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Xenofobia y neoliberalismo económico: Le Pen copia a Meloni para acercarse al poder

La ultraderecha francesa se presenta a las elecciones proponiendo la supresión del derecho al suelo, la denegación a los binacionales a cargos relevantes en la Administración o el rechazo a prestar atención médica a los migrantes.

Archivo. Marine Le Pen, foto de Archivo.
Marine Le Pen, en una foto de Archivo. ALEXIS SCIARD. / Europa Press.

La ultraderecha en Francia nunca había estado tan cerca del poder en la historia de la Quinta República. La Reagrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen afronta como favorita las elecciones anticipadas de este domingo (primera vuelta) y el 7 de julio (segunda). Tras haberse aliado con un sector de Los Republicanos (LR, afines al PP), esta formación xenófoba y ultranacionalista cuenta con opciones de superar el umbral de 289 diputados, que fija la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.

Según los últimos sondeos, que deben cogerse con pinzas, el lepenismo quedará como primera fuerza el 30 de junio con el 36% de los votos, por delante del Nuevo Frente Popular (29%) –la flamante coalición unitaria de las izquierdas– y la coalición del presidente Emmanuel Macron (19,5%), relegada a la tercera posición. Para el 7 de julio, los mismos estudios pronostican entre 250 y 305 escaños a la alianza de la derecha radical.

Si el lepenismo supera o se acerca al umbral de la mayoría absoluta, el dirigente centrista –cada vez más anclado en la derecha– se vería obligado a designar a un jefe del Ejecutivo de la extrema derecha y aceptar un Gobierno de cohabitación. Es decir, el presidente se quedaría prácticamente sin poderes, más allá de la posibilidad de disolver de nuevo la Asamblea y convocar elecciones a partir del verano de 2025. Le Pen y su mano derecha, Jordan Bardella, tendrían vía libre para aplicar su programa, basado en medidas duras contra las personas migrantes y los franceses de origen extranjero, así como reformas económicas con la misma orientación neoliberal aplicada por Macron desde 2017.

"En su propaganda electoral, observamos un discurso que básicamente pretende tranquilizar a las élites económicas en un momento en que RN siente que está cerca del poder. Por este motivo, han dado marcha atrás respecto algunas de sus principales propuestas económicas de los últimos años, como la reducción al tipo superreducido del IVA para los productos de primera necesidad", explica a Público la politóloga Christèle Lagier, profesora en la Universidad de Aviñón. En cambio, la extrema derecha mantiene algunas de sus medidas emblemáticas en materia migratoria "como señales hacia sus votantes más fieles", recuerda esta experta en el electorado ultra.

Supresión de uno de los pilares de la identidad republicana

"Quiero tranquilizar a todo el mundo. A nuestros compatriotas de origen extranjero, a las personas de nacionalidad extranjera que viven en nuestro país y que quieren nuestro país... Decirles que no deben temer nada de nuestra política", prometía el 14 junio en la cadena BFM TV Bardella, de 28 años, que ejercerá como primer ministro en caso de una hipotética mayoría absoluta de la extrema derecha. Pese a esas promesas enfáticas, la realidad es que su llegada al poder afectaría a la vida de millones de franceses binacionales, así como de los ciudadanos extranjeros que residen en Francia.

La ultraderecha pide "prioridad nacional", denegando servicios médicos a las personas migrantes 

Aunque la ultraderecha quiere dejar de dar miedo y está dispuesta a cambiar su programa lo que haga falta para ello, no renuncia a sus propuestas históricas. Una de las más radicales es la supresión del ius soli (derecho al suelo). Considerado como uno de los pilares de la identidad republicana gala, este permite acceder a la nacionalidad francesa a los hijos de personas extranjeras nacidos en Francia cuando cumplen 18 años y han residido en el país durante su infancia y adolescencia. "No quiero que Francia se convierta en una estación en la que uno llega y deja sus maletas (...) y se beneficia de derechos y cuidados gratuitos", declaró Bardella.

Protestas en Marsella (Francia) contra la reforma de las pensiones.
Protestas en Marsella (Francia) contra la reforma de las pensiones. Gilles Bader / Europa Press

El lepenismo propone, asimismo, suprimir el actual dispositivo que permite a las personas migrantes recibir atención médica. Quiere establecer la "prioridad nacional" y así condicionar la distribución de ayudas sociales o viviendas públicas. Algunas de estas medidas podrían ser invalidadas por el Consejo Constitucional –equivalente galo del Tribunal Constitucional– al vulnerar principios de la Quinta República como la igualdad entre los ciudadanos. A pesar de ello, tienen una aceptación creciente entre la ciudadanía tras unos últimos años marcados por una derechización de las políticas migratorias.

Diputados macronistas, de la derecha republicana y la ultraderecha aprobaron en diciembre una dura ley que facilita las expulsiones de los migrantes clandestinos y de los extranjeros que cometen delitos graves.

Privar a los binacionales de cargos relevantes en la Administración

El avance de los peones de la ultraderecha en la batalla por las ideas facilita ahora su llegada al poder. Esto no impide, sin embargo, que algunas de sus propuestas hayan indignado a la opinión pública. La última semana antes de la primera vuelta ha estado marcada por su voluntad de prohibir a todos aquellos franceses con una doble nacionalidad que accedan a puestos de responsabilidad en la función pública o empresas estatales. El grupo parlamentario de RN presentó en enero una propuesta de ley en la que proponía prohibir a los binacionales en Francia (3,3 millones de personas) "el acceso a los empleos en las administraciones y las empresas públicas".

Cinco meses después, ahora intenta quitarle hierro a esta propuesta asegurando que solo afectaría a un puñado de cargos (en los servicios de inteligencia, al frente de centrales nucleares...), aunque los dirigentes ultras se contradicen entre ellos respecto a esta polémica medida. "La franco-marroquí Najat Vallaud Belkacem destruyó la educación pública e intentó impulsar clases de árabe (...). No fue nada bueno para la República", declaró el jueves el diputado lepenista Roger Chudeau, oponiéndose a que los binacionales –es el caso de la actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo– ejerzan cargos políticos relevantes.

"Espero que este tipo de medidas hagan reflexionar a los judíos de Francia", afirma la socióloga Martine Cohen, experta sobre el judaísmo e investigadora en el prestigioso CNRS. Desde hace meses, el partido de Le Pen intenta presentarse como el mejor "defensor de los judíos". Para ello, defiende de manera incondicional a Israel. Considera que "reconocer el Estado palestino supondría reconocer el terrorismo". Y respecto a la guerra de Ucrania, apuesta por dar armas al país invadido, aunque se opone al envío de cazas o misiles de larga distancia que permitan bombardear territorio ruso.

“Hay un efecto Giorgia Meloni”

Como ya sucedió en Italia con la ultraderecha de Hermanos de Italia, el partido de Le Pen no duda en moldear sus posiciones para adaptarse a los intereses de las élites, especialmente las empresariales. "Hay un efecto Giorgia Meloni", sostiene el periodista Dominique Seux. Según el director delegado de Les Echos, el principal diario económico en el país vecino, toda una parte de la patronal considera que "si Le Pen llega al poder, no aplicará las políticas que propone en la oposición, siguiendo el ejemplo de la derecha italiana". Estos mismos patrones temen bastante más al Nuevo Frente Popular -que propone aumentar los impuestos a los más ricos- que a la extrema derecha.

El RN "quiere garantizar que su política será claramente liberal y que bajará los impuestos a las empresas y a los grandes patrimonios", destaca Lagier. Desde la salida de Francia del euro hasta la jubilación a partir de los 60 años, ha renunciado a aquellas propuestas que hicieron que en 2017 tacharan su programa de social-chovinista. Ahora apuesta por medidas de corte neoliberal, en una línea parecida a la seguida por Macron. Ha renunciado a bajar el IVA al tipo superreducido (5,5%) para los productos de primera necesidad y solo aplicará esa medida para la gasolina, gas y electricidad.

Aunque dice querer derogar la impopular reforma de las pensiones del año pasado que subió la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa), defiende un sistema barroco de pensiones que permitiría jubilarse a los 60 años a todos aquellos que hubieran empezado a trabajar antes de los 20 años y hubieran cotizado durante 40. En cambio, resultaría mucho más complejo para todos aquellos que hayan arrancado su carrera electoral más tarde. El lepenismo no duda en cambiar sus propuestas y contradecirse por intereses electorales. Es uno de sus rasgos distintivos.

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