Ucrania, acosada en todos los frentes, desde el diplomático al bélico, está desarrollando un doble juego en torno a la guerra con Rusia que puede empantanar el conflicto durante años o alcanzar una frágil solución que no guste a casi nadie, pero que detenga la matanza.
La grave situación del ejército ucraniano en la guerra, las crecientes voces internas a favor de una negociación y la amenaza de que Estados Unidos cancele su apoyo a Ucrania si Donald Trump llega al poder están empujando al Gobierno de Kiev a buscar una salida negociada con terceros, en este caso China.
La insistencia de sus aliados europeos en que la única forma de derrotar a Rusia es con sanciones y en el campo de batalla no se está reflejando en el curso de la guerra y el riesgo de una debacle ucraniana es cada día más real.
Por esa razón, viajó a Pekín el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba. China es el principal aliado internacional de Moscú y su ascendencia sobre Rusia, económica y política, garantiza que el Kremlin escuche sus recomendaciones.
China apuesta por una salida política a la guerra
Así, y sin que Pekín traicionara un ápice su alianza con Moscú, Kuleba recibió este miércoles el compromiso chino de mediar en unas eventuales negociaciones con Rusia, posibilidad que, desde el principio del conflicto había rechazado Kiev, siempre obediente a sus aliados.
Las tornas han cambiado internacionalmente y en el frente de batalla. La iniciativa bélica rusa está desgastando a Ucrania más allá de lo indecible, las armas occidentales no llegan a tiempo y, aunque la implicación europea en el conflicto cruza ya todas las líneas rojas, la derrota de Rusia no parece más cercana.
Ante el riesgo de que el expresidente Trump gane las elecciones presidenciales estadounidenses el 5 de noviembre próximo y cumpla su promesa de desentenderse del conflicto ucraniano, Ucrania ha tenido que recurrir a China, el primer país que presentó un plan de paz, a pocos meses de comenzada la invasión rusa. Plan de paz que fue desde un principio desdeñado por los aliados occidentales de Kiev.
Este ha sido el primer viaje de Kuleba a China desde que comenzó la guerra hace dos años y cinco meses. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, subrayó tras reunirse con Kuleba en Cantón el compromiso de su país para "seguir jugando un papel constructivo para conseguir un alto el fuego y reanudar las negociaciones de paz" entre Rusia y Ucrania.
La solución del conflicto entre Moscú y Kiev "se debe conseguir por medios políticos", resaltó el jefe de la diplomacia china.
Wang reconoció que, aunque los dos países, Ucrania y Rusia, han mostrado ya su disposición a negociar "a distintos niveles", sin embargo, "las condiciones y el momento no son aún los adecuados". También advirtió de los "riesgos de recrudecimiento y contagio" que esta guerra puede tener en otras crisis.
Un paso de Kiev que puede contrariar a Bruselas
Kuleba es la autoridad ucraniana de más alto rango que ha visitado China desde el comienzo de la guerra, de ahí la importancia de esta visita. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la última cumbre de la OTAN en Washington, este mismo mes de julio y a la que asistió el presidente ucraniano, Vlodímir Zelenski, se cargaron las tintas sobre China y se acusó a este país de "facilitar" la guerra de Ucrania al "apuntalar la economía de guerra rusa".
El comunicado conjunto de los 32 países de la OTAN llegó entonces a señalar que "las ambiciones y políticas coercitivas (de China) siguen desafiando los intereses, seguridad y valores" de los miembros de la Alianza Atlántica.
Ahora, Ucrania acude a Pekín a buscar una mediación para negociar con Rusia un alto el fuego en una contienda que ya solo parecen desear los fabricantes y mercaderes de armas, y los halcones belicistas en Bruselas. No al parecer los propios ucranianos
En Ucrania crece el número de habitantes que reclama esas negociaciones, cerca de un 44%, así como de quienes estarían dispuestos a ceder parte del territorio ucraniano a Rusia si se cumplen unas exigencias de seguridad. En una de las últimas encuestas, publicada este martes por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), hasta un 57% de los ucranianos estaría dispuesto a ciertas cesiones territoriales si Ucrania entrara en la OTAN.
El propio Zelenski señaló esta semana que confiaba en poner fin a "la fase caliente de la guerra" antes de fin de año, es decir, que se podría alcanzar algún tipo de alto el fuego. Ni un solo líder de la UE apoyó a Zelenski en esta afirmación. Los deseos de Zelenski y el compromiso de mediación chino parecen demasiado ingenuos si se escuchan las llamadas a zafarrancho de combate de los líderes europeos, sobre todo de los países bálticos, Polonia, Alemania y Reino Unido.
Sin embargo, las armas prometidas por esos mismos líderes no están llegando a tiempo y ya parece poco probable que se produzca una nueva contraofensiva ucraniana como la acometida en junio del año pasado. Contraofensiva que fracasó por no disponer de la fuerza aérea prometida, de municiones para los cañones, de misiles de largo alcance y el permiso para usarlos contra territorio ruso y por las graves carencias de personal en el ejército ucraniano.
Soldados europeos muriendo ya en suelo ucraniano
Quizá por esta razón, países como Francia, Reino Unido o las repúblicas bálticas han insistido en enviar "instructores" europeos para apoyar con sus "conocimientos" a los soldados ucranianos. O, como dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, para sustituir a los ucranianos que sirven en la retaguardia y despachar a éstos al frente bélico.
Este desafuero de Macron fue rechazado inmediatamente por la mayor parte de los aliados de la OTAN, pero el plan siguió en pie. El último reporte se dio este miércoles, cuando el Ministerio de Defensa ruso comunicó que medio centenar de esos "instructores" occidentales murieron esta semana alcanzados por un misil Iskander ruso en la localidad ucraniana de Dergachí, en el norte de Járkov.
En esta zona del norte de Ucrania, se suceden fuertes combates después de que Rusia abriera esta primavera un nuevo frente bélico, que se sumó a los de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, regiones anexionadas a la Federación Rusa en 2022.
En marzo pasado, el Kremlin indicó que al menos 6.000 voluntarios extranjeros habían sido abatidos por las fuerzas armadas rusas desde que comenzó la guerra. De esa cifra, parte podrían ser realmente voluntarios internacionales, otra parte mercenarios y, según avanza la guerra, la posibilidad de que sean tropas especiales de países europeos es cada vez mayor.
Hay que apoyar a Ucrania como sea, dicen en la UE y la OTAN
La posición de los países europeos integrados en la OTAN o miembros de la UE sigue invariable desde el principio de la guerra, a pesar de los cambios ocurridos en la contienda: es necesario apoyar a Ucrania con armas y dinero hasta las últimas consecuencias.
Así lo recordó esta semana el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell. El político español insistió en la necesidad de seguir mandando armas a la guerra y condenó el bloqueo por Hungría –país que también apuesta por la apertura de negociaciones de paz– del paquete de ayuda destinado a Ucrania del llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Este nombre eufemístico se refiere a ayuda militar y armas.
Borrell es uno de los dirigentes europeos que más críticas ha lanzado contra el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, por la gira que este mes le llevó a Ucrania, Rusia, China y Estados Unidos, para pedir negociaciones de paz y el fin de la guerra.
Este miércoles, el canciller alemán, Olaf Scholz, reiteró la necesidad de seguir apoyando con armas a Ucrania y rechazó una paz con Rusia, pues ello significaría, destacó, "una capitulación". Scholz recordó que su país es el que más armas ha entregado a Ucrania de toda la UE y solo es superado por EEUU a nivel mundial.
Esta postura beligerante europea contrasta aparentemente con los novedosos intentos de Ucrania de impulsar una mesa de negociación con Rusia. Pero no es tan extraña esta estrategia, como indica el diario chino South China Morning Post, si se insiste en el panorama político internacional que se viene encima este otoño.
El rotativo señala que la razón de esta visita de Kuleba a China está en Donald Trump. Y si se alarga esa razón, también en Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos y la candidata demócrata más factible a los comicios de noviembre, tras la retirada del presidente Joe Biden de la carrera electoral.
Si Trump retorna a la presidencia de EEUU, se puede acabar el apoyo de este país a Ucrania. Ese dinero podría ser enviado a Israel, un amigo de siempre de Washington y no de última hora como Ucrania. En ese caso, "Kiev correría el riesgo de perder la guerra de forma decisiva y de afrontar su desmembramiento".
Pero si fuera Harris la nueva presidenta de Estados Unidos, la continuación del apoyo de Washington y por tanto la prolongación de la contienda convertiría el conflicto en una guerra de desgaste. Se impondría la dura realidad: Rusia dispone de muchos más hombres para ser utilizados como carne de cañón y Ucrania perdería igualmente la guerra.
Si Ucrania se ha planteado estas dos posibilidades y la incapacidad de Europa de sustituir a EEUU en el suministro de armas, es muy comprensible este viaje de Kuleba a China, por mucho que la verborrea europea apueste por la guerra.
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