sevilla
La decisión de Vox, hoy manifestada públicamente, de meter a Andalucía y su Ejecutivo en el mismo saco de las negociaciones de los gobiernos municipales y autonómicos, singularmente los de Madrid, ha provocado que, al igual que sucedió en la investidura de Juanma Moreno, la decisión final sobre cómo se gastarán más de 36.000 millones de euros en Andalucía, no se tome en Sevilla ni en otra ciudad andaluza, sino en Madrid. De nuevo, al igual que en enero, el autodenominado “Gobierno del cambio” depende de un partido de ultraderecha que no cree en el Estado de las Autonomías.
O Santiago Abascal, presidente de Vox, y Albert Rivera, de Ciudadanos, quienes no se presentaron a las elecciones autonómicas, llegan a algún tipo de entendimiento, lo que, a la vista de lo expresado hoy por portavoces de ambos partidos está muy lejano, o las cuentas andaluzas para lo que queda de año, las primeras que presenta un Gobierno no socialista en la historia de la Junta, y que hoy están muertas, serán rechazadas por una decisión tomada desde Madrid.
Este es un fenómeno reciente en la política andaluza, porque las alianzas, hasta ahora, de los diferentes Gobiernos de Andalucía -que se ganó su autonomía en la calle y en las urnas, en las emblemáticas fechas de 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980- y sus decisiones presupuestarias se habían cerrado con una lógica propia. El anterior precedente de una devolución presupuestaria se produjo en 1996, en la conocida como legislatura de la pinza, cuando el PP, dirigido por Javier Arenas, e IU, por Luis Carlos Rejón, se aliaron contra el entonces presidente Manuel Chaves, quien, de inmediato, convocó elecciones.
En esta ocasión, el presidente Juanma Moreno no cuenta con esta opción y no la tendrá hasta el próximo mes de octubre, debido a la previsión del Estatuto de Autonomía que impide que se convoquen elecciones antes del primer año desde la disolución del Parlamento anterior. Por tanto, el rechazo de este presupuesto, aunque sí dejaría en el alambre a Moreno, no implicaría la caída definitiva de su proyecto. El presidente disputaría una prórroga en el otoño, con el presupuesto para 2020, que se jugaría, previsiblemente, sin tensiones electorales y postelectorales por en medio.
Este escenario emerge en el horizonte como una suerte de plan B al que ya miran, aun de reojo, PP y Ciudadanos. “Si no fuera por la responsabilidad y la convicción del Gobierno de que había que hacer estos presupuestos, [no se habrían hecho]. Cualquier otro se hubiera planteado prorrogar los anteriores. [hasta el otoño]”, dijo el portavoz del PP, José Antonio Nieto.
El Gobierno andaluz, según las fuentes consultadas por Público, no da por perdido todavía este partido y recuerda que, aunque esté complicado, y quede cada vez menos tiempo, aún hay margen, hasta el miércoles próximo, para que Vox retire su enmienda a la totalidad o no la vote, y permita con ello la resurrección de las cuentas.
El esfuerzo del Ejecutivo ha estado en este tiempo dedicado a “encapsular” el Gobierno, a protegerlo de los vaivenes electorales. “Desde que se empieza a trabajar han pasado tres meses. En ese tiempo ha habido dos citas electorales. Eso ha hecho que sea más difícil poder hacer ese trabajo de diálogo”, admitió Nieto, el portavoz parlamentario del PP. Después de los comicios, la lógica nacional de un partido como Vox, que no cree en las autonomías, se ha impuesto, y el Gobierno de Andalucía ha entrado en el gran zoco postelectoral.
El presidente del partido ultra, Santiago Abascal, fue muy claro esta mañana. “Todas las negociaciones [incluida la de Andalucía] están relacionadas”. La distancia que existe hoy entre Vox y Ciudadanos quedó bien patente en el parlamento de Andalucía este jueves, en la que en escasas dos horas se reprodujeron los mismos roles y posiciones que ambos partidos mantienen en Madrid. Mientras Vox quiere que Ciudadanos se siente con ellos y se avenga a negociar gobiernos en pie de igualdad, los de Albert Rivera no tienen ninguna intención de hacerlo.
Pulso entre Ciudadanos y Vox
Según las fuentes consultadas, Ciudadanos -Rivera- no va a modificar su postura, que es, en este momento, “no negociar gobiernos a tres donde pueda estar Vox, Podemos ni los nacionalistas” y va a mantener el pulso hasta donde haga falta. Esta lógica se aplica también a Andalucía. “Si Vox quiere una foto, que vaya a un estudio fotográfico”, dijo, con toda claridad, este jueves el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Sergio Romero. “Andalucía no va ser moneda de cambio”, dijo el vicepresidente del Gobierno, Juan Marín (Ciudadanos), parafraseando una de las frases favoritas del socialismo.
“Más claro agua: Antes de hacerse una foto con Vox, Ciudadanos prefiere que se tengan que prorrogar los presupuestos. Se olvida de que los que tienen la responsabilidad de gobernar son ellos, no nosotros. Además no basta con una foto, obviamente, no es el estilo de Vox”, replicó el portavoz de Vox en Andalucía, Alejandro Hernández.
El pulso entre Vox y Ciudadanos obedece a razones ideológicas de fondo, pero también a una apuesta del partido ultra, que el PP no termina de ver con malos ojos, de no jugar un papel de fuerza subalterna -el que aceptó en enero en Andalucía- en los pactos que requieren de sus votos -Madrid, Murcia y Aragón, además de Andalucía-. Esta decisión de Vox, de compartirla Ciudadanos, llevaría al partido de Albert Rivera a abandonar de manera definitiva el centro político, el espacio de moderación, y a situarse de manera nítida, ya sin vuelta atrás, en la derecha.
Esa jugada supondría un riesgo para Ciudadanos, porque podría permitir al PSOE, después de haber recuperado parte del voto de izquierdas que se había marchado a Podemos, mejorar sus expectativas entre el electorado más moderado, lo que podría cortar las alas de Albert Rivera, que anda a la busca de convertirse en la alternativa de Gobierno al PSOE, por encima del PP.
Esta es la lógica que en este momento, y a la espera de la decisión definitiva, ha matado las cuentas andaluzas, más allá de otros problemas entre los aliados que acabaron con 37 años de gobiernos socialistas. Vox considera que el presupuesto es un “calco” de los que venía presentando el PSOE y no suponen un cambio real. Basta leer la enmienda a la totalidad de Vox para saber que hay también, ademas de la lógica nacional, algunas discrepancias de fondo con el contenido de las cuentas, sobre todo en materia de memoria histórica y de igualdad.
A los conservadores les preocupa que el rechazo a sus cuentas lanzaría un mensaje muy negativo a inversores, mercados y otros interesados en hacer negocios en Andalucía y dejaría en una situación muy compleja al presidente Juanma Moreno. A pesar de la ficción de la púrpura, la cruda realidad quedaría al desnudo: su proyecto está en manos de una fuerza de ultraderecha que no cree en las autonomías. A las primeras de cambio, su apuesta se vería seriamente dañada por el torpedo de Vox.
“La enmienda a la totalidad no está justificada. No hay argumentos para una propuesta de esa índole tan radical, que les equipara a PSOE y Adelante”, dijo Nieto, deslizando el adjetivo radical, aunque justo después añadiera la coletilla: “por supuesto, respetamos” las decisiones de cada partido y su autonomía. El Gobierno sigue trabajando para resucitar unas cuentas que hoy están muertas.
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