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Euskadi ha vivido este jueves, 30 de noviembre, una jornada histórica, con una huelga general con distintas movilizaciones por todo el territorio vasco y Navarra, convocadas por el movimiento feminista, que lleva meses gestándose en muchos barrios, pueblos y ciudades del territorio. Las convocantes reivindican un nuevo modelo de cuidados para que las instituciones se hagan cargo de los mismos y destacan que se trata de un sector "feminizado, precarizado y racializado". Para analizar el movimiento feminista vasco y la histórica convocatoria entrevistamos a la filósofa política Jule Goikoetxea.
¿Puede hacerme una breve historia de cómo se ha desarrollado el movimiento feminista vasco, en términos organizativos e ideológicos, que le ha llevado hasta esta huelga general feminista?
En los años 1980 y 1990, el movimiento feminista organizado a nivel nacional surgió de las organizaciones orgánicas de la izquierda, sobre todo de las organizaciones de la Izquierda Abertzale. A partir de ahí, en pleno siglo XXI, el feminismo empezó a organizarse a nivel nacional de forma totalmente autónoma. Ha ganado fuerza como movimiento que no está asociado orgánicamente con ningún partido, sindicato ni ninguna otra organización.
En los últimos 10 a 15 años, el movimiento feminista ha tenido como objetivo marcar la agenda y politizar todos aquellos temas que habían sido condenados al ámbito privado, que son prácticamente todos los temas que afectan a las mujeres. Lo que hizo el movimiento fue poner en marcha largos procesos de socialización y cambio de discurso sobre la violencia machista, la división sexual del trabajo, la sexualidad y el trabajo no remunerado, que son la base de la huelga general feminista de 2023.
La cuarta ola feminista llegó aquí entre 2013 y 2015, justo después de la gran crisis financiera. En el Estado español el primer boom de esta cuarta ola se produce cuando Alberto Ruiz-Gallardón, exalcalde del Partido Popular en Madrid, propuso reformar la Ley del Aborto. Hubo enormes movilizaciones en el Estado español y también en el País Vasco. En esa época surgieron muchas organizaciones feministas. En este momento son alrededor de 200. Si 2015 fue el pistoletazo de salida, el movimiento de este siglo despegó con la primera huelga feminista internacional el 8 de marzo [Día Internacional de la Mujer] de 2018. Hay un antes y un después de las primeras huelgas.
¿Pero cómo afecta la situación política concreta del País Vasco en esos años al movimiento feminista?
En ese momento en el País Vasco se viven acontecimientos políticamente muy relevantes. El movimiento se expande masivamente justo después del desarme de ETA [en 2011]. De repente, temas que hasta entonces nunca habían tenido un lugar central porque el conflicto político se lo comía todo, empezaron a tenerlo.
En 2014, el movimiento feminista comenzó ya de forma masiva a organizar manifestaciones nocturnas que se celebraban antes de las fiestas anuales de los pueblos, que normalmente son en verano. Nos cubrimos la cabeza con un pasamontañas, como hacía antes ETA, y salimos con fuego, antorchas, tambores y cánticos. El primer lema fue "el miedo va a cambiar de bando".
Desde entonces hasta la primera huelga feminista en 2018, el movimiento feminista introduce su discurso en el propio proceso de la resolución del conflicto armado. Se propuso el lema de "ésta no es nuestra paz". Porque cuando los hombres se matan entre ellos lo llaman guerra o conflicto político y cuando los hombres acuerdan dejar de matarse entre sí se llama paz, pero las mujeres son asesinadas continuamente por los hombres y a eso no lo llamamos conflicto político o guerra. Así que "esta no es nuestra paz".
Tras la primera huelga de 2018 llega la segunda el 8 de marzo de 2019. Toda la organización que requieren estas huelgas repercute en la naturaleza del feminismo vasco y poco a poco el movimiento se va reorganizando y dejando atrás ciertas formas de militancia y organización del siglo XX. En 2019 se celebra el Congreso Nacional de Feministas de Euskal Herria, donde se reunieron 3.000 mujeres, y podemos decir que este es el inicio del feminismo vasco del siglo XXI en términos organizacionales. Ese evento está claramente relacionado con la huelga de 2023.
Luego vendrá la pandemia, y quedará al descubierto todo el trabajo que hacen las mujeres. Porque casi todo lo que los capitalistas consideran necesario para crear plusvalía fue cerrado, mientras que los empleos necesarios para crear vida y bienestar no se pueden detener porque de ellos depende la supervivencia de la humanidad. La gente empieza a darse cuenta de que todos esos trabajos esenciales para sobrevivir los realizan mujeres y empezaremos a llamar a esos trabajos "cuidados" en general. Los cuidados, como todas aquellas tareas que se realizan para la reproducción de la vida, son realizados por mujeres y, por tanto, en condiciones de subalternidad, es decir, o pagan muy poco o no pagan nada.
Entonces, en plena pandemia, se inicia un proceso en todo el movimiento feminista para abordar el tema de los cuidados. Podemos decir que esos tres años del 2020 al 2023 el movimiento ha ido aprendiendo y politizando el tema del cuidado, y así llegamos hasta esta huelga feminista general.
El País Vasco tiene una alta tasa de huelgas, la más alta de Europa, huelgas además largas y con grandes victorias en los últimos años en sectores dominados por mujeres como la atención residencial y la limpieza. Mientras que el número de huelgas de hombres en la CA de Euskadi disminuyó en 2022 en 80.186 días, el número de huelgas de mujeres aumentó en 12.088. Las mujeres constituyen ahora la mayoría (56%) de los participantes en las huelgas. ¿Es esto también parte del trasfondo de esta huelga general feminista?
Totalmente, porque cuando se pasa aquí de un capitalismo industrial a un capitalismo de servicios donde cada vez más mujeres entran al mercado laboral ¿qué pasa? Hay una feminización generalizada de la pobreza. En el tercer sector, que es donde trabajan casi todas las mujeres, estamos viendo la creación de empleos precarios, pero también la degradación de los antiguos empleos que antes eran realizados por hombres. Y esta precarización se hace mediante procesos de privatización que afectan más a las mujeres trabajadoras.
Es por ello que en esta cuarta ola feminista, comenzamos a ver la expansión de un sindicalismo feminista. No sólo aquí, también en Andalucía y otros lugares. ¿Qué quiere decir esto? Que el discurso y las prioridades del sindicalismo empiecen a cambiar y a consolidar un sindicalismo no patriarcal.
Y por otro lado, esto implica una visión anti-colonial, ya que en todo trabajo y especialmente en el trabajo de cuidados, sea residencial o doméstico, el patriarcado se alía con la Ley de Extranjería. Las trabajadoras migrantes entran como empleadas en todo el trabajo tradicionalmente no remunerado que hacen las madres, esposas, etc. y que se ha convertido en el sector más feminizado y precarizado, y al que los sindicatos tradicionalmente no han dado cabida. En respuesta a eso, se desarrolla un sindicalismo feminista autónomo, lo que significa que hay ciertas trabajadoras domésticas, así como trabajadoras sexuales y del primer sector, que crean su propio sindicalismo.
En segundo lugar, los sindicatos mayoritarios más clásicos comienzan a reorganizar la clase trabajadora feminizada, como el sector de atención residencial, y su sindicalismo comienza a cambiar y volverse feminista. El 56% de las huelgas que se hacen en el Estado español se hacen en el País Vasco y las huelgas más largas han sido en los sectores feminizados, no sólo en sector residencial, también en las cadenas textiles minoristas como H&M.
¿Entonces, el feminismo vasco tiene un carácter obrero y anticapitalista?
El feminismo de este país es anticapitalista y anti-colonial no solo porque lo hacen las trabajadoras de este país, incluidas muchas organizaciones de personas migrantes y racializadas, sino porque el marco desde el que se hace está completamente entrelazado con las luchas obreras y sindicales que se han venido dando en las últimas décadas. Ahora bien, no somos complacientes, tenemos mucho que mejorar en lo que refiere a las prácticas racistas, heterosexuales y capitalistas que reproducimos.
Si se toma el discurso del movimiento autónomo desde 2018 hasta hoy, se despliega toda una crítica sistémica de cómo funciona el patriarcado neoliberal: cómo las mujeres se crean precisamente para crear sujetos que trabajan gratis y que crean que lo hacen por amor; una crítica a la familia; y sobre todo una crítica al concepto de trabajo y al concepto de huelga. Sobre cómo se ha relacionado el trabajo con la creación de plusvalía, llamado también trabajo productivo, y cómo todo el trabajo que las mujeres hacen por ser mujeres se llama reproductivo, porque según ciertas teorías económicas no produce valor. Así que criticamos todo, desde la teoría económica, las teorías del valor, las teorías de la reproducción, etc.
Además, defendemos el ecofeminismo, lo que significa que consideramos prioritario transformar cómo se organiza el territorio aquí, cómo se distribuye la tierra y qué relación existe entre el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo y el derecho a decidir sobre nuestro propio territorio. Y, por último, es importante decir que el feminismo autónomo vasco también es mayoritariamente independentista.
Una huelga general feminista no es fácil de organizar. Entiendo que gran parte de la organización se ha basado en asambleas feministas de barrio. ¿Puede explicarnos cómo se ha organizado esta huelga?
Podemos pensar en la organización de la huelga en tres fases.
Primero, como ya he explicado, el proceso de preparación de la huelga comenzó en 2020 de la mano del movimiento feminista autónomo y centrándose en la cuestión de los cuidados.
En la segunda fase comenzamos a trabajar con los sindicatos sobre el concepto de huelga. En enero de 2020 se produjo una huelga general en el País Vasco en torno a una "Carta Social". Esta fue la primera vez que hubo una huelga general donde el tema de los cuidados fue una de las demandas clave y hubo una participación activa del movimiento feminista en esta huelga.
La huelga de este año es diferente de las huelgas feministas anteriores del 8 de marzo de 2018 y 2019, que no fueron "generales". Esta es una huelga general, están convocados todos, desde los del metal hasta los fontaneros, desde las empleadas domésticas hasta las trabajadoras sexuales, por eso ha sido muy importante que en la segunda fase de esta preparación los sindicatos fueran parte de la coordinación. Entonces lo que se llama "intersindical" es donde el movimiento feminista toma decisiones junto con los sindicatos.
En la tercera fase, se abre el proceso a los barrios. Por tanto, la huelga se ha organizado en dos niveles, en el nivel asalariado y en el nivel no asalariado, y por ello, allí donde vivimos y trabajamos.
Entonces, tienes, por un lado, la organización barrio por barrio, donde algunas asambleas son mixtas (mujeres y hombres) y otras no. Y por otro lado tienes las asambleas nacionales o de ciudad junto con los sindicatos, que normalmente son espacios no mixtos. Y es en espacios no mixtos del movimiento feminista donde se toman las decisiones importantes.
Lo importante es que es una forma muy descentralizada de organizarse, porque son los barrios los que deciden. No viene de arriba. Las asambleas vecinales, que es donde tradicionalmente se ha organizado el movimiento feminista, han resucitado en torno a esta huelga, porque habían sido de alguna manera desmovilizadas por la pandemia.
Esto es importante porque estamos hablando de una huelga general en una economía donde el 75% son servicios, y la mayoría de estos servicios se llevan a cabo en las comunidades. Además, tenemos que organizar a todas aquellas personas que no necesariamente tienen una inseguridad laboral directa pero que no llegan a fin de mes. Por eso tenemos que hacerlo por barrios, donde ocurre la vida, no solo allí donde hay salario, sino vida, porque toda vida requiere trabajo de cuidados.
Este es uno de los mayores logros de esta huelga porque, independientemente de lo que suceda el 30 de noviembre, el proceso de creación de esta huelga ha sido hermoso y novedoso porque realmente hemos incorporado a casi todas a la lucha, incluidas muchas trabajadoras que no pueden hacer huelga.
La principal demanda es un sistema de atención público-comunitario. ¿Por qué la atención se centra en la huelga y cómo sería un sistema de atención público comunitario?
El capitalismo neoliberal quiere mercantilizar los cuidados en general y específicamente los cuidados en la vejez, porque nuestras sociedades son cada vez más viejas y, por tanto, el capital puede ganar mucho dinero.
En el País Vasco lo están privatizando todo: la asistencia residencial, la sanidad, la educación, y esto afecta directamente a las mujeres porque cuando se privatiza cualquier aspecto de la sanidad o de la educación aumenta la carga de trabajo no remunerado de las mujeres. ¿Quién se hace cargo cuando te echan del hospital tras una operación porque no hay más camas? Las mujeres en casa. ¿Adónde van los niños cuando se privatizan los comedores escolares y quién cocina para ellos? Las mujeres en casa.
El proceso de privatización empobrece a todos pero especialmente a las mujeres ya que son ellas las que tienen que hacerse de nuevo cargo de todo lo que se privatiza, incluido el cuidado. Este es uno de los logros del feminismo en el siglo XX, que la educación y la sanidad se publificaron.
Exigimos un sistema de cuidados público y comunitario. En primer lugar, "público" se refiere a que nos oponemos a toda privatización neoliberal, y exigimos estructuras públicas feministas, no estructuras públicas coloniales y patriarcales, sino estructuras públicas feministas que garanticen la atención a lo largo de la vida como un derecho colectivo y una obligación de la res pública. Ya existen algunos artículos en determinadas constituciones, como la de D.F. México, donde incluyen el tema del cuidado como un derecho público.
En segundo lugar, el "cuidado comunitario" se refiere a todo lo que las mujeres hacen para producir la sociedad y no sólo a través del mercado y con sueldos precarios, sino todo el trabajo que las mujeres hacen en la familia o la comunidad como esclavas, sin cobrar. "Comunitario" se refiere a que los hombres tienen que empezar a cuidar, a hacer trabajo no remunerado, porque las estadísticas son las mismas todo el tiempo y es que los hombres no hacen trabajo no remunerado y de hecho, el 85% del trabajo no remunerado en todo el mundo lo realizan las mujeres.
Ahí es donde entra en juego lo "comunitario", porque no se trata simplemente de que el Estado tenga que establecer instituciones que garanticen el cuidado desde el nacimiento hasta la muerte, sino también que hay que limpiarle el culo a tu hija o a hacerle la comida a tu abuela, todos los días.
Cuando una mujer prepara la comida en casa, se llama trabajo de cuidado, pero cuando preparas la comida en un restaurante, se llama hostelería. Así que hemos jugado con estos dos significados de "cuidado". Por un lado, los cuidados son tareas concretas y el cuidado un trabajo concreto, pero, por otro lado, no es un trabajo específico sino una relación de desposesión: todo lo que hacen las mujeres por ser mujeres, es decir, por ser seres desposeídos, en una sociedad patriarcal, se ha solido llamar "cuidado".
En la primavera de 2024 habrá elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca. Acabamos de enterarnos de que el Lehendakari, Íñigo Urkullu, no volverá a presentarse. ¿Cree que esta huelga general puede influir en los dos principales aspirantes a ganar esas elecciones, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y EH Bildu?
Influirá, aunque indirectamente, en las elecciones, porque la izquierda en el País Vasco, al final, influye mucho en la política de la derecha, y el PNV es el partido que mayoritariamente representa a la derecha en este país. Siempre digo que la izquierda en cada país tiene la derecha que se merece.
En cuanto a las elecciones vascas, lo que está pasando es que el PNV está perdiendo votos por el proceso de privatización que ellos mismos están llevando con Osakidetza (el servicio público vasco de salud) y con todo lo que te he comentado. La oposición a este proceso de privatización encaja muy bien con nuestro discurso feminista y el que han presentado como sustituto de Urkullu [Imanol Pradales] es otro Urkullu y creo que eso les dará problemas.
En EH Bildu, todo el proceso feminista ha tenido una influencia enorme porque la mayoría de la gente que se moviliza en este país es de la izquierda abertzale. Entonces hay toda una relación y un diálogo continuo ahí, y eso probablemente también influya en el candidato de EH Bildu a lehendakari [que se espera que sea una mujer].
El escándalo Rubiales fue noticia mundial durante semanas. ¿Qué efecto cree que ha tenido en la sociedad española?
No se trata de cuál ha sido el impacto de Rubiales, sino de qué efecto ha tenido la cuarta ola feminista en el Estado español en el caso de Rubiales. Cómo el movimiento feminista ha llegado a influir así en la selección española de fútbol, esa es la noticia.
Lo que pasó con el escándalo de Rubiales no había sucedido en los últimos 12.000 años -es decir, desde que existe el patriarcado con registros- no ha sucedido que la mitad de la sociedad se indigne y considere inaceptable que este tipo pueda seguir siendo el jefe después de darle un beso no deseado a una mujer.
La cuarta ola feminista ha influido en la percepción y por tanto el discurso de la gente, desde las presentadoras de programas más mainstream de la televisión, donde llamaban "machirulo" a Rubiales, hasta el tendero de mi barrio, todo era indignación. Este tipo de auge en los medios de comunicación y la cultura dominantes nunca antes había ocurrido.
Pero hay que recordar que antes del escándalo de Rubiales, el equipo de fútbol ya estaba enojado, ya se estaban organizando, ya estaban haciendo sindicalismo desde una perspectiva feminista. Recordemos que cuando las 15 jugadoras se negaron a ir al Mundial, los medios se burlaron de ellas.
Esta entrevista fue publicada originalmente en la revista 'Jacobin'
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