Las dimisiones que se han producido en la Consejería de Igualdad, que se ha convertido en territorio comanche, han dado como resultado que el equipo más cercano a la consejera Rocío Ruiz cambiará por completo. Hace unos días dimitía, bien es verdad que, apunta la versión oficial, por enfermedad, la directora del Instituto Andaluz de la Mujer. Esta semana lo hacía el viceconsejero, por discrepancias con la consejera. Y ahora lo ha hecho el jefe de gabinete.

En resumen, en una frase, la columna vertebral de la consejería ha abandonado, por unas razones u otras, a Ruiz apenas seis meses después de haber llegado al puesto. La consejera ha estado más pendiente, desde que tomó posesión, de no molestar a Vox, el socio imprescindible, y de encontrar material para echar por tierra la gestión socialista, que de defender a conciencia los derechos de las mujeres, a lo que está realmente destinado su departamento.

Su errática gestión la ha puesto en el disparadero en alguna ocasión, la más sonada la semana pasada, cuando Ruiz negó la existencia de una brecha salarial en “el empleo público” y tuvo que ser rectificada, eso sí, con mano izquierda, por uno de sus superiores jerárquicos, el consejero de la presidencia, Elías Bendodo.

A pesar de la rectificación, la docilidad de Ruiz frente a Vox le ha sido muy útil hasta ahora al presidente Juanma Moreno. El partido ultra tiene una obsesión antifeminista y la falta de respuesta a las provocaciones y la ausencia de perfil afilado de Ruiz en este terreno le viene como anillo al dedo en términos políticos al Ejecutivo.

En Ciudadanos, según las fuentes consultadas por Público, no andan muy contentos con Ruiz. Por un lado, el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, aunque, como procede, arropó a Ruiz en público -“apoyo incondicional”, “trabajo extraordinario”, “cualificación y profesionalidad”, dijo- es una persona a quien le gusta hacer las cosas con discreción, con eficiencia y sin ruido, y todo este espectáculo le disgusta. Por otro, el partido en Huelva, provincia de la que proviene la consejera, está dividido, lo que provoca más problemas, porque la parte resistente, por así llamarla, a las tesis de Ruiz, opina y reclama su cuota.

Marín, mientras trata de calmar las aguas en una formación a la que el giro esencial hacia la derecha del gran jefe Albert Rivera ha tensionado hasta el tuétano, trató ayer de zanjar el problema de las dimisiones y las enmarcó en la “normalidad”.

"Es más, seguramente habrá muchos más cambios y se puede hablar de muchas más crisis a lo largo de la legislatura, por varios motivos, porque en algunos momentos las personas que desempeñan una función pasan a desempeñar otra donde pueden ser mucho más útiles, o porque existan determinadas circunstancias personales, incluso de salud, que lleven a determinadas personas a dejar el cargo, o porque deciden volver a su trabajo anterior”, dijo, según recoge Europa Press.

Permanente actualización

El propio presidente de la Junta, Juanma Moreno, entró también en el asunto y, en un salto dialéctico, trató de darle la vuelta a la tortilla y. de buscarle el lado positivo. Es “saludable”, dijo, que el Gobierno de la Junta esté en "permanente actualización”, según recoge Europa Press.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, esta es la primera vez en esta legislatura que la oposición logra meter en algún aprieto al Ejecutivo de coalición, presa, en este caso, de sus errores y contradicciones. Tanto PSOE como Adelante Andalucía arremetieron contra la inestabilidad del Ejecutivo y la debilidad de Ciudadanos.

El vicepresidente Marín replicó que los que tienen crisis son precisamente los que están ahora en la oposición y defendió que Andalucía cuenta con un Gobierno “estable". "No hay más estabilidad en España de la que tiene el Gobierno andaluz en estos momentos y para toda la legislatura”, afirmó el vicepresidente.