MADRID
Cuando Beatriz Blesa pone el dedo en la llaga de la desigualdad en el seno de la Iglesia sabe bien de lo que habla. No en vano ha formado parte de la congregación de las Religiosas de la Asunción durante 25 años. Su compromiso cristiano arranca desde muy joven. Ha participado en comunidades parroquiales y ha desplegado labores humanitarias en África durante años. Por eso su voz suena firme en la denuncia de la discriminación por razones de género. "Dentro de la Iglesia no somos ciudadanas de primera categoría. No hay igualdad", sentencia al otro lado del teléfono.
Beatriz Blesa es una de las setenta féminas que han participado el fin de semana pasado en la asamblea fundacional de Revuelta de Mujeres en la Iglesia, un movimiento emergente que está empezando a crujir los cimientos de una institución profundamente patriarcal. La reunión ha tenido lugar en el Colegio Salesiano de Antequera y ha congregado a delegadas de toda Andalucía, Canarias y Tenerife, en representación de cientos de mujeres cristianas.
"Si a una niña le preguntas en una catequesis cuántos sacramentos hay, te dirá que seis", argumenta Blesa. Y añade: "Hay un principio de exclusión del sacramento de la ordenación. Tenemos un clero masculino, que es el que interpreta la palabra de Dios y es responsable de las parroquias. Eso ya evidencia nuestra dependencia de los varones. Las parroquias están llenas de mujeres, pero solo cuentan para planchar y servir al sacerdote. Hemos asumido un papel de subordinación".
Justo eso es lo que quieren impugnar. La Revuelta de Mujeres en la Iglesia crece como la espuma. El movimiento está vinculado al Catholic Women's Council (CWC), una red mundial de cristianas, aunque su verdadera implosión en España tuvo lugar el Día de la Mujer de 2018 cuando las calles de todo el país se desbordaron de una marea feminista sin precedentes. "Ha sido un encuentro magnífico", asegura en relación a la asamblea de Antequera la enfermera y teóloga Mercedes López, dueña de una larga trayectoria activista en los grupos cristianos de base.
El colectivo quiere recuperar la visibilidad de la mujer en la Iglesia y que asuma la voz y el poder de decisión que le corresponde en pleno siglo XXI. "Nuestra misión es transmitir a otras mujeres cristianas la necesidad de la igualdad para que abandonen su actitud de sumisión", argumenta. Mercedes López sabe que afrontan un reto plagado de obstáculos. "Las parroquias no nos van a llamar de motu proprio. Se han puesto de lado. Y donde manda el cura no manda nadie más", señala. Esa es una actitud que le "duele" pero que no le "sorprende".
Mercedes López reivindica la Iglesia de Jesús de Nazaret, que "no tiene nada que ver" con la institución católica tradicional. "Me duele ver cómo el papa Francisco se está batiendo con un conservadurismo anacrónico", reflexiona. Y admite que en el interior de la Iglesia la mujer sigue siendo "invisible" y juega un papel "secundario" y "subordinado". "Hay a quienes la desobediencia le huele a pecado. Y hay que desobedecer porque hay cosas que no se pueden tolerar y están en contra del Evangelio".
En el comunicado difundido tras el encuentro de Antequera, el colectivo se compromete a trabajar por la formación en "teología feminista" y anuncia que presentarán el movimiento de la Revuelta en las parroquias y los grupos eclesiales. Son conscientes de que tienen un largo camino por delante y que no contarán con la complicidad de la jerarquía católica, instalada en el "privilegio", el "patriarcado" y la "tradición".
Pilar González es psicóloga. Lleva 25 años colaborando con grupos cristianos. "Lo que más me atrajo de Jesús de Nazaret fue su capacidad liberadora", explica. "Yo he tenido una larga tradición eclesial, pero el gran cambio lo experimenté cuando encontré a las comunidades de barrio y trabajé por la liberación de los oprimidos, los débiles y las personas vulnerables". Pilar González también ha vivido en África y en Paraguay. Y cree que el cambio en la situación de la mujer en la Iglesia es "imparable".
A su juicio, el papa Francisco ha avanzado mucho en términos de igualdad de género pero aún queda un largo camino. "Hay mucha resistencia", protesta. Y asegura que la falta de participación de la mujer en la Iglesia no se sostiene en términos teológicos. "Hay muchas teólogas que cuestionan las bases de la discriminación de género". Según Pilar González, la Revuelta defiende una Iglesia "horizontal", "transparente" y "libre" que refleje más fielmente el "proyecto de Jesús de Nazaret".
Lo primero que reclaman, bajo su prisma, es asumir la "igual condición de bautizadas" y el acceso a cualquier tipo de sacramento, incluido el de la ordenación. Lo segundo es la visibilización de un colectivo que, aunque representa el 80%, está relegado a un papel subalterno. Y lo tercero afrontar la cuestión de los abusos y la violencia de género. "Cuando estuve en Paraguay nadie hablaba del maltrato porque era un tema privado. Aquí hemos ido cambiando con fuerza y esperamos que en la Iglesia suceda lo mismo".
La Revuelta de Mujeres incluye también al colectivo LGTBI+
El movimiento feminista de la Revuelta es diverso y plural. Integra a cristianas de base, activistas sociales, parroquianas, monjas y también personas del colectivo LGTBI. Beatriz Blesa, por ejemplo, está hoy casada con otra mujer. Y su transición de la vida religiosa al matrimonio igualitario la ha vivido "sin ningún conflicto moral". "Mi experiencia de fe es la de un Dios amoroso que me ha ofrecido la posibilidad de vivir el amor libre con una persona que me quiere y comparte la fe conmigo", dice con absoluta convicción al otro lado del teléfono. De hecho, ambas entraron en contacto con un grupo LGTBI cristiano de Sevilla que les ha sido de gran ayuda.
Blesa es consciente de que la Iglesia es una institución inmovilista y refractaria a los cambios. No obstante, asegura que hay curas en sintonía con su visión igualitaria de la comunidad cristiana. Aunque la mayoría tiene miedo de "perder sus privilegios" acumulados durante siglos. "Los sacerdotes son educados en un entorno cerrado donde no hay mujeres. Y cambiar cuesta mucho trabajo", declara. Más difícil es la relación con el poder eclesiástico. "Para la jerarquía no existimos", lamenta. "Hay honrosas excepciones, pero la gran mayoría no tiene relación con nuestro movimiento".
"Trabajo por la Iglesia de Jesús y para eso no me va a poner ningún obstáculo ni el papa ni nadie".
Mercedes López sostiene que las mujeres no tienen que pedirle permiso a nadie. Y se siente tan Iglesia como cualquier obispo. "Trabajo por la Iglesia de Jesús y para eso no me va a poner ningún obstáculo ni el papa ni nadie. Trabajamos en pequeños grupos y estamos hartas del anacronismo y la usurpación de poderes. No hay ninguna razón teológica que impida que seamos iguales de pleno derecho, con voz y con voto, en todos los estamentos eclesiásticos", argumenta.
La revolución de la Iglesia, continúa López, vendrá de la mano de la mujer. "Es un hecho. Estamos más vinculadas a las comunidades cristianas primitivas, en ese espíritu de Jesús, e intentando no copiar los modelos existentes". Sus reflexiones están salpicadas de reivindicación feminista pero también de reclamaciones sociopolíticas. "El capitalismo lo podrá comprar todo pero no la esperanza ni el amor", proclama.
El movimiento feminista cristiano, articulado ahora en la Revuelta, proyecta un "enorme potencial", según la opinión de Pilar González. "La reunión de Antequera ha sido un momento muy importante. Portamos un modelo liberador para la Iglesia y somos una fuerza numerosa e intergeneracional, con mujeres de 84 años y otras de 22", explica.
El colectivo ya ha celebrado varias reuniones con obispos andaluces. La respuesta de los prelados, en general, ha sido fría cuando no indiferente. "No están preparados para esto", comenta Pilar González. Pero la Revuelta de Mujeres en la Iglesia ya es imparable. "No daremos un paso atrás", señala. "Nuestro mensaje de esperanza e ilusión está devolviendo la fe a muchas personas".
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