BERLÍN
"Lo que quiero decir en nombre del Gobierno es que vamos a continuar nuestro trabajo con toda seriedad”. La anunciada comparecencia del pasado domingo de Angela Merkel apenas duró unos minutos. La canciller alemana, calmada y escueta como de costumbre, quiso dejar claro que no iba a haber cambios en el Ejecutivo. No importaba que la presión sobre su socio de Gobierno fuera tan grande como para que la líder tuviera que anunciar su retirada. No importaba que solo unos días antes los partidos de la Gran Coalición que ella dirige hubiesen sufrido sendas y sonoras derrotas en las urnas.
Merkel, en su cuarta legislatura como canciller, aplazaba así la enésima crisis de Gobierno. Alemania hace tiempo que dejó atrás la estabilidad política que caracterizó al país durante los años más duros de la crisis económica. Y la resaca electoral de las elecciones europeas todavía se siente en los pasillos de poder berlineses.
La Unión Democristiana (CDU) de Merkel y sus socios conservadores de Baviera (CSU), perdieron casi un 6’5% de votos en comparación con las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Pero sus malos resultados fueron casi un motivo de alivio si se compara con la debacle que sufrieron los socialdemócratas del SPD.
El SPD, ante la irrelevancia política
El partido más antiguo de Alemania se dejó el 11,5% de los votos por el camino y cosechó el peor resultado de su historia a escala federal. El descalabro ha sido tan estrepitoso que la líder del partido, Andrea Nahles, que apenas llevaba poco más de un año en el cargo, se ha visto obligada a dimitir.
Las juventudes del partido ya intentaron frenar la reedición de la Gran Coalición. Sin éxito. Ahora muchas de esas voces quieren poner encima de la mesa la posibilidad de abandonar el Gobierno y que el partido refuerce así su perfil propio antes de que sea demasiado tarde. La pregunta sobre qué políticas defiende en realidad el SPD han vuelto a sonar con fuerza tras la renuncia de Nahles.
“Si en los próximos meses no somos capaces de introducir en el Gobierno nuestras ideas, lo siento, pero tendremos que salirnos”, declaraba recientemente la diputada Elisabeth Kaiser, de 31 años.
Aunque realmente ese no es el problema más acuciante del SPD. Su primer reto es, sin duda, encontrar un nuevo líder. Hasta el momento nadie ha dado el paso al frente de anunciar su candidatura. Los miembros del partido saben que asumir el liderazgo del partido es casi una misión suicida, sobre todo con tres comicios regionales en los próximos meses en Estados federados del este, donde se espera que los socialdemócratas sufran otra vez derrotas estrepitosas (unos comicios, por cierto, en los que la ultraderechista Alternativa para Alemania - AfD- podría convertirse en fuerza más votada).
Por el momento, al frente del SPD se ha creado una gestora dirigida por tres personas. Se espera que el partido vote a su líder el próximo septiembre. De quién salga finalmente elegido dependerá si la Gran Coalición se mantiene. Abandonar el Gobierno puede sonar tentador para algunos, pero conlleva el riesgo de que se fuerce la convocatoria de elecciones generales anticipadas. Y ningún socialista alemán en su sano juicio puede desear volver a las urnas en estos momentos.
La última encuesta publicada hasta el momento, de la cadena pública ZDF, otorga al SPD todavía menos apoyo del recibido en las últimas elecciones europeas: un mísero 13%. Es el mismo porcentaje que obtendría la ultraderecha de la AFD. En cambio, los Verdes se consolidan como segunda fuerza más votada, con el 26%, a muy escasa distancia de los conservadores de Merkel (27%). No es la primera encuesta que indica este vuelco histórico en el tablero político alemán.
Incertidumbre en la CDU
Es por ese motivo que en el partido de la canciller tampoco desean la convocatoria de nuevas elecciones. Con la ultraderecha estancada en los sondeos desde hace meses alrededor del 13%, los conservadores ahora temen la fuga de votantes en dirección al partido ecologista-liberal de los Verdes.
Los conservadores alemanes nunca han sido una organización que arrastrara masas de jóvenes a las urnas. Pero ese problema estructural empeora cada vez más, sobre todo con el crecimiento desbocado de los Verdes en los sondeos tras su extraordinario resultado en las europeas.
Poco antes de las elecciones europeas, un youtuber de pelo azul publicó un vídeo titulado “La destrucción de la CDU”. El joven, que normalmente acostumbra a hacer vídeos sobre música o comedia, no solo repartía estopa a los conservadores, sino que también decía que no se debería votar ni a socialdemócratas ni a ultraderechistas. El vídeo, de casi una hora de duración, tiene 14 millones de reproducciones.
La CDU entró en pánico por la influencia que el youtuber pudiese ejercer sobre los votantes más jóvenes. Y a Annegret-Kramp Karrenbauer, la sucesora de Angela Merkel al frente del partido y, por tanto, la persona mejor situada en todo país para convertirse en la próxima mandataria, no se le ocurrió mejor manera de encarar el debate que planteando la posibilidad de “regular” lo que se publica en Youtube durante las campañas electorales. Las críticas y acusaciones de que Kramp Karrenbauer había sugerido emplear la “censura” no tardaron en arreciar.
Este no es el primer traspiés de AKK, como se la denomina en la prensa alemana, desde que llegó a la presidencia de la CDU el pasado mes de diciembre, algo que ya empieza a tener consecuencias. Una reciente encuesta de la empresa demoscópica Forsa revelaba que el 70% de los alemanes no ve a AKK como una persona adecuada para ocupar la Cancillería. Poco antes, la agencia Bloomberg publicaba, citando fuentes cercanas a Merkel, que la actual mandataria había perdido la confianza en su delfín.
Incluso los poderes económicos le dan la espalda a la Gran Coalición. Dieter Kempf, presidente de la Federación de la Industria Alemana (BDI por sus siglas en alemán) cargó este martes duramente contra el Ejecutivo de Merkel. “El Gobierno ha dilapidado gran parte de la confianza que le había sido otorgada”, aseguró Kempf durante el congreso anual de la BDI en Berlín, en un acto en el que también se encontraba la propia Merkel. "La Coalición ha perdido el apoyo de numerosas personas, incluyendo la esfera económica y las generaciones más jóvenes”.
Las elecciones europeas han sido un nuevo varapalo a la Gran Coalición, que se encuentra si cabe más perdida en su travesía por el desierto que está siendo esta legislatura. Las elecciones regionales de septiembre y octubre en Sajonia, Brandeburgo y Turingia podrían ser la estocada final.
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