Barcelona
Actualizado:Barcelona es una sociedad plural. Y lo es socialmente, pero cada vez más también políticamente. Pese a los intentos de volver a una polarización de dos actores políticos como han intentado la actual alcaldesa, Ada Colau, y el exalcalde convergente, Xavier Trias, la realidad es que estas elecciones municipales del 28 de mayo están marcadas por una mayor fragmentación de los aspirantes en la alcaldía con hasta cuatro opciones. Un escenario que hará imprescindibles los pactos entre dos o incluso tres fuerzas políticas.
Lejos de la polarización entre derechas e izquierdas de València, o de las mayorías absolutas, o casi, del PP en Madrid, Barcelona se mantiene como la ciudad del Estado con mayor incertidumbre y diversidad de escenarios postelectorales. Donde no se puede descartar apenas nada.
Con Colau como probable ganadora, pero sin descartar que Jaume Collboni, Trias, o incluso Maragall -si se diera una incierta remontada final- puedan optar a la primera posición. Y en el que, a pesar de que Colau acabe confirmando la victoria, es posible que pactos como el de la sociovergencia entre el PSC y Junts puedan hacer peligrar la alcaldía para la líder de los comuns.
Barcelona se juega de esta forma el modelo de ciudad en las próximas elecciones municipales del 28M. Ámbitos como el turismo, la seguridad, la limpieza, la vivienda, la economía o el urbanismo están centrando el debate sobre qué tipo de ciudad debe ser Barcelona y hacia dónde va.
Así, en una carrera ajustada entre Ada Colau (BComú), Jaume Collboni (PSC), Xavier Trias (Junts) y Ernest Maragall (ERC) serán clave los pactos que se articulen. Y algunas del resto de fuerzas minoritarias también pueden tener la sartén por el mango condicionando esos posibles pactos.
Especialmente el PP, a la espera de saber si el resto de la derecha españolista de Ciudadanos, Vox y Valents, además de la CUP en el otro extremo del arco político, entran o quedan fuera del consistorio como apuntan muchas encuestas.
Un aspecto que depende del tope del 5%, difícil de conseguir para muchos partidos especialmente si sube la participación, pero que de darse -con Vox como candidato a dar la sorpresa y colarse por primera vez en el consistorio- puede reconfigurar de forma decisiva el plenario fragmentándolo aún más.
Colau y Collboni, socios de Gobierno y adversarios a muerte
Los resultados electorales marcarán, pues, si consolidan un tercer y último mandato de Colau o dan por superada su etapa después de ocho años capitaneando el consistorio. La paradoja es que, a pesar de haber gobernado buena parte de este tiempo con el PSC -todo el actual mandato y una parte del primero, hasta que el pacto se rompió a causa del procés-, la principal incógnita política de Barcelona no es si esta fórmula de coalición comuns-PSC es reeditable aritméticamente, sino si los socios querrán repetir, especialmente por parte de los socialistas.
La demoscopia indica que en la coalición tanto Barcelona en Comú como el PSC no saldrán desgastados, más bien reforzados. Hasta el punto de que la pugna por la victoria puede estar entre Colau y Collboni, como certifican las últimas encuestas.
Pero la divergencia de intereses puede conducir a los socialistas a romper la colaboración con los comuns de los mandatos anteriores y que, de hecho, se remonta a décadas atrás, si tenemos en cuenta a los gobiernos compartidos por el PSC e ICV, que han marcado claramente la capital catalana.
Entre los principales motivos del posible divorcio entre Colau y Collboni está la pugna por el liderazgo del Ayuntamiento
Con la posibilidad de que, por primera vez en la historia, el PSC y los exconvergentes de Xavier Trias formulen un gobierno conjunto en Barcelona reflejado en el que estos cuatro años ya ha funcionado, "como un reloj", aseguran fuentes de ambas partes, en la Diputación de Barcelona.
Entre los principales motivos de este posible divorcio entre Colau y Collboni -que dejó la primera tenencia de alcaldía a unos pocos meses de las elecciones, aunque el PSC continúa en el Gobierno municipal- está la pugna por el liderazgo del Ayuntamiento, cada vez más disputada. Con un PSC al alza como principal aspirante a superar a la alcaldesa.
Sánchez y Feijóo marcarán la política de pactos
La política estatal también ejerce una presión considerable y ésta será uno de los factores que puede forzar a Collboni a disputar la alcaldía a Colau, aunque la candidata de Barcelona en Comú gane. Sobre todo si el alcaldable socialista queda en segunda posición como apunta, por ejemplo, la encuesta del CIS.
Con unas elecciones generales a seis meses vista o menos, las aspiraciones de Pedro Sánchez de conseguir unos resultados que le permitan renovar en La Moncloa tienen dos plataformas esenciales de salida en la actual contienda electoral.
La alcaldía de Barcelona y la presidencia de la Generalitat valenciana serán determinantes en la valoración sobre la fortaleza de los socialistas
La alcaldía de Barcelona y la presidencia de la Generalitat valenciana serán determinantes en la valoración sobre la fortaleza de los socialistas para afrontar las generales, dada la debilidad del PSOE en Madrid y tras la pérdida del feudo histórico de Andalucía en favor del PP. Un hecho que determinará que Collboni vaya a por todas a por la alcaldía, de entrada con la victoria, pero sin descartar conseguirla con pactos mediante la sociovergencia si los socialistas quedaran segundos detrás de Colau.
Otra cosa es que si PSC y Junts no suman será necesario el concurso de un tercer actor que podría ser el PP. Y aquí entra también en juego la presión de las generales. Porque a pesar de que el candidato del PP en Barcelona, Daniel Sirera, ya ha fijado como objetivo prioritario desalojar a Colau de la alcaldía y no ha rechazado hacer alcalde a Trias o a Collboni, será Alberto Núñez Feijóo quien decida si entregar la capital catalana a los socialistas es una buena o mala operación en su carrera por la presidencia del Gobierno.
Collboni, otros factores para el desmarque del PSC respecto a Colau
En segundo lugar, influye que pese a gobernar dos mandatos juntos, PSC y Barcelona en Comú tienen dos modelos de ciudad muy distintos, con los socialistas muy conectados con los intereses de determinados poderes fácticos de la ciudad que al mismo tiempo también han impulsado la candidatura de Trias. Poderes fácticos que están duramente enfrentados con Colau y que tienen que ver con intereses de sectores como el inmobiliario, automoción y turismo, entre otros.
Entre las principales diferencias entre los dos socios de Gobierno está la ampliación del Aeropuerto de El Prat, las superilles o el turismo. Las divergencias en este último ámbito, por ejemplo, han podido verse con las reiteradas peticiones de Colau para que se limiten los cruceros, una idea que el PSC no comparte.
Entre las principales diferencias entre los socios de gobierno está la ampliación del Aeropuerto de El Prat, las 'superilles' o el turismo
Y, finalmente, no puede perderse de vista que el crecimiento del PSC proviene de la absorción de votantes de Ciudadanos, lo que aleja la base electoral socialista de unos comuns con políticas de izquierdas y partidarios del derecho a la autodeterminación para Catalunya.
Mientras que, si bien es cierto que Xavier Trias pertenece a Junts -partido independentista de Laura Borràs y Carles Puigdemont-, el candidato ya ha dejado claro que el proyecto independentista queda aparcado en cuanto a su candidatura y que se reserva el derecho a decidir personalmente la política de alianzas después de las elecciones.
En cambio, sí estaría en sintonía con el PSC en temas como la ampliación del aeropuerto o los cruceros.
Colau, voto consolidado, pero reacciones muy contrarias
De los cuatro principales aspirantes, Ada Colau ha demostrado su fortaleza electoral, pero también una amplia capacidad de generar anticuerpos a su persona y políticas. Su nicho de votantes parece bastante consolidado, pero se sitúa entre los 10 y los 11 concejales de los 41 que tiene el consistorio barcelonés –solo el CIS le da una horquilla de hasta 13-.
Y, además, ha crecido una importante corriente anti-Colau que habrá que ver cómo se reparte entre los distintos partidos opositores. Trias es quien más claramente apela a este voto anti-Colau -al margen de los partidos de la derecha españolista como PP, Ciudadanos, Valents o Vox, con poca capacidad de aglutinar mayorías-, pero incluso el socio de Gobierno municipal socialista intenta captar en esta campaña a parte de este electorado.
Colau ha logrado centrar la legislatura en sus políticas bandera como la conexión del tranvía, el dentista municipal o las superilles, entre otros.
Los puntos débiles de Colau están en los resultados ajustados en vivienda y en que fue alcaldesa con los votos de la formación de Manuel Valls
Sus puntos débiles están en los resultados ajustados en materia de vivienda y en que fue investida alcaldesa gracias a los votos de la formación de Manuel Valls -ahora Valents, en posiciones de derecha extrema-, cerrando el paso a Ernest Maragall de ERC, pese a ser el ganador de las elecciones en el 2019. Esto todavía le pasa factura ahora, ya que muchos le reprochan que aceptara los votos de Valls.
A pesar de este inicio de Gobierno no exento de polémica, la etapa 2019-2023 ha estado marcada por la estabilidad. La coalición de Gobierno entre BComú y el PSC -pese al desmarque actual de Collboni- ha logrado cerrar filas y aprobar los cuatro presupuestos del mandato.
Año tras año, los apoyos de la oposición para aprobar las cuentas anuales han sido menores pero gracias a la posición de ERC, con quien el Gobierno ha pactado varias políticas, han obtenido siempre luz verde.
Además, al Gobierno de Barcelona los vientos le han soplado a favor desde Madrid, donde la coalición entre el PSOE y Unidas Podemos en el Ejecutivo español han permitido empezar una nueva etapa en las relaciones mutuas.
Trias, echar a Colau o volver al pasado
Por su parte, uno de los actores que sin lugar a dudas ha removido en la recta final del mandato el tablero de las elecciones municipales es la vuelta a la política del exalcalde convergente, Xavier Trias. El grupo municipal de JxCat vivió un punto de inflexión con la marcha de Elsa Artadi, que en mayo de 2022, justo hace un año, anunciaba entre lágrimas que abandonaba la política activa porque no se sentía con fuerzas para continuar.
Trias ha hecho la apuesta de una candidatura muy personalista, escondiendo las siglas de Junts y su vinculación con el independentismo, en un intento de aglutinar el voto de centro derecha anti-Colau.
Una operación similar a la que protagonizó Manuel Valls con Barcelona pel Canvi y Ciudadanos hace cuatro años con gran fracaso, pero que ahora cuenta con un candidato mucho más potente y consolidado como es Xavier Trias, que a diferencia de la imagen de paracaidista de Valls es lo que se llama "un señor de Barcelona" muy enraizado a la ciudad y con gran experiencia como concejal y alcalde.
Sin lugar a dudas, la irrupción de Trias ha variado las coordenadas electorales, revitalizado las migradas expectativas electorales de Junts con Artadi, hasta el punto de tener opciones de victoria. Y ha impactado especialmente sobre ERC, recuperando a buena parte del electorado que los republicanos captaron en Barcelona en el 2019 al espacio exconvergente.
Las debilidades de Trias se centran en un posible boicot de última hora del electorado más fervorosamente independentista de Junts
Las debilidades de Trias se centran en un posible boicot de última hora del electorado más fervorosamente independentista de Junts, decepcionado por la nula presencia de ese objetivo en la campaña del candidato. Y, también, el hecho de que una parte del electorado ve con desconfianza el regreso a una etapa de neoliberalismo como el que protagonizó Trias con su alcaldía y en la que se abrió la puerta a un turismo masificado y descontrolado generando graves problemas vecinales.
Habrá que ver qué es lo que pesa más en los posibles votantes de Trias: si el rechazo al regreso a políticas de barra libre en los sectores económicos o la voluntad de echar de la alcaldía a Colau.
Maragall, fuera de foco pero la única opción renovadora
Finalmente, ERC repite la apuesta por Ernest Maragall, que vuelve a hacer tándem con Elisenda Alamany como ya hicieron en el 2019, cuando ERC fue la candidatura más votada, e incorpora a la veterana Ester Capella de número 3.
Superado el trance de no ser investido alcalde después de ganar las últimas municipales, ERC ha hecho una oposición de alternativa, pero constructiva, al Gobierno de BComú y PSC. Con crítica, pero sin ataques frontales.
ERC empezó la campaña con poco gas y remando a contracorriente de la demoscopia, especialmente a partir de la irrupción de Xavier Trias. Pero los dirigentes republicanos no renuncian a la remontada e incluso a una incierta victoria final el 28 de mayo. Y, al contrario, aseguran que serán imprescindibles para formar Gobierno.
Maragall tiene el reto de hacerse un hueco en el podio de salida en esta recta final de la carrera electoral. Le va en contra la polarización generada entre los demás candidatos y de la cual ha quedado excluido, especialmente entre Ada Colau y Xavier Trias.
Esta es una polarización que los dos alcaldables han cultivado en una paradójica colaboración mutua desde la discrepancia, como se pudo observar en la amigable comida de precampaña que ambos protagonizaron.
A su favor, Maragall tiene que ERC es la única fuerza que en Barcelona puede vender renovación a vecinos y vecinas, puesto que no representa la continuidad que transmiten Colau y Collboni ni el regreso al pasado que supone un exalcalde como Trias, o incluso el propio PSC, que es el partido que más años ha ostentado la alcaldía de la ciudad.
Noche electoral de alto voltaje e incertidumbre hasta el 17 de junio
Sea como fuere, la clave en una victoria que se prevé ajustada entre algunos candidatos serán los pactos poselectorales. Los escenarios son diversos y, aparte de la llamada sociovergencia, no se puede descartar un pacto de izquierdas con múltiples configuraciones, bien sea la reedición del Govern entre BComú y PSC, o al revés, o de BComú y ERC –mucho más imposible parece en estos momentos una ecuación que conjugue al PSC y ERC de cualquier forma-. O incluso un acuerdo entre fuerzas independentistas, especialmente si la CUP acaba volviendo al consistorio.
Los escenarios son diversos y, aparte de la sociovergencia, no se puede descartar un pacto entre izquierdas o entre fuerzas independentistas
La entrada o no también de formaciones más pequeñas, como la derecha españolista del PP, Valents, Vox o Cs, puede complicar la aritmética final. Cada voto y cada concejal contará, en una de las batallas más apasionantes de estas elecciones municipales, la de Barcelona. Cómo sumen y cómo lean e interpreten los diversos partidos la voluntad expresada por los barceloneses y barcelonesas será decisivo en la elección de la nueva alcaldía.
En total, están en disputa 41 concejales. En las últimas municipales, ERC y BComú empataron con 10 concejales (a pesar de sacar más votos a ERC), el PSC sacó 8, Barcelona pel Canvi-Cs 6, Junts 5 y PP 2. La noche electoral de hace cuatro años ya fue no apta para cardíacos en Barcelona.
Esta vez también se espera que sea de alto voltaje, pero muy probablemente, más allá de la alegría momentánea del ganador o ganadora, harán falta muchos días de nervios y negociaciones que deparen posibles sorpresas, hasta el día 17 de junio en que veremos quién coge la vara de alcalde o alcaldesa en la capital catalana.
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