BARCELONA
En el tablero político catalán, las ausencias pesan tanto como las presencias. Es el caso de la mesa de partidos convocada por el presidente Quim Torra este viernes en el Palau de la Generalitat. Nombrada como 'Espacio de Diálogo', al encuentro multilateral no se sentarán Ciudadanos, el PP y la CUP. O dicho de otro modo, 44 de los 135 escaños en el Parlamento.
Con razón hay quién podría pensar que, por la misma regla de tres, el viernes se sientan representantes de 91 de los 135 escaños. El PDeCAT, ERC, PSC y los Comuns. Una cifra más cercana al famoso 80% de la sociedad catalana, el carril central de opinión que engloba el catalanismo independentista y el federalista.
El mainstream oficial se sienta en la mesa y fuera del establishment quedan el PP y Ciutadans por decisión propia (con tesis favorables al encarcelamiento de los dirigentes del Gobierno catalán y furiosamente contrarios a cualquier tipo de consulta).
Un mainstream del cual la CUP tiene una vínculo oscilante: autodeterminista, pero con un discurso de ruptura tan contundente que la deja sola en múltiples ocasiones. La CUP salió inmediatamente a declinar su asistencia. "No nos sentaremos el día 16 en una mesa que pretende cerrar por arriba lo que hemos abierto por abajo", esgrimió la diputada Natàlia Sànchez. Y si esta es la lectura política, la de la comunicación no verbal apunta que la CUP necesita dar un golpe de mesa ante el PDeCAT y ERC, a los que acusan de inmovilismo y de querer vivir en un día de la marmota procesista. Su ausencia es una fotografía más eficaz que su presencia, para explicitar el estado anímico de los anticapitalistas.
Sin duda, la fotografía de familia tampoco es la que busca Ciudadanos, el partido punta de aquellos que son favorables a mantenerse dentro del Estado español. La formación naranja, de hecho, estudia detenidamente su comunicación no verbal y controla la imagen que quiere trasladar en cada acto político: buscar el cuerpo a cuerpo y la bronca en las sesiones parlamentarias; un cierto aire de rebeldía juvenil, como cuando Albert Rivera e Inés Arrimadas sacan lazos amarillos de las farolas... Una fotografía de cierta distensión con los partidos independentistas no entra en su hoja de ruta. Su portavoz parlamentario, Carlos Carrizosa, manifiesta: "Es evidente que continúan ejecutando su estrategia de sustituir el Parlamento por chiringuitos, foros y otras cumbres de diálogo que no dan oportunidad a otras fuerzas de intercambiar con luz y taquígrafos su opinión de lo que pasa en Catalunya".
Así mismo, el tercero ausente en la mesa, el PP de Catalunya, estrena presidente (Alejandro Fernández), pero no altera ni un milímetro su beligerancia. No sólo es que no tenga intención de ir a la mesa de viernes.... es que no tiene intención de encontrarse en ningún caso con el presidente de la Generalitat. "No me he encontrado oficialmente con el presidente Torra ni tengo intención de hacerlo. Creo que es un activista y no un político. Pedí a la mayoría separatista que buscaran alguien con unas credenciales impecables. Creo que el señor Torra está incapacitado desde el punto de vista político", ha asegurado Fernández delante de los micrófonos de Rac 1. El PP, aun así, ha movido sus solitarios tres escaños en una estrategia de diferenciación de Ciutadans. Por ejemplo, Xavier García Albiol sí que asistió a la ronda de entrevistas de Torra, con foto al en el pati dels Tarongers. "He venido a decirle en persona que retire la pancarta de los presos de la fachada de la Generalitat", adujo el popular, ya devuelto a Badalona para intentar la reconquista de su alcaldía.
La gesticulación, en todo caso, es mutua: el Independentismo gubernamental quiere atraer comuns y socialistas a la mesa de negociación y evitar que marchen del denominado bloque del 80%. Su cosmovisión del proceso se basa, de hecho, en el hecho de que el independentismo catalán es dialogante y pacífico. Ni un papel al suelo en una manifestación de 2 millones de personas. ERC y PDeCAT, además, necesitan mostrar unidad de acción. Y justamente el vicepresidente Pere Aragonés acaba de visitar a Carles Puigdemont en su residencia de Waterloo (Bélgica), centro de poder independentista junto con la prisión de Lledoners y el Palau de la Generalitat. Por parte del Gobierno, además del presidente de la Generalitat, también asistirán el vicepresidente del Gobierno y consejero de Economía y Hacienda, Pere Aragonés; la consejera de la Presidencia y portavoz del Gobierno, Elsa Artadi, y la consejera de Justicia, Ester Capilla.
El PSC y Comunes también tienen interés claro en asistir a la cumbre de partidos. En el caso de los socialistas porque, de hecho, fueron ellos quién propusieron la creación de este Espacio de Diálogo multipartido y permanente. Miquel Iceta lamentaba ayer que arrancara "con un handicap muy grande", en referencia a la ausencia de Ciutadans, PP y CUP. Pero es que por los socialistas, además, aparecer en esta panorámica encaja con su línea discursiva de "superar la confrontación". Un ejemplo: no faltaron a la ronda de reuniones convocada por el presidente Torra, inmortalizadas todas ellas con una instantánea en el pati dels Tarongers, a pesar de que Ciutadans declinaba la invitación "para no hacer el juego" al Gobierno. De hecho, el mismo Iceta ha reconocido que también iría a visitar a los políticos encarcelados en Lledoners y Puig de’n Bassa si no trascendiera mediáticamente y no se pudiera interpretar en favor de las posiciones independentistas.
Catalunya en Comú también quieren mantenerse en el carril de la transversalidad. Pero además, su limitada representación en el Parlamento los invita a no perder cuerda. asistirá la nueva presidenta del grupo parlamentario Jessica Albiach (proveniente de Podemos), junto con la portavoz Susanna Segovia. Juntas empezarán a dibujar un camino que mostrará matices diferentes del transitado por la hasta hace poco cara visible de los comunes en el parque de la Ciutadella, la dimitida Elisenda Alamany. Ayer, de hecho, hicieron pública su posición sobre el encaje de Catalunya con España (con el aliciente que es la primera sin Xavier Domènech y Alamany). A la práctica, no se alejan demasiado: "Pactando un referéndum con el Estado de acuerdo con la legalidad vigente y a partir de una propuesta surgida de una amplia mayoría del Parlament de Catalunya".
Pero si importante es la gesticulación política (la imagen que se transmite a la opinión pública), también lo es el momentum presupuestario. Hay que aprobar las cuentas en el Ayuntamiento de Barcelona, en el Parlamento de Catalunya y en el Gobierno español. Y todo el mundo necesita a todo el mundo. Triangular los presupuestos es una línea de trabajo abierta, a pesar de que ahora parece que esté a la UCI, mientras que tan sólo unas semanas atrás era plausible.
Si la cumbre de partidos ha nacido coja (o no) lo sabremos entrada la tarde, cuando acabe la reunión de la sala Clavé del Palau de la Generalitat y los respectivos portavoces valoren los resultados ante la prensa. O los desacuerdos, está claro.
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