barcelona
Actualizado:La Diada, y más concretamente la manifestación independentista, ha dejado mar de fondo. Y traerá resaca. Más allá del baile de cifras –los quizás cortos 150.000 manifestantes contabilizados por la Guardia Urbana o los muy excesivos 700.000 declarados por los organizadores– la imagen que dejó la tarde de este Onze de Setembre es clara. Y no es otra que el independentismo mantiene una importante capacidad de movilización en la calle a pesar de la fuerte división interna que ha llegado a dejar fuera de la marcha de la Diada por primera vez en la historia a Esquerra Republicana de Catalunya.
Y ello hace que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se mantenga como un actor relevante y con incidencia en la política catalana. Fuerza sí pero insuficiente para desbloquear la hoja de ruta del independentismo enzarzada entre estrategias y tácticas de cada actor político.
Resulta evidente que la manifestación de esta Diada no se puede comparar con la magnitud de las que llevaron el independentismo a movilizaciones históricas hace diez años. Con la gran manifestación de centenares de miles de persones de 2012 y años posteriores. Pero no se puede obviar que la manifestación de este Onze recupera el pulso ciudadano y de la política que se expresa en la calle. Lógicamente el número de manifestantes no se puede trasladar a los apoyos electorales que una u otra fuerza pueda obtener, pero es más que suficiente para
ejercer una fuerte presión en la política catalana, al menos en el independentismo que hoy por hoy continua siendo mayoritario en el Parlament.
Las principales consecuencia
La manifestación ha sido más que suficiente para que la ANC pueda hacer bandera de sus postulados críticos con el Govern que según su presidenta, Dolors Feliu, desarrolla "políticas autonomistas y de freno al avance hacia la independencia". Una crítica que la ANC, aunque con diferente intensidad, extiende a todos los partidos independentistas –además de ERC, con quién mantiene el principal enfrentamiento, también a Junts y la CUP–.
Y ello conllevará diversas consecuencias. Se quiera o no, ejerce más presión al Govern, tanto por lo que se refiere a agravar la maltrecha estabilidad en la difícil relación entre ERC y Junts, como también respecto a la estrategia de diálogo con el Gobierno español por la que apuesta el president de la Generalitat, Pere Aragonès. Y ello conlleva, según admiten fuentes de Esquerra, que los republicanos se verán obligados a urgir al Gobierno español en la consecución de resultados palpables de la mesa de diálogo en un plazo breve.
Pero el resurgimiento de la ANC como actor político relevante también tendrá efectos importantes en el ecosistema político independentista. Tanto en la pugna interna de Junts –entre los sectores más próximos a los postulados de la ANC y los más moderados– como en términos generales por la recomposición que puede suponer la aparición en un futuro próximo de una candidatura impulsada des de la ANC que rompería el actual reparto tripartito del
independentismo.
Desestabilización del Govern
De entrada, el primer efecto de la Diada comporta debilitar la ya no muy sólida estabilidad del Govern con la latente amenaza de Junts de ruptura del Ejecutivo catalán. Lo ha explicitado la presidenta de Junts, Laura Borràs, de inmediato. La presidenta de Junts ve "perfectamente posible" que su partido "deje el Govern". "En el Govern, nacionalmente los compromisos no se están cumpliendo", se quejó Borràs este lunes después de la Diada en una entrevista en TVE.
Borràs; "En el Govern, nacionalmente los compromisos no se están cumpliendo"
Pero a pesar de la presión, Esquerra y el president de la Generalitat han fijado posición: Ni están dispuestos a abandonar la estrategia centrada en la mesa de diálogo ni se convocarán elecciones como exige la ANC. Respecto a Junts fuentes de la presidencia aseguran que no está en la agenda de Aragonès expulsar a los socios de Junts del Govern. "Es un despropósito en la
situación de crisis que vivimos y a las puertas de la aprobación de los imprescindibles nuevos presupuestos" aseguran estas fuentes. Cuentas que por cierto el conseller de Economia, Jaume Giró, de Junts, ya ha empezado a negociar con la CUP como interlocutor preferente aunque muy alejado de la posibilidad de aprobar los presupuestos.
Con lo cual los comuns vuelven a tener una relevancia extrema aunque también está previsto hablar en esta ocasión con el PSC que se presta a dar su apoyo. "Plantearse romper el Govern en estos momentos es de una profunda irresponsabilidad" asegura la portavoz de ERC, Marta Vilalta. "No hay motivo porque el acuerdo de Govern se está cumpliendo y si alguien no lo cumple es Junts no asistiendo a la mesa de negociación con el Gobierno español", apuntan fuentes de la ejecutiva republicana.
Aunque no faltan voces en ERC que abogan por la expulsión de Junts, fuentes de la dirección de Esquerra aseguran que "nosotros no romperemos, ellos sabrán". Aunque añaden con un tono enfadado: "así no pueden continuar las cosas, no se puede estar en un Govern y criticarlo constantemente". No hay que olvidar que la ruptura entre ERC y Junts dejaría la presidencia de Aragonès, en un difícil equilibrio de mayorías parlamentarias con el PSC como pieza clave.
Ecuación que no gusta a Aragonès teniendo en cuenta que ello debilitaría la capacidad negociadora de Esquerra en Madrid con el PSOE y que los socialistas serán los principales adversarios electorales de los republicanos en las próximas elecciones municipales.
Tensiones internas en Junts
Con Aragonès aguantando el dique de contención de las críticas y manteniendo la posición, parece muy probable que las presiones acaben revertiendo en el interior de Junts entre los partidarios del acoso y derribo contra ERC que lidera Borràs y los sectores más pragmáticos que no quieren oír hablar de dejar el Govern y aún menos justo antes de las elecciones municipales. Este martes mismo lo ha expresado el conseller Juame Giró. Así pues, el secretario general, Jordi Turull, tendrá que tomar una decisión. Fuentes de Junts admiten
que hay división interna al respecto pero que "no se puede dar por descartada la salida de Junts del Govern".
Estas mismas fuentes admiten que "el éxito de la manifestación de la ANC, –rotundamente crítica con el Govern– da munición a los defensores de la ruptura si ERC no se mueve. Mucha de la gente de la manifestación forma parte de nuestra base electoral. Puede pasar cualquier cosa".
De momento, Jordi Turull ha intentado ganar tiempo y provocar algún movimiento de Esquerra exigiendo –apelando al acuerdo de Govern– la constitución de un espacio de dirección estratégica del independentismo en que además de los partidos estarían representadas entidades como la propia ANC, Òmnium o el Consell per la República que preside Carles Puigdemont. Sería un sanedrín conjunto donde se tomarían las decisiones del independentismo. Segons Turull: "Nos iremos viendo con ERC para comprobar, de aquí al
Debate de Política General del dia 27 de septiembre, si nos ponemos de acuerdo en lo que nos diferencia", ha asegurado Turull insistiendo en que la reunión de esa dirección estratégica del independentismo "debe ser lo antes posible".
Pero el acuerdo de Govern es muy ambiguo y Esquerra no se cierra a la constitución de este espacio pero se tomará su tiempo. Para Esquerra no se puede volver a crear un instrumento como el llamado Estat major del independentismo de 2017. Según la portavoz del partido, Marta Vilalta: "hay que reconvertir y actualizar" el espacio de coordinación estratégica del independentismo, y "adaptarlo al contexto actual" desde el reconocimiento de la pluralidad y diversidad del movimiento. Además, el partido quiere que se sumen "otros actores del soberanismo".
Los republicanos iniciarán una ronda de contactos con todos los actores políticos y sociales partidarios del derecho a la autodeterminación, desde partidos –incluido los comuns– a entidades, pasando por sindicatos u otras organizaciones. ERC toma de esta forma la iniciativa pero no abandona sus postulados con lo cual será Junts quien deba tomar una decisión respecto al Govern. En ningún caso, manifiestan, ERC está dispuesto a supeditar su estrategia a un comité de dirección reducido totalmente contrario a la mesa de diálogo.
ERC mantiene la mesa de diálogo pero exige resultados
En cuanto a la reacción de Esquerra después de la confrontación con la ANC que forzó su ausencia formal en la manifestación de la Diada, de entrada ha sido la de fijar posición reiterando su apuesta por la mesa de diálogo pero abriendo puentes para recuperar espacio entre las bases independentistas. El primero, aunque no muy fructífero, el que ha supuesto la reunión de esta tarde entre Aragonès y las entidades impulsoras de la manifestación como son la ANC, Òmnium y la Associació de Municipis per la Indepenència (AMI).
Una relación del Palau de la Generalitat que continúa siendo fría con la ANC que le reclama levantar la Declaración de Independencia de 2017 en el segundo semestre de 2023 durante la presidencia europea de España. Una opción que no contempla Aragonès que mantiene más proximidad a los postulados de Ómnium que plantea un discurso menos crítico con los partidos políticos y de mucha más transversalidad.
Fuentes de ERC: "La mesa de diálogo debe empezar a dar algunos frutos o será insostenible"
Pero algunas fuentes de los republicanos admiten que la movilización ha sido importante y que la presión también afectará a este proceso de negociación. Así pues, la mesa de diálogo continuará y Esquerra espera que se pueda formalizar una nueva reunión después de las conmemoraciones del 1 de Octubre. Pero la presión apremia a conseguir resultados concretos y palpables. "La resolución del conflicto no será ni en una semana ni en meses, pero la mesa de diálogo debe empezar a dar algunos frutos o será insostenible" afirman fuentes de Esquerra, añadiendo una advertencia "el Gobierno español debería ser consciente de ello".
Aviso a los presupuestos generales
Una de las consecuencias de mantener la mesa sin resultados puede ser el voto negativo de Esquerra a los presupuestos generales, según apunta el propio presidente de ERC, Oriol Junqueras: "Como en tantos aspectos de la vida, en cualquier posible acuerdo juega un papel muy importante la confianza que exista", dice Junqueras. "Si Pedro Sánchez se vanagloria de haber aplicado el 155, es obvio que esto no genera un clima de confianza, sino al contrario. Tampoco si el Ministerio del Interior justifica la infiltración policial en las JERC con el
argumento del terrorismo cuando todos, empezando por el líder del PSC, Salvador Illa, saben que es falso. Ni cuando el Gobierno central incumple las inversiones acordadas". Junqueras defiende la necesidad de llegar a acuerdos pero acusa a los socialistas de a menudo "erosionar" el clima de confianza entre los gobiernos catalán y español.
Por su parte, Aragonès condiciona la continuidad de esta estrategia a que antes de final de año se hayan podido acordar las reformas legislativas necesarias para desjudicializar la política catalana. El objetivo, según Aragonès, es que ninguna persona pendiente de procesamiento por el referéndum del 1-O entre en la cárcel. Y que los políticos exiliados en el extranjero puedan volver sin ese temor. "Que los efectos de estas reformas sean equivalentes a una amnistía", plantea Aragonès.
La política catalana se mantiene en ebullición constante y la Diada ha subido la temperatura. Y con la conmemoración de los cinco años del 1-O a la vista, la olla a presión continuará hirviendo. Pero de momento todos los actores políticos mantienen las posiciones mirando de desgastar al oponente y esperando el movimiento del adversario. La guerra de trincheras en el independentismo se mantiene, pero no se puede descartar que en cualquier momento cualquier cosa rompa los equilibrios actuales. La aparición de la lista electoral cívica de la ANC
podría ser uno de esos factores. Veremos si con Borràs al frente o sin ella. Y ello no preocupa precisamente a ERC si no al partido que más ha alimentado a la ANC en su confrontación con Esquerra. Y ese partido no es otro que Junts
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