Público
Público

El discurso de Sánchez: ¿Oportunidad para humanizar la política o mero personalismo?

Con la carta de Sánchez se abría paso a las emociones en política. Sin embargo, el discurso de este lunes dejó la idea en un segundo plano al no ir acompañada de medidas.

Imagen de Pedro Sánchez en La Moncloa a punto de dar su discurso de continuidad con otra de las manifestaciones de apoyo en la sede del PSOE en la Calle Ferraz - Jesús Hellín / EUROPA PRESS
Imagen de Pedro Sánchez en La Moncloa a punto de dar su discurso de continuidad con otra de las manifestaciones de apoyo en la sede del PSOE en la Calle Ferraz - Jesús Hellín / EUROPA PRESS

Pedro Sánchez se tomó cinco días para reflexionar bajo la mirada atenta de todo un país que nunca había visto nada parecido. "Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta". El líder del órdago, de la resiliencia y de los giros de guion puso las emociones en el centro. Lo hizo en una carta dirigida a toda la ciudadanía y selló –aparentemente– su planteamiento con el discurso de este lunes.

El presidente no verbalizó cualquier emoción. Antepuso el amor –"soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer"– y el aprecio –"han traspasado la línea del respeto a la vida familiar"–, a su propio liderazgo. Pareciera que daba pie a un giro afectivo en el plano político pero, ¿ha sido realmente así? Diferentes expertas consultadas por Público ven ambivalencias.

Parece que Sánchez daba pie a un giro afectivo en el plano político pero, ¿ha sido realmente así?

En efecto, las frases de este lunes continuaban la senda de la carta anterior. "Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible. He reconocido ante quienes buscan quebrarme, no por quién soy, sino por lo que represento, que he dudado". La duda, el no puedo más, el agotamiento; marcaban la vulnerabilidad como telón de fondo.

¿Se acabó ocultar los sentimientos en política?

Para Marta Marcos, politóloga y socióloga, con esta postura Sánchez intenta "humanizar la política, y lo está consiguiendo". La politóloga considera que este giro, desafía "la idea convencional de que un líder político debe mantener la compostura y ocultar sus sentimientos", subraya.

El presidente se dirigía a la ciudadanía bajo una "nueva posibilidad" en la forma de hacer política. Según Marcos, el plan era "demostrar que se puede parar y sentir". Sánchez reiteró su compromiso con este enfoque más personal e, incluso, mencionó con tino a las víctimas. "Exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores", expresó el presidente del Gobierno.

“Un punto y aparte” sin más medidas

Pero, ¿podía mantenerse Sánchez en el puesto y continuar el giro hacia la vulnerabilidad? Para Fernando Herranz, experto en Estudios de Género, y Carmen Ruiz, profesora y socióloga de la Universidad de Granada, la respuesta es un "sí, con matices".

"Termina (el discurso) con una vuelta a los patrones políticos tradiciones", considera Fernando Herranz

El discurso de Sánchez tuvo un revés final. "Dice que vamos a cambiar y quiere mostrarse vulnerable pero luego no cambia nada. De hecho, se erige a sí mismo como representante de la democracia y se ancla en ese resurgir de las cenizas. En mi opinión, termina con una vuelta a los patrones políticos tradicionales", analiza Herranz. Un desenlace acorde con la imagen de resistencia que siempre ha mostrado el líder socialista.

Sánchez dejó en el tintero la posibilidad de tomar medidas contra el lawfare, los bulos y otros ataques que traspasan los límites. El presidente habló de un "un punto y aparte". No adelantó nuevas políticas pero sí la intención de llevarlas a cabo. Para Herranz, un punto y aparte sin propuestas, podría dejar el discurso del socialista en una "mera performance". 

Las medidas, que pasarían por poner coto a estas dinámicas de desgaste en la política, beneficiarán sobre todo a las mujeres, en opinión de las expertas. Mujeres tales como Victoria Rosell, Irene Montero o Mónica Oltra. Pero también a aquellas relacionadas con el mundo político, como la propia Begoña Gómez.

"Esto puede convertirse en la reapropiación del feminismo", explica la socióloga Carmen Ruiz

Sin embargo, un escenario sin medidas podría resultar "peor para ellas". "Esto puede convertirse en la reapropiación del feminismo para abrir este plano y luego, sin nuevas políticas, dejar a las mujeres en un espacio hostil", apunta Carmen Ruiz.

Para Ruiz, que también es experta en feminismos, ese espacio hostil y deshumanizador ya se está fraguando. Su expresión más clara es el "victimismo" con el que se tacha la vulnerabilidad del presidente. Una crítica que se ha repetido en varios líderes políticos a lo largo de estos días pero que se ha cebado históricamente con sus compañeras mujeres. 

Carles Puigdemont dijo ante la carta del presidente la semana pasada que había que salir "llorado de casa". Lo repitió José María Aznar, como reacción a la continuidad de Sánchez, diciendo que era "una comedia de caudillismo lacrimógeno". Y también Feijóo que aludió a un "espectáculo de adolescente".

Cuando las mujeres se muestran vulnerables en política

Tanto el lawfare como el arma del "victimismo" atacan doblemente a las mujeres políticas y consiguen con más eficacia su objetivo de apartarlas del puesto. "Han tenido que existir varios casos anteriores de mujeres que no salieron bien paradas. Como pasó con Mónica Oltra. Aún cuando el delito lo hace su marido, van a por ella. Querían quitarla de en medio y lo consiguen", apunta Carmen Ruiz. 

Si eres mujer, sufres el castigo por ocupar un espacio tradicionalmente masculino y "mostrar feminidad"

Además, el enfoque del "amor y los sentimientos" juega un papel doblemente sancionador en las mujeres. Para Fernando Herranz, la vulnerabilidad en política "se penaliza siempre" pero desde dos lados muy distintos. Si eres mujer, sufres el castigo por ocupar un espacio tradicionalmente masculino y "mostrar feminidad" y si eres hombre, por "traicionar el rol" tradicional.

Las formas de buscar una solución tras mostrarse vulnerable también son diferentes. En Sánchez fueron las de "esto tiene que cambiar" y "basta" mientras que Jacinda Ardern, ex primera ministra de Nueva Zelanda, simplemente dijo que "no tenía energía" y dejó el puesto. 

Por eso, tanto para Herranz como para Ruiz, transformar verdaderamente el cargo y la forma de hacer política hacia un lado humanizador, pasa por tomar medidas concretas que eviten prácticas como el lawfare

¿Te ha resultado interesante esta noticia?