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La última bala de Borrell para suspender el diálogo europeo con Israel nace herida de muerte

"Tenemos que reconocer que la postura que hemos mantenido con el Gobierno israelí durante el último año ha fracasado", afirma el saliente jefe de la diplomacia comunitaria.

El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, pronuncia un discurso en el Parlamento Europeo, a 8 de octubre de 2024.
El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, pronuncia un discurso en el Parlamento Europeo, a 8 de octubre de 2024. Frederick Florin / AFP

Romper el diálogo político con Israel y prohibir la importación de productos procedentes de los asentamientos ilegales. Son las propuestas que, más de un año y cerca de 44.000 muertos en Gaza después, pondrá Josep Borrell sobre la mesa de los 27 ministros de Asuntos Exteriores este lunes, en el que está llamado a ser su último Consejo con la batuta de la diplomacia europea. La medida, sin embargo, tiene pocos visos –más bien ninguno– de prosperar por la resistencia férrea de los aliados europeos de Israel, como Alemania, Hungría o Austria.

En una carta enviada el miércoles a los países europeos, Borrell desgrana la larga lista de violaciones de derechos humanos y del Derecho Internacional que el Estado hebreo ha cometido en la Franja, en Cisjordania o en países vecinos como Líbano. El Alto Representante hace referencia a la pérdida desproporcionada de civiles, al bloqueo de la ayuda humanitaria, la violencia de los colonos en Cisjordania o la falta de investigaciones independientes o rendición de cuentas. "En otras situaciones en las que las normas internacionales se han violado de forma sistemática hemos puesto en marcha sanciones que van desde restricciones de visados a restricciones de importaciones. Hasta ahora Israel no ha sufrido ninguna consecuencia. Y esto tiene que cambiar", concluye Borrell en la última publicación de su blog.

Por ello, pide ahora a los 27 Estados miembros que suspendan el diálogo político con Israel, un precepto recogido en el Acuerdo de Asociación bilateral y que Borrell defiende alegando que Tel Aviv está incumpliendo la cláusula que exige a todas las partes respetar los derechos humanos. El movimiento, de producirse, no tendría un gran impacto en las filas de Benjamín Netanyahu. Donde más pueden sacar su músculo y presionar los europeos a Israel es en el ámbito económico, ya que la UE es el principal socio comercial de los israelíes. Pero la propuesta de Borrell es clara: "Este paso no conlleva consecuencias financieras".

"¿Suspendiendo el diálogo cambiaremos la realidad? No. ¿Infringimos daño a Israel? No. Solo enviaremos el mensaje, una señal clara. Las acciones deben tener consecuencias y no las está habiendo. Y esto, además, sería una consecuencia marginal", analiza una alta fuente europea.

Sin embargo, la medida requiere unanimidad. Y en la UE, profundamente dividida sobre el conflicto en Oriente Próximo, no la hay. Con el genocidio en la Franja de Gaza en marcha, el consenso de los europeos en estos momentos pasa por celebrar un Consejo de Asociación bilateral para hablar con los israelíes. El Ejecutivo hebreo se ha mostrado abierto a organizar esta cita durante la Presidencia húngara del Consejo, que capitanea su aliado Orbán. Sin embargo, restan cinco semanas para su final y no hay ningún indicio que apunte a la celebración del encuentro.

Algunos como Países Bajos estiman que no es el momento de romper el diálogo con Israel porque el mero debate en torno a ello dividirá más a los 27 Estados miembros. España e Irlanda son favorables, pero otro grupo capitaneado por Alemania está en contra. La delegación germana se defiende afirmando que, aunque es cierto que la vulneración de derechos humanos es cada vez más insostenible, sería contraproducente dar este paso porque complicaría más las comunicaciones con Israel. En Berlín creen que sería más difícil disuadir a Netanyahu o trasladar su mensajes. Aunque lo cierto es que en Tel Aviv, hasta la fecha, han ignorado por completo cualquier demanda o petición por parte de los europeos.

El movimiento de Borrell se produce nueve meses después de que España e Irlanda remitiesen una carta a la Comisión Europea pidiendo de "forma urgente" la revisión del Acuerdo de Asociación UE-Israel en base a las vulneraciones de derechos humanos de Israel en Palestina. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fiel defensora de Israel, la guardó de inmediato en el cajón. Borrell toma ahora los mandos en la que será su última oportunidad, ya que si se cumple el calendario establecido la nueva Comisión Europea comenzará a rodar el próximo 1 de diciembre.

Por ello, el tiempo escogido genera confusión. Algunas delegaciones definen esta última bala de Borrell como "un regalo de despedida" al PSOE, que ha sido uno de los Gobiernos de la UE más vocales contra el genocidio cometido por el Ejecutivo de Netanyahu. El jefe de la diplomacia europea pone así su broche final a un mandato en el que progresivamente ha ido elevando el tono con los israelíes. Llegó a pedir sin éxito sanciones a los ministros extremistas que alentaban al genocidio en Gaza. "Tenemos que reconocer que la postura que hemos mantenido con el Gobierno israelí durante el último año ha fracasado", asume.

Sin embargo, la iniciativa nace herida de muerte. Poco hace pensar que su sustituta, la estonia Kaja Kallas, vaya a heredar esta misma línea en un tema tan divisivo. Además, su obsesión es Rusia. También juega en contra el contexto global. La nueva Administración Trump, que arranca el próximo 20 de enero, cerrará filas con el ultranacionalista Netanyahu. El nuevo embajador estadounidense ante Israel ya ha abierto la puerta a respaldar la anexión israelí de Cisjordania.

Es cierto que en la UE se está caminando –aunque muy lentamente– a la posición de que es necesario hacer algo. Las sentencias de la Corte Internacional de Justicia, la limpieza étnica en el norte de Gaza o la asfixia a UNRWA son acontecimientos ante los que los europeos tienen cada vez más complicado cerrar los ojos. "El orden mundial basado en normas y en el derecho internacional ya está en la UCI desde la guerra de agresión de Putin contra Ucrania. Después de Gaza, pende de un hilo", advierte Borrell.

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