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La prensa inglesa aprueba un código ético para informar sobre las víctimas de violencia machista

Varias organizaciones publican Dignity for Dead Women para frenar las tintas de los medios sensacionalistas y presionar al sector de diarios, revistas y online para que se autocontrole.

Portadas de periódicos ingleses.
Portadas de periódicos ingleses.

Conxa Rodríguez

La Policía de Yorkshire (norte de Inglaterra) lleva décadas disculpándose del trato que dio en su momento a las víctimas de Peter Sutcliffe (13 asesinadas y 7 intentos de asesinato de 1975 a 1980) porque algunas eran prostitutas; la primera que calificaron de "respetable" les creó un problema; venían a justificar la muerte de prostitutas –algunas con apuros económicos, sin pruebas de cobrar por sexo- y no les encajaba el asesinato violento de las llamadas respetables. Por más que la Policía se haya disculpado, el "estrangulador de Yorkshire", recientemente fallecido, se asocia al asesinato de prostitutas, igualito que ocurrió en el siglo XIX con Jack el destripador y sus cinco (marginadas, socialmente) víctimas en el este de Londres. Cien años de diferencia y el mismo tratamiento periodístico.

Las formales, aunque inútiles, disculpas policiales responden a las protestas de grupos de mujeres contra la actuación de la Policía de Yorkshire –ofuscada en que el asesino en serie odiaba a las prostitutas- y contra los medios que trataban a las víctimas como culpables de su propio asesinato. Las quejas contra la banalización informativa de la violencia de género en Reino Unido continúan con éxitos y fracasos. A día de hoy, varias organizaciones (Level Up, Advocacy After Fatal Domestic Abuse –AAFDA-, Femicide Census y YES Matters UK, entre otras) han conseguido que el cuerpo profesional que acoge los medios impresos y online (Ipso –Independent Press Standards Organisation– e Impress –Independent Monitor for the Press–) haya aprobado un código de conducta para tratar este tipo de información.

Las pautas que siguen los citados medios van desde el uso de determinado vocabulario hasta insinuaciones o especulaciones sin base alguna. Los medios se han comprometido a no utilizar titulares o expresiones como butchered from behind (masacrada por la espalda), bludgeoned to death (matada a palos) o axe killer (el hacha asesina) al mismo tiempo que calificarán de violencia doméstica los asesinatos de este tipo en lugar de llamarlos tragedia u horror. Frases hechas de contenido derogatorio –equivalentes a la española "la mate porque era mía"– quedan también fuera de la redacción de artículos sobre mujeres asesinadas por hombres así como especulaciones sobre relaciones amorosas o parejas de la víctima aunque surjan de vecinos o amigos que elaboren un perfil de la difunta.

El código ético se ha marcado cinco objetivos, entre los que se encuentran respetar la privacidad de la familia de la víctima

El código ético se ha marcado cinco objetivos: respetar la privacidad de la familia de la víctima; priorizar la dignidad de la fallecida teniendo en cuenta que los artículos periodísticos serán parte de su legado y serán leídos, en la red, por sus hijos o nietos; comprobar los datos, calibrar el contexto de las relaciones sentimentales, culturales o religiosas y permitir a la familia leer los textos antes de ser publicados; evitar fotos del asesino, alusiones a su estado mental o indicaciones que justifiquen sus actos; y prescindir de insinuaciones y señales que coloquen a la víctima en una posición que concluya en "se lo buscaba". El código requiere también que al final de cada artículo se inserte el número de teléfono de alguna organización de apoyo a las mujeres víctimas de la violencia machista.

Frank Mullane, director y fundador de Advocacy After Fatal Domestic Abuse (AAFDA), cuya hermana fue asesinada por su marido, explica a Público que "nuestra organización está satisfecha con el código ético de Ipso, aunque éste no es el final del camino y todavía hay mucho trabajo que hacer". Los medios, como transmisores de información, tienen también su papel a jugar en el asunto. A tenor de Frank, "los medios sensibles e informados pueden cambiar la forma en la que la comunidad entiende y responde a la violencia doméstica cuyas víctimas tienen una posición inferior a otras difuntas porque se las culpa de las circunstancias en las que viven, y la buena información puede comprenderlas en su totalidad".

La aceptación del código por parte de los organismos reguladores citados (Ipso e Impress) no implica que todos sus miembros lo cumplan al pie de la letra. Las organizaciones AAFSDA y Level Up han publicado hace poco el informe Dignity for Dead Women con el que quieren incidir aún más en el tratamiento que hacen los medios a la violencia machista, no en vano el Femicide Census contabiliza desde hace más de una década la macabra cifra de una mujer asesinada por un hombre cada tres días en Reino Unido (67 millones de habitantes).

Dignity for Dead Women se centra en el efecto que ha tenido en la familia el asesinato de una mujer y la experiencia familiar con los medios. El informe concluye que la mayoría de los asesinatos presentan el mismo patrón de hombre que ejerce un prolongado control coactivo sobre su compañera; ante la próxima (o efectuada) separación de la pareja él le quita la vida, con hijos o sin ellos. Respecto a los medios, dos de cada tres familias afectadas han tenido una experiencia "negativa" con la prensa. En algunos casos, el duelo por la pérdida de la mujer ha sido agravado por lo que se ha publicado en torno a ella.

Un caso triste y trágico, ajeno a la esfera doméstica, surgió en la investigación Leveson que analizaba las tácticas de los medios sensacionalistas a raíz de los pinchazos telefónicos a los famosos. El matrimonio escocés formado por James y Margaret Watson pidió una ley que prohibiera difamar a los muertos. Su hija Diane fue asesinada por una compañera de la escuela secundaria. El periódico The Herald y la revista Marie Claire publicaron artículos en los que describían a la víctima como "culpable" por haber tratado con desdén social a la asesina.

Alan, el hijo del matrimonio, se suicidó con ambos artículos sobre su hermana en la mano. Marie Claire se disculpó y The Herald reconoció haber creado un perfil de la asesinada a través de detalles inconexos de aquí y de allá. Las suposiciones del periodista de The Herald acabaron en todos los medios. La ley que prohíbe difamar a los muertos continúa siendo una aspiración para James y Margaret Watson, sin hijos vivos.

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