A coruña
Alberto Núñez Feijóo no ganó sus primeras elecciones en el 2009, como dice Wikipedia. Años antes de que el presidente de la Xunta de Galicia se construyese esa imagen de gestor de derechas moderado y bien parecido que le ha llevado a la presidencia del principal partido de la oposición, tuvo un pasado reivindicativo y de exitosa lucha sindical que muchos funcionarios compañeros de carrera recuerdan ahora con regocijo.
Recién contratado como interino en la Xunta tras terminar la carrera de Derecho, Feijóo convocaba huelgas, se manifestaba con pancartas frente al Parlamento de Galicia e incluso llegó a asaltar el despacho de un alto cargo junto a su amigo Carlos Negreira, también abogado y que con el tiempo llegaría a ser alcalde de A Coruña por el PP.
"Al principio era un sindicalista como todos nosotros, reivindicativo y cañero, pero en cuanto empezaron a llamarle a los despachos fue cambiando", cuenta a Público Xan Carlos Ansía, delegado de la Confederación Intersindical Galega (CIG) en la Administración pública gallega y quien compartió con Feijóo aquellas luchas. "Tanto a Negreira como a él empezaron a gustarles las moquetas y se dieron cuenta de que le resultaba más rentable arrimarse al poder".
Ansía es el autor de un boletín sindical del año 2012 en el que relata que Feijóo, aquel pequeño nacido en Os Peares "que no salía a jugar con los otros niños de la aldea porque había que estudiar y que se pasó interno en los Maristas de León de los diez a los catorce años", antes de iniciar su carrera política "tuvo inquietudes sindicales".
En 1988, tres años después de acceder como interino a los servicios jurídicos de la Xunta, Feijóo encabezó la candidatura de la Asociación de Funcionarios Interinos e Contratados Administrativos (Afica). Ganó las elecciones sindicales de ese año, y fue elegido delegado de personal en los servicios centrales de San Caetano. Mantuvo ese puesto hasta que José Manuel Romay Beccaría, ex ministro de Sanidad, le nombró secretario general técnico de la Consellería de Agricultura.
"El punto álgido de la etapa sindicalista de Feijóo supuso todo un desafío al Gobierno de la Xunta de entonces", el tripartito presidido por el socialista Fernando González Laxe. Afica, con Feijóo y Negreira al frente, convocó una huelga y un encierro en San Caetano cuya reivindicación principal era la estabilidad laboral para el personal interino. "Fue en aquel encierro, la víspera de la aprobación de la Ley de la Función Pública de Galicia en el Parlamento el 10 de mayo, cuando Feijóo y Negreira durmieron sobre una moqueta".
"En realidad, tanto Feijóo como Negreira eran ya unos trepas. Nosotros exigíamos mejoras sociales y laborales que ellos apoyaban porque lo que buscaban era acceder a la carrera de funcionarios, pero no por que les interesaran lo más mínimo aquellas reivindicaciones", cuenta Ansía.
"Muchos años después, cuando ya era presidente de Correos, Feijóo vino a una visita oficial a San Caetano un día en el que habíamos convocado una concentración de la CIG. Me vio con la pancarta, se acercó y me dijo: `Pero, ¿aún seguís aquí con las pancartas?’ Ellos sólo cogían la pancarta cuando les convenía".
A pesar de que ya tenía un trabajo como interino en los servicios jurídicos de la Xunta, Feijóo seguía haciendo en Santiago vida de estudiante y compartiendo piso con otras dos o tres personas, según quienes compartieron con él aquella época en la sede de la Xunta.
Otro compañero jurista que entró de interino con él en la misma época recuerda que el ahora presidente del PP no tenía una situación financiera "nada boyante". "Debíamos cobrar unas 140.000 pesetas al mes [unos 841euros de la actualidad, que serían 2.700 actualizando la renta de acuerdo al crecimiento del coste de la vida desde entonces]. Era un sueldo muy bueno, pero él tenía que mantener a su familia, porque su padre estaba en el paro y su hermana también estaba estudiando", asegura esa fuente.
Otros compañeros de carrera funcionarial de Feijóo le recuerdan como un tipo austero, "de los que salían poco de noche" y que, cuando lo hacían, "no se tomaba ni una copa. Sólo bebía aguas".
En aquella época las páginas de periódicos como El Correo Gallego y Faro de Vigo publicaban informaciones que recogían las reivindicaciones de los interinos, con Feijóo en fotos en blanco y negro a tres columnas, sentado en las mesas de negociación o departiendo con sus compañeros de sindicato.
En julio de 1989, La Voz de Galicia sacó en portada la amenaza de la Consellería de Presidencia de Laxe de abrir un expediente disciplinario a la junta de personal de la que Feijóo era secretario, por asaltar el despacho del director xeral de la Inspección de Servicios. Fue, eso, sí, sin "violencia alguna", dice el diario.
Por cierto, que Carlos Negreira, antes de que Feijóo le propusiera ser alcalde de A Coruña en el 2011, prestó servicios durante años en el departamento jurídico de la empresa que edita ese periódico.
Los años sindicalistas de Feijóo duraron poco. De la Consellería de Agricultura pasó a secretario xeral de la de Sanidade, también con Romay, y de ahí a las fotos con Marcial Dorado, el narco a cuyas gasolineras el departamento de ambos empezó esos mismos años a comprarles el combustible para las ambulancias y para la calefacción de los hospitales públicos de la comunidad.
Después llegó su etapa madrileña como número dos del ministerio de Romay y presidente de Correos, en la que incluso se pudo ver a Feijóo faranduleando con la jet-set. Una noche hasta le sacaron una foto posando junto a Isabel Preysler en la presentación del libro Un divorcio elegante. Por cierto, que se sepa él nunca se ha divorciado ni casado, aunque se le conocen varias parejas previas a la actual, con la que tiene un hijo.
Feijóo volvió a Galicia en el 2004, y a partir de ahí pareció olvidarse de su pasado sindical. La Xunta empezó a multiplicar sus contratos con Eulen, la empresa de limpieza y seguridad de la que su hermana era apoderada, sobre todo a partir del 2009, cuando él ganó las elecciones autonómicas. Serían las primeras si no se cuentan aquellas sindicales de 1988.
Desde entonces, según contaba la CIG hace diez años, Feijóo también olvidó su pasado reivindicativo: "En la Ley de Medidas no Emprego Público promovida por Feijóo hay un ataque brutal contra el colectivo interino, al que se prevé reducir un tercio de su horario y de su salario. Consecuentemente, se puede entrever un cierto complejo por su anterior condición de interino y una actitud de desprecio hacia este colectivo".
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