madrid
En el fondo, los demócratas españoles tenemos más suerte de la que creemos tras la entrada de 52 diputados de Vox en el Congreso (fruto de una infame repetición electoral que la Historia siempre recordará) y sus alianzas con varios ejecutivos autonómicos y locales, como los de Andalucía o Madrid.
Con todo, digo, tenemos suerte; y tenemos una oportunidad de aprovechar esta coyuntura en el neofascismo patrio para demostrar y mostrar su miseria, cuyos métodos, si no tuvieran tan nefastas consecuencias e incidencia en la política y las sociedades, solo serían munición para humoristas. Hoy lo son para humoristas (desde Trump con la lejía hasta Abascal con el pimentón) y para la prensa demócrata, que no nos cansamos de denunciar sus mentiras, manipulaciones y crueldad en sus ataques a los/as que o no son de su calaña o son migrantes pobres, homosexuales o feministas, entre otros demasiados.
Hasta la entrada de Vox en los poderes legislativos y algunos gobiernos municipales, la ultraderecha ya se había infiltrado en buena parte del Estado postfranquista. O, mejor dicho, al Estado le venía de serie la ultraderecha desde la dictadura, y el ejemplo más conocido está en los poderes judicial y eclesiástico, aunque todo aquello que abarca lo que era el departamento de Obras Públicas (gestión de las infraestructuras del Estado) tampoco le va a la zaga.
En realidad, y aunque la mayoría del pensamiento de extrema derecha (franquismo, Opus Dei, neocatecumenales, ultracatólicos de todo pelaje,...) se concentra en estos sectores, está ampliamente contrastado que si España no ha podido avanzar más en derechos y libertades ha sido siempre por la resistencia férrea de esta estructura heredada del franquismo y bien protegida por los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE y PP tras los pactos de la Transición.
”Ciudadano Francisco”
Hasta la llegada de Vox, no obstante, las expresiones públicas del franquismo postFranco, aunque siempre ruidosas, se habían limitado al golpe de Estado en 1981, hoy convertido casi en caricatura, o a algunas proclamas de quienes (militares o civiles) menos poder han ostentado y se han limitado a ejercer de sicarios o peleles de los que realmente lo encarnan y trabajan intensa y discretamente para que no se toquen sus privilegios oligarcas, sea en la monarquía, las grandes patronales, la alta magistratura o en la Conferencia Episcopal. Cuando algún movimiento hace peligrar esas prebendas (llámense 15-M, nacionalismo catalán, mareas de lucha por los servicios públicos, Podemos o feminismo), los demócratas confirmamos que estos elegidos siguen activos y lo demuestran con la virulencia de su reacción contra la disidencia. A más potente ésta, más dura es la respuesta.
La llegada de la ultraderecha nacionalista a las instituciones en 2018 (Andalucía) y en 2019 (Madrid o Murcia, pero sobre todo al Congreso con 52 diputados) ha ido cambiando las formas e incluso, el fondo, pues a la derecha nacionalista española, postfranquista y católica, se han ido sumando nuevas aportaciones de carácter ultracatólico y/o neoliberal que, en algunos casos, colisionan con la oligarquía postfranquista asentada en las citadas instituciones. De la misma forma, y porque no se trata de un fenómeno aislado de España, ocurre en el plano internacional, donde corrientes ultramontanas llegadas de América (México y EE.UU., sobre todo) están sacudiendo al Vaticano por su desacuerdo con las medidas aperturistas del Papa Francisco, particularmente durante esta emergencia sanitaria, y ahondando la brecha ya existente entre cardenales más o menos conservadores.
El Pontífice incluso se ha mostrado partidario de una renta mínima como la trabajada por Unidas Podemos en el seno del Gobierno. Lo de que Abascal se dirigiera a Bergoglio poco después como "ciudadano Francisco" y en un tono despectivo no es casualidad ni ocurrencia y tiene que ver con el carácter neoliberal de esas otras corrientes que confluyen en Vox junto a las tradicionales del franquismo. El presidente de Vox sabe perfectamente a quién no puede defraudar en primer lugar.
Los favores del yunque
El partido ultraderechista debe mucho de su éxito a varios movimientos neofascistas, muy bien financiados y cuyo objetivo último es el de utilizar las herramientas democráticas del sistema para alcanzar el poder e imponer sus leyes antidemocráticas. Vox no habría sido nada, por ejemplo, sin el apoyo de Hazte Oír (hoy integrada en CitizenGo, de carácter europeo), a cuyo presidente, Ignacio Arsuaga, sobrino de Rodrigo Rato e íntimo de Abascal, varias fuentes acreditadas lo consideran miembro de la sociedad secreta, paramilitar y ultracatólica El Yunque (Puebla, México, 1955). Él siempre lo ha negado, como El Yunque indica a sus integrantes que deben hacer cuando les preguntan.
“Vox debe mucho de su éxito a varios movimientos neofascistas internacionales, muy bien financiados y cuyo objetivo único es alcanzar el poder y hacer las leyes”
El libro El Yunque en España. La sociedad secreta que divide a los católicos, de Santiago Mata (Ed. Amanecer) recoge mucha información sobre este grupo ultracatólico, que se habría afianzado desde la llegada de Vox a las instituciones e, incluso, provocado divisiones y denuncias públicas. Otros libros del periodista mexicano Álvaro Delgado, como El Yunque: la ultraderecha en el poder, cuentan asimismo cómo la sociedad ultracatólica se infiltró eficazmente y gobernó México a través del Partido de Acción Nacional (PAN). Hay más, mucha documentación, pronunciamientos públicos (obispos incluidos) e Historia sobre este grupo considerado por expertos "más que una secta" a uno y otro lado del Atlántico.
Quien fuera señalado en varios medios como líder de El Yunque en España, Eduardo Hertfelder de Aldecoa, es el presidente del Instituto de Política Familiar (IPF), muy activo en su defensa de los postulados de Vox para las elecciones de 2019 sobre la concepción católica de familia, la derogación de las leyes de género o la tibieza del Gobierno de Rajoy con políticas como el aborto. Su propio hijo, Pablo Hertfelder, presidente de la asociación Jóvenes Pro-Familia, denunció en 2018 que "El Yunque es una realidad y no hace ningún bien a la sociedad".
Más allá de declaraciones, no obstante, ya en mayo de 2014, una sentencia judicial dio por "acreditada" la relación de miembros de Hazte Oír con El Yunque y algunos testigos, exmiembros de la sociedad de origen mexicano, contaron a la juez López Castrillo los oscuros métodos de este colectivo, cuya existencia en España a través de sociedades pantalla (Hazte Oír-CitizenGo, Derecho a Vivir, Enraizados, Instituto de Política Familiar, Profesionales por la Ética, Abogados Cristianos y otras de carácter ultracatólico) también ha dividido a la Conferencia Episcopal.
“En mayo de 2014, una sentencia judicial dio por “acreditada” la relación de miembros de Hazte Oír con El Yunque”
Una parte de los obispos han renegado incluso públicamente de El Yunque y sus sociedades pantalla en España por muchos valores católicos que digan representar, aunque no hay que obviar que la Constitución Española (art. 22) y el Código Penal (515) prohíben las asociaciones secretas y/o de carácter paramilitar. La pura lógica, además, sostienen católicos contrarios a los postulados de Vox y Hazte Oír, impide apoyar una presunta doctrina cristiana donde los migrantes, por ejemplo, son objeto de rechazo. También algunas asociaciones llamadas provida o profamilia denunciaron hace dos años ante la Conferencia Episcopal a la Organización/Asociación del Bien Común, nombre que El Yunque se atribuyó en España (aunque la Organización nunca estuvo activa) como tapadera, explicaron, tras pedírselo el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Rouco Varela, alertado por el secretismo de El Yunque.
Hazte Oír no es, sin embargo, la única vinculación que se atribuye a Vox con El Yunque. En mayo de 2019, La Marea y El Mundo se hicieron eco de un informe de Avaaz (organización de activismo ciudadano de EE.UU. con 44 millones de miembros) donde se probaba documentalmente que aquel mitin de Abascal en la antigua discoteca Pachá de Madrid convocada por Cañas por España fue, además de una visible demostración de fuerza electoral para Vox, una tapadera de reclutamiento de jóvenes para El Yunque, que ya se venía desarrollando entre 2011 y 2014, según Avaaz. Los responsables de Cañas por España, José Manuel Menéndez y Santiago Ribas, pertenecen a Vox y fueron candidatos en sus listas electorales.
La financiación de todas estas sociedades es un misterio, aunque sus integrantes estén muy implicados y participen con cuotas cuya suma no explicaría acciones tan costosas, por ejemplo, como la del recorrido del autobús naranja de Hazte Oír contra los transexuales, que llegó a través de su marca internacional, CitizenGO, a varias localidades estadounidenses, entre ellas, Nueva York. Allí, Arsuaga se reunió con Bryan Brown, presidente de la Organización Internacional de la Familia (National Organization for Marriage), conocida por sus ataques a los homosexuales y vinculada a la Casa Blanca a través de Kellyanne Conway, que perteneció a NOM y hoy es consejera de Trump tras dirigir la campaña del presidente de EEUU en 2016.
¿Quién manda aquí?
La ultraderecha en España no es solo Vox, independientemente de que éste intente aglutinar todas las corrientes ultracatólicas y neoliberales de carácter conservador español y origen internacional. Además, los de Abascal no tienen claro aún que hacer con la Unión Europea: no se manifiestan abiertamente antieuropeístas, pero, en su búsqueda de aliados con renombre, simpatizan con los métodos nacionalistas muy críticos con la UE de partidos y líderes de este corte ideológico, como Salvini en Italia, Le Pen en Francia o Johnson en Reino Unido.
Tumbar al gobierno “socialista-comunista”
Vox solo es la punta del iceberg y una de las herramientas de un poder neofascista autoritario que pretende controlar todas las instituciones y que, hasta 2019, no había podido llegar al Legislativo ni al Ejecutivo. Alcanzado el Congreso con 52 escaños, la extrema derecha ha intensificado sus cuestionables y presuntamente delictivos métodos (varios denunciados e investigados) desde la base social y asociacionista que la ampara. Se sirven de todo: presuntos periodistas que jalean sus actos ultras, bulos que incluyen culpar al Gobierno de asesinatos masivos con la epidemia de coronavirus, linchamientos digitales a diario contra quienes los denuncian o critican,...
“Hoy, el problema de la ultraderecha en España es que carece de un liderazgo fuerte para aglutinar a una gran diversidad de entes de pensamiento único a codazos entre sí”
Hoy, el problema de la ultraderecha en España es que carece de liderazgo para aglutinar a una gran diversidad de entes de pensamiento único a codazos entre sí. Creen todos ellos/as que tienen una oportunidad clara de tumbar al Gobierno gracias a la emergencia sanitaria y hacerse con el poder donde les falta penetrar, el Ejecutivo, además, con la inestimable ayuda del PP, echado al monte en su competición con Vox por ver quién es más radical. Ya no se les distingue apenas. Sin embargo, ni el líder del PP ni el de Vox suscitan entusiasmo, sobre todo, entre esa aristocracia ultraderechista (con títulos nobiliarios y sin ellos, muy bregada y con varias generaciones de intolerancia a sus espaldas) que lleva décadas cómodamente instalada en su forma única de concebir las sociedades: ultraconservadora, católica, inmutable, machista, desigual e intocable.
Pablo Casado y Santiago Abascal pueden llevarse por delante la mejor oportunidad que ha tenido la ultraderecha de reinstalarse en el Gobierno de España tras el franquismo. Tienen el mensaje del miedo, sea miedo a la pandemia y a la crisis económica y social que ya tenemos encima o miedo al "comunismo y al socialismo" autoritarios que identifican con Unidas Podemos y el PSOE; la apropiación de libertades, que es su libertad (si no estás conmigo, me estás censurando), y de los derechos (derecho a ser lo que te dicen que seas), y la mentira, no por burda y obvia menos efectiva gracias al poder de difusión de las redes sociales y al apoyo o ausencia de denuncia de medios de comunicación.
“En el PP y Vox ya se trabaja con la convicción de que el gasto público del Gobierno en esta crisis culminará con la intervención de la troika y un adelanto electoral en 2021”
El respaldo de Vox en las encuestas se ha estancado y el PP no termina de recuperarse, pese a la ofensiva brutal de ambos contra un Gobierno débil cuantitativamente y cualitativamente dentro del resto del Estado. A estas alturas, no obstante, pocas dudas existen de que, si gobernaran PP y Vox, lo harían el uno con el otro o el otro con el uno. Entre sus adeptos se extiende la convicción de que el gasto público del Ejecutivo en esta crisis culminará sí o sí con la intervención de la economía española por parte de la troika (FMI, BCE y Comisión Europea) en otoño/invierno y un adelanto electoral en 2021.
Fuentes de peso y raigambre ultraconservador, sin embargo, descartan a Abascal como candidato; prácticamente también a Casado, aunque apartar a éste resulte más complicado por el funcionamiento interno de un partido de estructura considerable todavía. Peccata minuta, en todo caso. No aclaran si su sentencia sobre la defenestración de Casado y Abascal responde más a un deseo, a la convicción de que con ellos, la ultraderecha patria no volverá a mandar nunca o a acciones que ya están en marcha, como la práctica desaparición del presidente de Vox fuera de las redes sociales durante esta crisis: "No da la talla", aunque tampoco quieran explicar comparado con quién.
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