MADRID
Los combates se han recrudecido en la región de Donetsk y el Ejército ruso está evacuando a miles de civiles en las zonas de los territorios ocupados, como Zaporiyia, donde podría producirse la contraofensiva ucraniana. También han aumentado los ataques contra varias infraestructuras críticas en la propia Rusia y hay movimientos de tropas ucranianas hacia el Donbás, en torno a ese remolino de destrucción masiva en el que se ha convertido la ciudad de Bakhmut.
Todo apunta a que la guerra está a punto de alcanzar un punto de inflexión, después de meses de combates puntuales, bombardeos con misiles y drones sobre infraestructuras urbanas, y atrincheramiento en las dos zonas opuestas del frente que desgaja esa media luna ucraniana arrebatada por la invasión rusa.
Y sin embargo, el presidente Zelenski dice ahora que necesita más tiempo para su contraofensiva, que no puede garantizar que sus tropas no sufran una carnicería en el avance contra las fuerzas rusas y que no ha recibido aún todos los blindados necesarios para llevar a cabo el contraataque. El mandatario ucraniano se pronunció en estos términos en una entrevista apenas unos días después de que sus aliados europeos indicaran que ya está en territorio ucraniano el grueso de la ayuda enviada para apoyar esa ofensiva ucraniana, desde carros de combate a sistemas de misiles antiaéreos, desde munición para artillería hasta varias escuadrillas de aviones ex soviéticos.
Kiev ya tiene misiles de largo alcance
Incluso la CNN ha revelado, en una noticia en exclusiva confirmada después por el Gobierno británico, que Reino Unido ha cruzado la última línea roja y ha entregado al ejército ucraniano misiles de crucero de largo alcance Storm Shadow. Estos misiles aire-tierra, prácticamente indetectables, son capaces de alcanzar objetivos a 250 kilómetros (algunos modelos llegan incluso a los 500 kilómetros), es decir, tendrían bajo su rango de acción todos los territorios ocupados por Rusia en Ucrania y parte de la propia Federación Rusa.
Quizá sea esta la razón de la inusitada prudencia de Zelenski, esto es, que espera más misiles de este tipo, capaces de dar la vuelta a la contienda, sobre todo si recibe también los aviones que pueden dispararlos. El Gobierno de Kiev sigue pidiendo cazas F-16, capaces de portar esos misiles de largo alcance y otros que ahora estarán dispuestos a donar los aliados europeos, una vez que Londres ha dado el primer paso.
Zelenski pide más tiempo
"Lo más importante es proteger a nuestra gente. Esperamos el equipo blindado adecuado. Viene en partes y, con la cantidad que tenemos, se puede avanzar. ¿Y se puede tener éxito? Creo que sí. Pero perderíamos a mucha gente. Y esto no puede ser", dijo el presidente Zelenski. "Tenemos que esperar, necesitamos más tiempo", explicó el líder ucraniano en la entrevista que le ha hecho para Eurovisión News el corresponsal de la BBC en Kiev, Hugo Bachega.
Otros miembros del Gobierno ucraniano han señalado estos días que la contraofensiva en ciernes no tiene por qué ser "definitiva", que aún queda mucho tiempo de guerra. Esto es lo que no gusta ni en Bruselas ni en Washington, que se alargue un conflicto que ya ha causado gravísimos perjuicios económicos en Europa y que en Estados Unidos podría convertirse en material de combate político de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
Los rusos no se lo creen
En todo caso, los rusos no acaban de creerse la prudencia que ahora muestra Zelenski. El jefe del Grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Progozhin, ha calificado de "artimaña" esta petición de más tiempo. Por el contrario, según el oligarca, la ofensiva ucraniana ya está en marcha, como puede comprobarse en Bakhmut, "en el peor de los escenarios", con unidades ucranianas acercándose por los flancos que "desafortunadamente en algunos casos están teniendo éxito".
Prigozhin ha explicado que la meta es Zaporiyia, al sur de Ucrania, uno de los nuevos territorios anexionados por Rusia, junto a Lugansk, Donetsk y Jersón. Se trataría de partir en dos las conquistas rusas desde que comenzó la invasión el 24 de febrero de 2022 y dejar aislada al sur la península de Crimea (anexionada por Rusia en 2014) y al norte el Donbás (formado por Donetsk y Lugansk), para después, con más calma, recuperar por la vía de las armas ambas regiones.
El ataque ucraniano contra territorio ruso
Llevar la guerra a la Federación Rusa sería otro de los objetivos de Zelenski, aconsejado por sus asesores occidentales. Para ello, "necesitan resolver todo en Artiómovsk (como se conoce en ruso a Bakhmut) con el Grupo Wagner, ponerle fin a esta historia y, después, aprovechar el renovado ánimo de combate y avanzar hacia Zaporiyia, Briansk y Bélgorod", asevera Prigozhin.
Este señor de la guerra dice que Zelenski miente cuando afirma que su ejército no está preparado. Según Prigozhin, las unidades ucranianas entrenadas en Europa y EEUU tienen todo el material bélico necesario y están ultimando los preparativos de la contraofensiva. "Ya están totalmente involucradas y después de que prueben fuerzas y calienten sus músculos, se dirigirán al norte y al sur", explica Progozhin, quien se queja nuevamente de la falta de municiones para los soldados Wagner y acusa al Ministerio de Defensa de "incumplir todas sus promesas".
Resistir en Bakhmut, evacuar Zaporiyia
Prigozhin había amenazado días atrás con retirar las unidades Wagner de Bakhmut, pero finalmente decidió retenerlas en esa localidad en ruinas en la que todavía resisten las fuerzas ucranianas que ahora estarían recibiendo refuerzos. No fue la promesa de municiones por el Ministerio de Defensa lo que llevó a Prigozhin a cambiar de opinión, sino seguramente una llamada directa del presidente ruso, Vladímir Putin, muy cercano al líder de los mercenarios. La razón era obvia: la salida de las tropas de choque Wagner habría significado la reconquista ucraniana de toda Bakhmut.
Moscú está reconociendo las dificultades con las que se está viendo su Ejército. "La operación militar especial continúa. Es una operación muy difícil y ciertos objetivos se han conseguido" con graves daños infligidos al ejército ucraniano, ha referido el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Por eso no puede caer Bakhmut en manos ucranianas. Sería un golpe mortal para la moral rusa justo cuando se están produciendo otros repliegues en zonas más vulnerables.
El Gobierno prorruso de Zaporiyia ha reconocido que se están trasladando miles de habitantes de esta región sureña ocupada por Rusia hacia zonas alejadas de la línea del frente, a la vez que se están estacionando nuevas unidades militares aparentemente con la intención de resistir una oleada de ataques ucranianos. Estos movimientos recuerdan a la retirada rusa el pasado noviembre de la ciudad de Jersón, capital de la región del mismo nombre, y de los territorios tomados al oeste del río Dniéper.
No sería descartable que el Ejército ruso pudiera hacer lo mismo con algunas de las zonas más vulnerables de Zaporiyia, aunque eso implique en un futuro pelear en dos frentes, el septentrional, en el Donbás, y el meridional, para defender Crimea. Ante esta aparente situación, y sin evaluar el fondo estratégico de los movimientos ucranianos y rusos, no parecerían extrañas las últimas afirmaciones del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
"Rusia ya ha perdido esta guerra. Ucrania todavía no ha ganado, pero Rusia claramente está militarmente derrotada", ha dicho Borrell en la Cumbre Europea de Defensa y Seguridad que se ha celebrado este jueves en Bruselas. Los argumentos de Borrell para justificar sus poco cautas afirmaciones es que los rusos no han logrado tomar Bakhmut y que fracasaron a la hora de capturar Kiev al principio del conflicto.
Primero habría que examinar si en algún momento fue la intención de Rusia tomar Kiev y mantenerla bajo una ocupación que requeriría cientos de miles de hombres solo en la capital ucraniana, o si ha fracasado ya en su ataque a Bakhmut, donde los combates prosiguen sin un claro vencedor.
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