vez y nadie puso en cuestión que el Gobierno era el adecuado. Puede ser una cuestión de desconocimiento y de falta de cultura política también", apunta Piqueiras. De nuevo haciendo referencia a los alemanes, apunta que les funciona muy bien dividir la legislatura en partes comunicativas. Es decir, usar el principio y final de la legislatura para darse un poco más de autobombo los partidos internos, pero en el centro unificar las estrategias para mostrar unidad. "Y quizás de aquí podríamos aprender", concluye.
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